ENTREVISTA

Boric frente al desafío parlamentario del FA: «No podemos perder la rebeldía propia de los movimientos sociales»

"Son tremendamente importantes y debemos seguir siendo parte de dichas instancias, no instrumentalizarlas ni suplantarlas, estar vinculados a las luchas sociales que se siguen dando a lo largo y ancho de Chile", sostiene el diputado por Magallanes sobre el trabajo que le espera al Frente Amplio. Por José Robredo Hormazábal / @joserobredo

Por Jose Robredo

29/12/2017

Publicado en

Chile / Entrevistas / Portada

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Fue reelecto con la primera mayoría en el distrito 28, que incluye a toda la región de Magallanes, y confirmó su liderazgo en la interna del Frente Amplio. Sin embargo, su posición en el proceso de reflexión que vivió el novel conglomerado tras la primera vuelta presidencial no logró traducirse en una definición más clara a la hora de entregar o no su apoyo a Alejandro Guillier.

El diputado Gabriel Boric, militante del Movimiento Autonomista y ex presidente de la FECH, tiene claro que llegó la hora de asumir el protagonismo ganado por el FA en estos casi doce meses de vida, los que fueron refrendados por los muy buenos resultados electorales de noviembre. Por lo mismo cree que se deben reafirmar los principios del bloque y, a la vez, que es tiempo para «empezar a prepararnos para ser gobierno», como una forma de conducir la oposición al nuevo mandato de Sebastián Piñera.

Junto con eso, Boric apunta a que «se deben sacar lecciones» del proceso vivido entre elecciones, aunque agrega que «no hay que ver esto como algo dramático, ya que es un proceso normal». «Eso sí, no debemos naturalizar estas acciones», advierte.

El parlamentario magallánico crítica de paso a las voces de la Nueva Mayoría que apuntan al FA como uno de los factores de la derrota del conglomerado oficialista en segunda vuelta, sosteniendo que «es un error de quienes creen que la defensa de la ideas propias es arrogancia». En ese sentido, agrega: «Hay muchos en la NM que les molesta lo que hicimos, porque no es lo que ellos querían, pero pasa que son dos fuerzas distintas y eso debe entenderse de forma muy clara».

«El Frente Amplio aún no termina de cuajar y no ha dejado suficientemente claro su norte, por lo que esta ofensiva por la indiferenciación de la oposición es un riesgo, porque nos puede llevar a ser sumados a un proyecto que no es el nuestro», proyecta Boric como desafío para el frenteamplismo durante los próximos cuatro años.

¿Cómo se evalúa el proceso que vivió el FA entre primera y segunda vuelta, donde tuvo que vestirse con ropas de protagonista político?

De partida es que se debe constatar que el FA es un actor político que llegó para quedarse y en ese sentido tenemos un tremendo desafío que ya no es emerger, sino que debemos consolidar la emergencia y eso se realiza -sin que sea una receta infalible- sin marearnos con el resultado electoral; que lo electoral no sea lo único que determine el modo de actuar. Uno de los motivos del declive de los partidos tradicionales, incluso a los que les fue bien en las elecciones, tiene que ver con que se transformaron en organizaciones clientelares que administran polos de poder, pero que no son funcionales a las transformaciones de la realidad, sino que administran prebendas.

¿Eso es un riesgo que se debe asumir?

Al Frente Amplio y sus organizaciones eso no les puede pasar. Nosotros nos conformamos con propuestas propias y con críticas radicales que debemos mantener frente al estado de los partidos del orden, no podemos convertirnos en uno más de esta fronda.

¿Pero fue algo «tieso» el Frente Amplio en esta pasada?

Creo que estamos viviendo un proceso de maduración acelerado, adquiriendo conciencia colectiva, más allá de las individualidades, de que nuestras decisiones sí pueden incidir en la vida de la gente y esto es hacerse cargo de una responsabilidad súper grande. En este proceso nos faltó madurez para actuar en conjunto, más allá de la declaración que se sacó, donde primaron las acciones individuales por sobre las colectivas, que es algo de lo que debemos que aprender.

