Fotografías de Mauricio Valenzuela:

Un viaje al Santiago de los años ochenta

Una inmersión al paisaje de la capital chilena a mediados de la dictadura es el libro Santiago 1980-1983, que reúne la obra del fotógrafo Mauricio Valenzuela. Se trata de una compilación puertas afuera y puertas adentro, ya que si en un comienzo imágenes granuladas muestran una ciudad gris, atravesada por fugaces transeúntes y las liebres del transporte público de la época; luego abre paso a la intimidad de las piezas que habitaba el fotógrafo, con sus muebles, sus máscaras y sus objetos.

Por Mauricio Becerra

07/11/2023

Publicado en

Artes / Ciudad / Fotografía

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La imagen de un transeúnte atravesando un puente sobre el Mapocho un día de invierno; otra de un hombre de andar cansino cuya figura se refleja en un charco de agua rodeado de parquímetros; o una mujer que camina entre un barrial y un paradero con una liebre de esas que surcaban la ciudad, son los fragmentos de la ciudad de Santiago a comienzos de los ochenta que ofrece el reciente libro del fotógrafo Mauricio Valenzuela.

Se trata de Santiago 1980-1983, publicado por Editorial LOM en su colección Mal de Ojo, la que es parte de la serie Cazadores de Sombras, destinada a recoger el trabajo de varios fotógrafos chilenos en las últimas décadas.

La obra permite hacer un recorrido, a través de imágenes en blanco y negro, por los paisajes de la capital chilena a mediados de la dictadura.

¿Cómo era recorrer con una cámara Santiago a comienzos de los ochenta?- preguntamos al fotógrafo.

– Resultaba algo complejo porque era una ciudad totalmente distinta a la que es hoy día. Estaba la dictadura encima, entonces no era fácil andar en Santiago con una cámara. Generalmente salia solo después de dejar a mi hijo al Jardín, deambulaba con mi cámara e iba recolectando algunas fotos.

En estos recorridos fue dejando imágenes que reflejan una ciudad inhóspita y gris, atravesada por individuos solitarios, los que se mezclan en las fotos con estatuas, señales de tránsito, luminarias, liebres y micros de la época. Son fragmentos de la ciudad reunidos y que acaban siendo un testimonio histórico, ya sea de vestimentas, mobiliario urbano o los autos que deambulaban por la urbe.

Las fotos de Valenzuela se enmarcan en la categoría de Street Photography, es decir, fotografía de calle, o más bien de ciudad. “El tema de la ciudad era un gran tema de mi generación -nos comenta-, estoy pensando en Adán Buenosayres, el París que cuenta Julio Cortázar en Rayuela; libros en los cuales el lugar en donde viven los personajes tiene gran importancia. Acuérdate también de que en ese momento en la literatura y en la poesía se amarraba mucho con el paisaje”.

Para Valenzuela, la ciudad “es como una forma de alter ego que te acoge y al mismo tiempo te rechaza. Los lugares donde transitas me iban dejando esas imágenes. Esa condición se iba gestando de a poco. Los barrios que fotografié eran barrios que conocía de chico. Mi abuela vivía en Rio de Janeiro con Asunción, cerca de la Vega.

EL GRANO Y LA NIEBLA

Valenzuela cuenta que hizo sus fotos con una cámara Nikon Mark y una Leica vieja con la cortina desbalanceada. “Por eso muchas de mis fotos están más claras en un lado y más oscuras en el otro”-comenta.

El lento que usó fue siempre de 50 mm.

La fotos de Valenzuela se caracterizan por el alto granulado. Respecto de esta opción comenta que “usaba una película que ahora es muy cara, pero en ese tiempo era la más barata, la 3X Ilford. Me gustaba mucho, ya que era una película que sabía manejar muy bien porque la había revelado en varios grados de contraste. Tenía varios revelados y el que más me gustaba era el granulado, cuando no había contrastes excesivos. Entonces la 3X funcionaba muy bien en los detalles medios, los medios tonos. Una película que me trajo muchas satisfacciones”.

IMÁGENES DE LA VIDA ÍNTIMA

En una tercera parte del libro las calles y los transeúntes dan paso a un espacio más personal. Aparecen así las imágenes interiores de las casas que el fotógrafo habitó, abriendo así a una mirada más intimista, en que los objetos pasan a ser los utensilios, juguetes o tecnologías de una casa de la época.

“Una parte importante de mis fotos era mi pieza -nos comenta- Yo siempre desde que me fui de mi casa viví en talleres, cuando se acostumbraba a vivir en piezas, con baño común, localizados principalmente en el casco antiguo del centro de Santiago. Luego de que sus dueños se fueran para Las Condes y quedaron esas viejas mansiones que se arrendaban por piezas”.

El libro resulta así un tránsito entre el paisaje exterior del Santiago bajo la dictadura y la vida privada del mismo Valenzuela.

“La vida en esos lugares se compartía. Muchas de esas fotos son de mis vecinas o vecinos que deambulaban por los pasillos de esas casas. Muchas de esas fotos son al interior de esa casa, mi tele Antu, la cocina a parafina, los juguetes de mi hijo, un poco el paisaje cotidiano de mi vida”.

En el libro también se da espacio a describir esas fotos que Valenzuela nunca tomó. Esas imágenes que una vez vieron pero no pudieron capturar y que persiguen a los fotógrafos con oficio. Así se intercalan descripciones de virtuales fotografías que nunca llegaron a registradas.

“Las fotos sin cámara fue una idea que primero anoté – recuerda Valenzuela- Es una descripción como yo las hacía, porque a veces me fallaba la cámara, otras veces se me terminó la película o simplemente las veía y no tenía la cámara a mano. Al mismo tiempo que tenía grandes conversaciones con personas, las que piensan mucho, pero no suelen escribir, yo en ese tiempo soñaba con fotos”.

Mauricio Becerra R.

El Ciudadano

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