Entrevista

Claudia Dides: «Si hay un tema que se debiera estar discutiendo urgente es la ley contra la incitación al odio»

A la fundadora de la Corporación Miles le parece "grave" que los medios pongan al mismo nivel a un movimiento neonazi y a un grupo feminista: "La sociedad chilena está por liberar muchas prácticas que no están legisladas. Estamos hablando de que la legislación está muy lejos de una sociedad civilizatoria. Tenemos una legislación muy añeja respecto de las prácticas ciudadanas".

Por Absalón Opazo

10/08/2018

Publicado en

Chile / Entrevistas / Género / Portada

0 0


En un marco de activa movilización feminista, Claudia Dides, socióloga y fundadora de la Corporación Miles, organización que trabaja por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, conversó con Radio Universidad de Chile sobre la coyuntura del movimiento, la objeción de conciencia, el aborto legal y seguro, y el rol de los medios de comunicación.

¿Por qué llegas a este universo de la lucha y el trabajo por las mujeres?

Tiene que ver con varias cosas de mi infancia, de mi familia. Por el lado de mi mamá hay muchas mujeres muy fuertes, profesoras normalistas. En esos tiempos no era fácil estudiar. Y por otro lado, nieta de palestinos, también con mucha lucha. Tuve que salir del país a los 6 años por la dictadura, y me formé con unas monjas colombianas muy potentes en Venezuela. Muy preocupadas de las injusticias sociales. Cuando vuelvo a Chile me meto a participar activamente en temas super concretos. No me metía en discusiones políticas. Yo veía que las mujeres necesitaban plata, los niños no sabían leer. Me daban lata los partidos de izquierda porque eran muy autoritarios y el tema del autoritarismo nunca me lo he bancado. Ahí conocí el mundo feminista, en “Las mujeres por la vida”. Ahí tuve grandes formadoras que venían de muy distintos espacios, muy distintas culturas políticas. Aprendimos con el hacer.

Cuando salí de la universidad me invitaron a participar en el Centro de Bioética y me metí en temas de reproducción asistida y por ahí entré a la salud reproductiva. Cuando más tarde entré a la Flacso, hicimos una encuesta en cuatro países latinoamericanos y ahí nos apareció ese 67 por ciento, al que le dimos tanto uso. El 67 por ciento de la población chilena, hombres y mujeres, estaban de acuerdo con el aborto en tres causales. Era 2009.

¿Te sorprendió la encuesta cuando tuviste la posibilidad de ver ese porcentaje?

Ya se habían hecho algunas encuestas, pero en grupos de mujeres. Esto nos permitía argumentar que la población en Chile sí estaba de acuerdo con el aborto terapéutico. Si teníamos aborto terapéutico hasta 1989, entonces lo mínimo a lo que tenemos que volver es al aborto terapéutico. Aparecieron entonces las tres causales y presentamos esto a los grupos feministas, a los partidos políticos, a médicos, etc., y de ahí se fueron tomando decisiones políticas. El movimiento estuvo el 2009, 2010, 2011 y el 2014 formamos una ONG: Miles, un movimiento por la interrupción del embarazo. Dejamos a los partidos fuera y nos quedamos gente sin partidos.

En ese minuto, cuando comenzó Miles, ¿quiénes fueron tus aliadas?

Rosario Puga, Alejandra Guajardo, Constanza Fernández. Mujeres no militantes, pero mujeres y hombres con mucha convicción. Miles nunca ha sido homogéneo y eso provoca un poco de envidia, de rabia. Nunca recibimos mandato de nadie. Ni de partidos políticos ni de grupos feministas. Tuvimos la capacidad de conversar con todos. En 2013 hicimos un proyecto de ley en tres causales, logramos que 15 parlamentarios lo firmaran, desde la DC al PC, y ese proyecto fue considerado por la agenda de la Presidenta Bachelet. Y ahí ellos hicieron su propio proyecto, ahí tengo mis críticas, fueron muy temerosas, pero igual lo entiendo políticamente.