Dichos apoyos individuales a Guillier, ¿tienen que ver con que aún no cuajan las organizaciones al interior del FA?

Este proceso dio cuenta que aún no terminamos de cuajar. Sin embargo, no hay que ver esto como algo dramático, ya que es un proceso normal. Eso sí, no debemos naturalizar estas acciones y sí sacar lecciones de este proceso. En los llamados a la autocrítica no podemos renegar de las convicciones propias, creo que el FA hizo bien en no salir a entregar un apoyo inmediato a una coalición que no es la nuestra y cuyos principios fundantes no necesariamente compartimos; en lo que fallamos fue en no tener una estrategia de presión conjunta hacia el candidato de la Nueva Mayoría para que hubiese compromisos más concretos respecto del programa del FA.

Es un error de quienes creen que la defensa de las ideas propias es arrogancia, cosa que en el debate propio se pierde. Hay muchos en la NM a quienes les molesta lo que hicimos, porque no es lo que ellos querían, pero pasa que son dos fuerzas distintas y eso debe entenderse de forma muy clara.

«La convergencia no se puede dar en torno a un ‘anti'»

Ahora, el conceder o no es parte de hacer política. ¿Ves al Frente Amplio y su militancia preparado para esta etapa que se inicia?

Tenemos que aprender que conversar no es negociar, eso es lo primero. La política y su esencia es conversar con quienes no piensan como tú, y eso tiene la lógica de sumar y no ser sumado. Para poder crecer, incidir y construir mayorías, debemos sumar más de lo que somos y eso requiere conversación. Ahora, esta conversación, más que estar centrada en la NM, debe apuntar a quienes decidieron no votar, pero que deben tener otras formas de participación o que no la tienen. El FA debe apostar por hablarle a la gente que no le cree ni a la Nueva Mayoría ni a la derecha.

¿Pero debe haber momentos de negociación?

Sí, la política también se trata de eso. Ahora, al negociar no se debe -tal como sucedió con la Concertación- renegar de los principios propios. De estas cosas vamos a tener que aprender la mayoría de los miembros del Frente Amplio, quienes no tenemos una cultura política parlamentaria y tenemos que ser cuidadosos de que nuestra cultura política parlamentaria con la que trabajemos no se convierta en un cretinismo parlamentario, que es un desafío grande.

¿El Parlamento será el espacio para tender puentes o iniciar «alianzas»?

Es muy prematuro hablar de alianzas con otras fuerzas políticas, me resulta más urgente el poder convocar a quienes no creen en los partidos tradicionales, seguir hablándoles y crecer hacia ese 50% de Chile que no le hizo sentido ninguna de las alternativas que se presentaron en esta elección; más que pactos por arriba con los partidos.

¿Para incidir también ayuda el tender puentes?

En la medida que haya convergencia en positivo en torno a las ideas, creo que no hay que tenerle medio a converger con otras organizaciones, pero dicha convergencia no se puede dar en torno a un «anti». Hace unos días leímos al presidente del PC sobre la creación de un «Frente Progresista» o algo así, desde la DC hasta el FA, que creo tiene más que ver con estar juntos por tener el mismo adversario, lo que creo no es suficiente. La prioridad del FA debe ser crecer hacia quienes hoy no se sienten representados.

«Nuestra llegada al Parlamento no nos puede hacer olvidar de dónde venimos»

¿Hay una estrategia legislativa para atraer a ese 50%?

Primero, no olvidarnos de dónde venimos; la formación de la mayoría de los movimientos y partidos que componen el FA tienen su origen en movilizaciones sociales. En ese sentido, si bien los movimientos sociales constituidos no son los únicos, sí son tremendamente importantes y debemos seguir siendo parte de dichas instancias, no instrumentalizarlas ni suplantarlas, estar vinculados a las luchas sociales que se siguen dando a lo largo y ancho de Chile. El FA no puede parlamentarizarse, tenemos que hacer una pega legislativa que represente esos intereses sociales que han estado excluidos de la política institucional. Por esto, no podemos perder la rebeldía propia de los movimientos sociales.

