Por Camila Silva Cortés
En la última década, Chile ha experimentado una baja sostenida en las tasas de embarazo adolescente. Este avance se asocia, en gran parte, a un mayor acceso a métodos anticonceptivos y a un cambio cultural que ha favorecido el autocuidado y la toma de decisiones informadas por parte de las y los jóvenes.
Sin embargo, persisten importantes desafíos. El Diagnóstico 2025 de la Defensoría de la Niñez advierte que la principal preocupación de adolescentes y jóvenes sigue siendo la falta de una educación sexual. A esto se suma una nueva barrera: la exigencia de receta médica para adquirir anticonceptivos en farmacias, una medida que podría limitar el acceso, especialmente entre quienes viven en contextos de mayor vulnerabilidad.
¿Qué dicen las cifras?
Según el informe mencionado anteriormente, la tasa de embarazos adolescentes ha disminuido en los últimos años, con una reducción que va del 13,4% en 2013 al 3,8% en 2023, la cifra más baja de todo el período analizado. El estudio señala que estos indicadores coinciden con encuestas del Instituto Nacional de la Juventud (Injuv), las cuales también registran una disminución en el número de nacidos vivos con madres entre 0 y 19 años, así como un mayor uso de anticonceptivos entre escolares.
Además, la misma encuesta revela una disminución en la edad promedio de la primera relación sexual con penetración entre adolescentes, lo que visibiliza la necesidad de una educación sexual oportuna y pertinente. Por otro lado, persisten ideas que refuerzan estereotipos de género, como la creencia, presente en un número significativo de jóvenes, de que «en la relación de pareja, la mujer debe ser la responsable de usar algún método de prevención o anticoncepción»
¿Por qué la Educación Sexual Integral es crucial para adolescentes y niños?
Es importante resaltar que según estudios de opinión de la Defensoría de la Niñez, niños, niñas y adolescentes (NNA) identificaron la falta de educación sexual como la principal problemática que les afecta. Este resultado ya se había observado en el estudio de 2019, pero en 2024 la preocupación aumentó considerablemente, pasando de un 28% a un 42% el porcentaje de quienes priorizan este tema.
Para Isidora Castro, psicóloga infantojuvenil y becaria ANID, es fundamental contar con una Educación Sexual Integral (ESI), ya que esta favorece el desarrollo psicosexual y los vínculos afectivos de los NNA, siempre y cuando esté “alineada a los hitos esperados según las etapas del desarrollo, respetando los tiempos de maduración y fortaleciendo recursos internos”, señaló a El Ciudadano.
En cuanto a la prevención de embarazos adolescentes, Castro afirmó que una de las prioridades es brindar un espacio seguro, con información actualizada y basada en evidencia, evitando enfoques centrados en juicios personales. “Es importante siempre darle espacio a las reflexiones socioculturales que nos acompañan, manteniendo comunicación abierta, asertiva y un espacio de confianza para responder dudas de forma objetiva, dejando de lado las propias creencias personales, que sin bien son válidas, es importante dar el acceso a información confiable. Acompañando sin invadir”, agregó.
La educación sexual en las aulas: realidades y desafíos
El mismo Estudio de Opinión de la Defensoría de la Niñez nombrado con anterioridad revela que solo el 57% de NNA recibió educación sexual en su establecimiento educacional durante el último año. Este porcentaje disminuye aún más entre estudiantes de segundo ciclo básico, de establecimientos públicos y entre mujeres. Además, solo la mitad de quienes sí accedieron a educación sexual declararon haberse sentido muy satisfechos o satisfechas con los contenidos recibidos.
En conversación con El Ciudadano, Fanny Sanhueza, inspectora del Colegio San Luis de Coquimbo, relató que en el establecimiento las y los estudiantes reciben educación sexual tanto en las clases de biología como en charlas brindadas por personal del Cesfam, espacios donde se les enseña tanto a evitar embarazos no deseados como a prevenir enfermedades de transmisión sexual.
Por otro lado, Sanhueza declaró que el establecimiento educacional en el que se desempeña se destaca por trabajar con personas jóvenes, lo que ayudaría al personal a comprender y crear más confianza con el alumnado, “les damos espacios cuando no se sienten bien dentro de la sala de clases, para que puedan salir a conversar tanto con las psicólogas como con la persona en quien sientan confianza”, detalló.
