Caso del cabo Morales: Familia insta a general Oviedo a terminar con las “mafias” en el Ejército

El padre del cabo Orlando Morales Pinto, hallado sin vida el 6 de septiembre de 2002, envió un mensaje al comandante en Jefe del Ejército, general Humberto Oviedo, para perseguir la responsabilidad de funcionarios activos y en retiro que habrían tapado el crimen del suboficial.

Pronto se cumplirán 14 años desde que Morales denunciara un presunto desfalco al interior del Comando de Salud del Ejército, dirigido por el ex agente de la DINA Álvaro Guzmán Valenzuela, tras lo cual falleció en extrañas circunstancias.

El comandante Rodolfo Molina Hermosilla fue el encargado de llevar los restos del cabo a su domicilio en Rancagua y explicar a la familia que éste se había “suicidado”. La incrédula conclusión fue desechada tiempo después por la justicia al estimar que en la muerte de Morales habían participado terceras personas.

Aunque la carátula del caso fue cambiada a homicidio por el juez Pablo Droppelman, la causa está hoy archivada en el 34 Juzgado del Crimen de Santiago, en estado de sobreseimiento temporal, es decir, a la espera de nuevos antecedentes que permitan reanudar las diligencias.

El Ciudadano visitó a la familia del cabo Morales y habló con su padre a los pies de la sepultura donde yacen los restos del suboficial. Nuestro objetivo fue consultar su opinión sobre los últimos casos de corrupción que se han descubierto al interior del Ejército y que dan forma al nuevo libro del periodista Mauricio Weibel «Traición a la patria».

“Muchas cosas que están saliendo ahora, como el Milicogate y otros robos… la mayor parte lo descubrió mi hijo”, nos dijo Orlando Morales padre.

El primer indicio que le hizo dudar del supuesto suicidio del joven Orlando nació de adentro: él no habría permitido un sufrimiento tan grande a su madre. Luego fue el actuar del comandante Molina y la comitiva que lo acompañó, integrada por los funcionarios Esteban Cerda y Carmen Rufs, que mantuvo a la familia retenida en casa durante horas.

Cuando optaron por descerrajar el cajón donde venía Orlando, se confirmaron las sospechas: constataron que no había signos de un impacto de bala calibre 40, como decían los agentes.

«Llegaron mintiendo con el cuerpo en el cajón sellado, que no se podía ver porque mi hijo tenía los ojos reventados, tenía la nariz destrozada y su pera no existía, pero resulta que cuando yo lo abro, lo primero que vimos es la imagen de mi hijo dentro del cajón y lo único que tenía eran lágrimas, como que había llorado de dolor. Entonces para qué mienten tanto. ¿Cómo no va a haber una persona que se ponga los pantalones?», cuestionó el rancagüino.

En su época de mayor atención mediática, el proceso incomodó a más de un ministro de Defensa. Quien oficiaba como titular de la cartera encargada de supervisar el actuar de las Fuerzas Armadas era la actual presidenta Michelle Bachelet.

«Ella nos recibió en dos oportunidades a nosotros, pero siempre con engaños, hasta el día de hoy, prometiéndole esto y esto otro a mi señora. Cuando hablé con ella le dije ‘señora, nosotros lo que queremos es saber la verdad, no queremos plata. Ahora hemos intentado en varias oportunidades acercarnos a ella, pero no tiene tiempo para recibirnos.»

Orlando Morales padre aseguró que con el ex ministro Francisco Vidal, cuestionado por su cercanía con el ex comandante en Jefe del Ejército, general Juan Miguel Fuente-Alba, quien está siendo investigado por posible enriquecimiento ilícito, la situación no fue distinta.

«Para mí es un chanta. Él nos citó al Ministerio de Defensa a toda mi familia, le entregamos todos los detalles. Supuestamente él decía que sabía todo lo que le había pasado a mi hijo», recordó, agregando que Vidal se ofreció como testigo para entregar antecedentes a la justicia pero nada pasó, y que «arrancó» igual que el ex ministro José Antonio Viera-Gallo cuando supo del caso.

Aunque todavía no puede explicar la inacción de las autoridades frente a las denuncias que se hicieron contra el Comando de Salud y los superiores de su hijo, Orlando padre afirmó que uno de los motivos podría ser el «poco interés de que en el Ejército maten a un cabo honrado y valiente» que no es cómplice de irregularidades.

En el contexto del Milicogate se dio a conocer el audio de una conversación entre el ex tesorero del Ejército, coronel Clovis Montero, y el general Jozo Santic Palomino. Este último recomendaba a Montero no involucrar a suboficiales en hechos de corrupción, ya que «cuando se meten los cabos, las huevadas revientan».

«Mi hijo era un cacho para ellos, pero un cacho honrado. Mi hijo creía que iba a limpiar a esa pandilla de delincuentes que había en el Comando de Salud… Volvimos a la democracia, ¿pero quiénes son los asesinos y los ladrones en estos momentos? Son los mismos, apoyados por los mismos. Los mismos que quisieron volver (a la democracia) están apoyando a los militares», sostuvo Orlando.

También aseguró que hay una deuda del Poder Judicial. En el tribunal se extravió el arma con la que el cabo, según la versión castrense, se suicidó; un detective dijo que había presiones para no aclarar el crimen, y un supuesto testigo que llamó en 2004 al famoso programa del «Rumpy» dando a conocer la corrupción que habría llevado a la eliminación de Morales, fue desacreditado.

«De todas las últimas diligencias que se pidieron, se hizo una y otras nueve quedaron pendientes… ¿Qué dicen los jueces hoy en día? Dicen ‘no, el papá está loco o el papá tiene la razón, pero nosotros no podemos hacer nada porque el poder militar sigue gobernando este país'».

En tanto, a mediados de 2010, la Comisión de DDHH de la Cámara de Diputados resolvió oficiar al Consejo de Defensa del Estado para que analizara los antecedentes entregados por la familia Morales y pidiera la reapertura de la investigación. Sin embargo, de acuerdo a una solicitud por Ley de Transparencia realizada por El Ciudadano, el CDE resolvió no contestar el requerimiento de los parlamentarios.

Aunque sólo ha encontrado oídos sordos, Orlando Morales padre aún tiene fe en que el actual comandante en Jefe, general Humberto Oviedo, analice el caso y revierta lo razonado en un proceso interno por el ex oficial Rodolfo Molina, superior denunciado por su hijo, quien concluyó en el sumario que éste se había quitado la vida.

Si tuviera oportunidad de conversar con él, afirmó, le preguntaría qué ocurre con las imposiciones del personal que hace el servicio militar y aquellas correspondientes a los años de servicio que todavía no son devueltos a la madre del cabo.

Luego, sostuvo, «le pediría disculpas por lo que he hablado en 13 años del Ejército de Chile, pero también me gustaría que él reconociera que lo que yo hablo es verdad. Es cierto, no todos son delincuentes, no todos son asesinos y ladrones, pero todos los comandantes en Jefe saben que hay un grupo de delincuentes que funcionan a espaldas de ellos».

«Yo le voy a llevar una carpeta con todos los delincuentes que hoy día trabajan para el Ejército… No voy a pedirle plata ni tampoco indemnizaciones. Yo lo que quiero es sacar la mafia que tienen, que es difícil, pero si llega un general que trabaje de forma honrada, lo va a hacer», concluyó.

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