Reseña literaria: «Purranque», de Cristian Oyarzo

"... El tipo de historias que cuenta Cristian (...) transitan entre sus experiencias en Purranque y Osorno, y sus andanzas por Santiago, siempre como estudiante, como profesor, como poblador de la Villa Olímpica, como futbolista amateur y como mapuche..."

Por Absalón Opazo

19/05/2022

Publicado en

Artes / Letras / Literatura / Mapuche

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Por Adrián Barahona

Hace algunos años atrás, Cristian Oyarzo, autor de “Purranque” (2022, Emecé Ediciones), me contó una historia que no aparece en el libro que acaba de publicar. En alguna tarde de café y dominó me dijo que fue recién cuando ingresó a la universidad, mientras cursaba el primer año de carrera, que entró por primera vez al cine. Una experiencia que, para la mayoría de nosotros se remonta a los primeros recuerdos de la infancia, para él -y tal como comprendí después, para la mayoría de quienes viven su infancia rural- se transformó en la experiencia de un incipiente universitario. No guardé los detalles de la historia, salvo que era una película de cine arte, pero aunque los recordara, no podría narrarla con el mismo colorido con el que construyó las imágenes que fueron cobrando vida hasta que pude verlo/imaginarlo nervioso al momento en que se apagan las luces y a sus ojos brillando en la penumbra mientras comenzaba la proyección. Ese es el tipo de historias que cuenta Cristian, que transitan entre sus experiencias en Purranque y Osorno, y sus andanzas por Santiago, siempre como estudiante, como profesor, como poblador de la Villa Olímpica, como futbolista amateur y como mapuche.

Tres años atrás, en una feria del libro de Santiago, conocí a un autor paraguayo de poco más de 20 años. Nos hicimos amigos y a media conversa me confesó que no conocía el mar. Yo ya vivía en Valparaíso y lo invité a que viajara conmigo. Hice intencionalmente el camino largo, primero por La Pólvora y luego por Playa Ancha para entrar a la ciudad desde arriba, desde donde se despliega toda la bahía rodeada por los cerros. Era -suerte para él- una noche de luna y me detuve para que mi nuevo amigo pudiera ver el reflejo en el agua y la inmensidad. Entonces, recordé a Cristian, y su historia del cine, y no pude sino agradecer el presenciar un momento como ese. Vi los ojos brillosos y pude distinguir la sorpresa cuando tras voltear la esquina, desde el anfiteatro de los cerros, la oscuridad de la noche/cine se transformaba en la proyección magnífica de la luna sobre el mar.

Con esta colección de relatos breves Cristian, o Purranque, como lo conoce la mayoría de sus cercanos citadinos, nos pone en presencia de esa experiencia, una experiencia o cientos de experiencias únicas, al mismo tiempo, valga la paradoja, llenas de una cotidianeidad singular. Nos regala un viaje por varios mundos por los que la mayoría no podremos viajar y nos va mostrando como esos mundos se van tejiendo en su telar que, cabe agregar, es el telar de la experiencia mapuche. Por eso, en lugar de citar un fragmento de “Purranque” para decirles que se trata de un libro que deben leer, que lo disfruté desde la primera página, que me emocioné, reí, sorprendí y aprendí de su lectura; preferí contarles esta historia, porque estoy seguro que cuando ustedes lo hagan, se van a quedar esperando -como yo- la publicación de la segunda parte donde, de seguro, nos contará sobre esa primera vez en que fue al cine.

Valparaíso, mayo de 2022

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