Literatura latinoamericana

Vicente Luy: el poeta que sobrevivió a su propia muerte

Catalogada bajo la cómoda y ya inerte etiqueta de “escritor maldito”, la obra de Vicente Luy emerge del olvido que ni siquiera su propio suicidio pudo consumar. Conoce la vida y obra del autor que está influyendo la poesía argentina y sudamericana a continuación.

Por El Ciudadano Argentina

14/11/2015

Publicado en

Argentina / Artes / Cultura / Literatura

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 Los escritores, y sobre todo los poetas, parecen estar condenados al mismo canon que la música clásica: la única obra que vale la pena es la del autor muerto. Editoriales que antes cerraban puertas bajo el gastado lema, que por repetido ya se cree cierto, de que la poesía no vende, ahora lanzan lujosas y caras ediciones bajo el cartel de neón que anuncia “Poesía completa”. ¿Cuánto faltará para que uno de los monstruos editoriales que inclinan la cancha en la Feria del Libro edite toda la obra de Vicente Luy?

“Coteja todo; siempre
El que te educa puede ser un ignorante”

“Con amor digo”

Lo cierto es que a pesar de todo, los versos de Vicente Luy ganan adeptos de boca en boca, sin aparatos comerciales, como cualquier buena poesía debería hacerlo. Alternando poemas largos con otros brevísimos, Luy se esmera por dar en el blanco, lográndolo muchas veces, como en estas dos definiciones sobre la Poesía:

“-Empiezo por la más obvia: ¿qué es la poesía?
-En teoría, la única ciencia que se ocupa del problema”

“Poesía es conflicto; se atiene uno al conflicto”

Dueño de una provocación cargada de ternura, Luy patea tableros, desafía esquemas y rompe el corset de lo políticamente correcto con el fin de encontrar la palabra certera. Entre sus paletas de colores estaban el amor, la política, la amistad, el sexo, la locura, la actualidad, entre tantos otros, mezclados con una precisión casi escandalosa. Dueño del pincel, Luy pedía “si me equivoco contradíganme con amor, porque con amor digo”, con ese mismo amor con el que intentaba “llevar a los extras a la victoria”. Poeta de los márgenes, intentaba siempre hallar el centro.

“Vos sos un sol
alguien te lo va a decir.
Decile lo que quieras
que la vida es para bien.
No por la canaleta.
Canalizar la canaleta.
Uno es el paraíso. Que no te roben eso.”

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“Si va a morir gente, votemos quiénes”

A los 50 años, el 23 de Febrero del 2012, Vicente Luy se suicidó saltando desde un séptimo piso en la ciudad de Salta, coronando con ese epílogo lo que había sido una vida tormentosa:

-Por parte de su abuelo, el poeta Juan Larrea, había recibido una abundante herencia que dilapidó con una vida excéntrica en su Córdoba natal, una provincia un tanto conservadora que aún hoy lo sigue siendo, dándole como resultado una vida estrecha costeada en sus últimos meses en Salta con una pensión por invalidez otorgada tras ser diagnosticado de trastorno bipolar.
– Luy fue criado por su abuelo, ya que sus padres fallecieron en un accidente aéreo cuando el poeta tenía apenas un año de edad.
– Apostó mucho, casi todo, a la poesía y perdió.
– Estuvo internado un año en el Borda en Buenos Aires.
– Enfrentó a la policía en Córdoba numerosas veces.

En definitiva, todos capítulos de una vida border que causa rechazo en vida y una atracción pornográfica después de muerto, formando el póster inofensivo que cualquiera pudiera colgar en la pared de su habitación.

“Puntual como un proyectil el sorgo de alepo previene a las cacatúas.
Es tarde de domingo y el picnic termina en mateada.
Los cardos soportan más el viento que al frío y la parte que va de
tus manos a tu falda se sube las medias, me muestra las piernas.
Voy a amarte siempre, siempre”

Vicente Luy siempre fue “puntual como un proyectil”, un estilo directo lleno de imágenes escalofriantemente nítidas que esperan una respuesta por parte de quien lea su poesía. Así y todo, tuvo que costearse por su cuenta sus libros, salvo Poesía popular argentina, aparecido por primera vez en 2009 y re-editado póstumamente en 2013. También acuñó el concepto de poesía exprés, que sirve obviamente para calificar sus últimos versos, unos aforismos espesos, que condensan en muy poco los que tantos otros dirían de forma larga e ineficaz. “La poesía exprés implica un lenguaje oral, rápido. Y, remite, como todo, a la política. Así hables sólo de sexo”, señalaba Luy en una entrevista al diario La Voz del Interior, y de la cual me gustaría tomar prestado el final para cerrar este texto:

“-Tenés la última palabra. ¿Cómo te querés despedir de esta entrevista?
 -Sonriendo.”

Esta nota también fue publicada en la revista digital La Primera Piedra

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