Sin embargo, para la inspectora aún no es suficiente la educación sexual entregada a las y los alumnos, “ya que debería haber talleres que sean para todos los colegios y/o tener un sector de enfermería donde los jóvenes puedan acercarse con sus dudas o para poder, por ejemplo, acceder más fácilmente a condones”, señaló.

Por su parte, Bárbara Berrios (@Sitaorgasmos), matrona y educadora sexual, quien trabajó por años en un programa de prevención del embarazo adolescente en la comuna de Peñalolén, declaró a El Ciudadano que se entrega información sobre métodos anticonceptivos con el fin de evitar embarazos no deseados. Sin embargo, “tienes que educar en todo lo que es la sexualidad y afectividad, consentimiento, método anticonceptivo, etc., porque finalmente los adolescentes van a tener relaciones sexuales igual, entonces lo importante es que tú les des toda la información para que ellos puedan tomar esta decisión de manera informada”.
Berrios agregó que se debe “educar desde el consentimiento, el placer, la sexualidad, la afectividad… en el fondo es darles las herramientas para que ellas y ellos puedan tomar las mejores decisiones”.
Receta médica obligatoria: ¿más protección o más obstáculos?:
En medio de una ola de denuncias en redes sociales, el Ministerio de Salud y el Instituto de Salud Pública (ISP) confirmaron recientemente que será obligatorio presentar una receta médica para adquirir anticonceptivos en farmacias. La medida reactivó el debate sobre el acceso a estos medicamentos y las barreras que podrían enfrentar especialmente las personas más jóvenes.
Las denuncias comenzaron a viralizarse a comienzos de junio, cuando usuarias habituales de anticonceptivos reportaron que, hasta ahora, no era común que se les pidiera receta para comprar estos medicamentos. Esta nueva exigencia generó preocupación en muchas personas que llevan años usando el mismo anticonceptivo sin contar con prescripciones médicas actualizadas.
Ante la polémica, el Instituto de Salud Pública, a través de un comunicado, aclaró que no se han emitido nuevas normativas ni restricciones para la venta de anticonceptivos, y que las condiciones actuales siguen siendo las establecidas por el Código Sanitario. También recordó que estos medicamentos pueden ser prescritos tanto por médicos como por matronas.
Además, señalaron que, en caso de problemas con la receta —ya sea física, digital o electrónica—, las personas pueden acudir al químico farmacéutico para recibir orientación y resolver cada situación de forma individual.

En cuanto a los jóvenes y el uso de anticonceptivos, la décima Encuesta Nacional de Juventudes 2022, muestra un aumento en quienes usan algún método anticonceptivo o de protección en su primera relación sexual: del 77,5% en 2018 al 86,6% en 2022. Este porcentaje es mayor entre adolescentes de 15 a 19 años (91,1%) y más frecuente en jóvenes de nivel socioeconómico medio (88,3%) frente a los de nivel bajo (84,2%).
Además, la encuesta también revela que, después del uso de preservativos, las pastillas anticonceptivas son el segundo método más utilizado por los jóvenes para prevenir embarazos no deseados.
En este contexto, la exigencia de receta médica podría representar una barrera importante para las adolescentes, especialmente aquellas en contextos más vulnerables. Isidora Castro, psicóloga infantojuvenil advirtió que la medida podría convertirse en una barrera significativa para las y los adolescentes, especialmente en aquellos jóvenes que “no cuentan con redes de apoyo basadas en la confianza o que no sientan confianza para acercarse al sistema público de salud en busca de apoyo, lo cual podría generar abandono del intento de cuidado o mayor exposición a embarazos no deseados o prácticas de riesgo”, señaló.
“La adolescencia es una etapa clave en la construcción de identidad, autonomía y vínculos. Limitar el acceso a cuidados sexuales atenta contra este desarrollo y se profundizan desigualdades estructurales y sociales ya vivenciadas por el género femenino. Es necesario fortalecer espacios de ESI donde se hable de autocuidado desde la libertad y no desde la coerción y así también promover el acompañamiento de adultos significativos sin invadir ni invalidar”, concluyó Isidora Castro.
A pesar de los avances en la reducción de embarazos adolescentes y en el uso de métodos anticonceptivos, el acceso a una educación sexual integral y a herramientas de cuidado sigue siendo desigual, especialmente para quienes más lo necesitan: las y los adolescentes en contextos vulnerables.
Por Camila Silva Cortés