¿Cuánto de programa y de pragmatismo debe tener la actuación del Frente Amplio en el Parlamento?

Esto no tiene una fórmula determinada, hay que verlo caso a caso. Pero hay principios que son irrenunciables, como no renegar de los orígenes, que fue lo que le pasó a una parte importante de la renovación de la izquierda.

¿Es un fantasma eso?

No creo que sea un fantasma, pero es una experiencia que debemos aprender a leer. La desafección de las bases del PS… Yo me encuentro todos los días con un socialista que me dice que «no cree en su partido». Entonces, nuestra llegada al Parlamento no nos puede hacer olvidar en ningún caso de dónde venimos, sino que debe fortalecer ese vínculo, que tengamos un trabajo territorial con altura de miras y con mucho arraigo en lo social. El desafío del FA es vincular lo político con lo social.

«Debemos disputar la convocatoria de quienes votaron por Piñera y de los que no se sienten representados por la institucionalidad»

A casi un año del lanzamiento oficial del Frente Amplio, ¿cómo se pueden resumir esos casi 365 días, cómo se proyectan y cómo se equilibran las agendas propias?

El proyecto colectivo debe ser el límite a cualquier ánimo de protagonismo propio. Es muy positivo que emerjan nuevos liderazgos, eso es necesario, pero se debe entender que su despliegue no es individual. Debemos entender que el FA es parte de una época que se inicia con las movilizaciones del 2001, 2006, 2011, y no solo las estudiantiles: hay una generación que se ha formado políticamente en este período y el Frente Amplio representa dicho espíritu. Eso no lo podemos olvidar.

¿Es una tarea pendiente del FA abrirse a otros espacios como, por ejemplo, el sindical?

Creo que tenemos una gran cantidad de pendientes: debemos desarrollar una política de relaciones internacionales, tener una política de apoyo a la constitución de sindicatos, que hoy se encuentra disperso. Debemos estar insertos en todas las esferas de la sociedad, en todas las esferas de las luchas sociales que hay en Chile y estar, permanentemente, revisando y no creernos el cuento de que «nos las sabemos todas», sino te achanchas y terminas en lo mismo que hemos criticado.

¿Crees que una de las tareas es evitar que «el sentido común se derechice«?

No lo plantearía así, no creo que toda la gente que votó por Piñera sea militante neoliberal, me parece que hay un grupo importante que vio más seguridad, lo que también debemos disputar. Lo del «sentido común» no es algo que alguien pueda arrogarse tenerlo, por lo que preferiría definirnos más en sentido programático y luchar por hacer sentido ahí. La política no consiste solo en la representación de la realidad, sino que se trata de la organización en función de deseos, de un deber ser, no solo la representación de lo que ya existe.

Que la ciudadanía asuma las transformaciones, ¿significa un proceso de cambio cultural? 

Creo que efectivamente tenemos una sociedad más empoderada, donde las vanguardias han ido perdiendo el sentido que tenían, por lo que el desafío de las organizaciones políticas es mucho mayor. El conectar con los desafíos íntimos y organizarnos es una tarea siempre presente en la política.

¿Cómo no te mimetizas en la oposición con la socialdemocracia?

Ahí tenemos que tener un marco político mucho más claro. El Frente Amplio aún no termina de cuajar y no ha dejado suficientemente claro su norte, por lo que esta ofensiva por la indiferenciación de la oposición es un riesgo, porque nos puede llevar a ser sumados a un proyecto que no es el nuestro y allí es importante definirnos en positivo. De esta forma, debemos empezar a prepararnos para ser gobierno y eso requiere un trabajo de aprendizaje que se debe desarrollar desde ya.

¿Hoy el FA tiene las herramientas para conducir a la oposición y evitar que la derecha gobierne ocho años?

Es muy pronto para decirlo, pero estamos trabajando para ello. Sobre lo riesgoso de la derecha en el poder estamos de acuerdo todos los que no asumimos posiciones de derecha, por lo que debemos disputar la convocatoria de quienes votaron por Piñera y de los que no se sienten representados por la institucionalidad. Esa es la pega que debemos llevar adelante.

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