Se presenta el proyecto, se aprueba, se hace ley, y comienzan los problemas desde la entrada de este Gobierno, partiendo por la objeción de conciencia. ¿Cómo han desarrollado con Miles este tema de la objeción de conciencia?

Hay cuatro partes. Primero, con la primera causal de riesgo de vida de la madre, que antes aparecía como “riesgo de vida futuro”. Ahí perdimos mucho, porque hay enfermedades que no se saben en el primer trimestre de embarazo, que se pueden saber después. El segundo es con violación, que estaba hasta las 18 semanas y se bajó a 14. Eso provoca que desconozcan cuál es la realidad de las niñas embarazadas, que no van a llegar después de que su padre las viola. En general llegan cuando ya están listas para parir. Acá se dejó en menores de 14 años, hasta 14 semanas y en mayores hasta las 12 semanas, lo que implica no conocer la realidad de la violación en Chile. Ir a denunciar, pasar por esa ruta que dura unas dos semanas…

La tercera tiene que ver con el derecho a la información. Hay un artículo que señala que no se puede publicitar, pero el derecho la información es un derecho humano. Nosotros estamos poniendo en nuestra web los lugares en los que se puede abortar por tres causales o los lugares donde no se hacen.

Y lo último es la objeción de conciencia. Uno no puede estar en contra de la objeción de conciencia en general, sin embargo, hay ciertas restricciones para la objeción que tienen que ver con, por ejemplo, cuando trabajas en un servicio público y tienes que atender de manera urgente y no puedes no hacer esa atención humanitaria. Creo que está bien que pueda haber objeción de conciencia personal, pero no institucional. Eso se perdió en el Tribunal Constitucional (TC). Ellos son los responsables, no el parlamento. Eso es muy grave porque marca jurisprudencia y nos deja muy mal a nivel latinoamericano, porque le estamos otorgando conciencia a las instituciones. En Chile todas las personas tienen derecho a ser atendidas. Negarle a una mujer la posibilidad de interrumpir su embarazo en cualquiera de las tres causales es una persona que no respeta los derechos humanos.

Para nosotros es muy importante la formación, capacitación, sensibilización, porque en general la gente no sabe que tiene derechos en el ámbito sexual y reproductivo. Ese es un trabajo a largo plazo. En Chile no tenemos una legislación que incorpore los derechos sexuales y reproductivos, entonces es un trabajo largo. Tenemos un área de investigación y vamos a sacar el nuevo informe de salud sexual y reproductiva a nivel nacional.

¿En qué está la campaña por el aborto libre seguro y gratuito en Chile?

En términos de leyes le decimos aborto legal y seguro. El tema del aborto legal y seguro es una deuda de este país. La convocatoria a la última marcha habla de una transformación cultural del país, donde hoy salir a la calle y decir que estás a favor del aborto legal y seguro no significa que estás matando a nadie, eso se ha ido desmitificando. La sociedad chilena se ha ido moviendo de un espacio conservador a uno más liberal. Todo lo que está pasando, cuando se junta con un desarrollo internacional de los derechos de las mujeres, en el marco de las protestas de estudiantes por acoso y abuso, arma un escenario en el que las mujeres dicen “basta ya”. Es un “basta ya” general, de no respetar los derechos humanos de las mujeres, de no respetar la capacidad que tenemos las mujeres para decidir autónomamente respecto de qué queremos hacer con nuestra vida, con nuestros cuerpos. Eso cala en la sociedad chilena, que logra armar un grupo muy transversal por el aborto legal y seguro, que va desde la posición de las feministas de la Democracia Cristiana. Así se configura un movimiento interesante, pero yo tengo mis dudas respecto de la permanencia.

No  sé si será capaz de estar cuatro años y yo creo que nos vamos a encontrar con varios y distintos proyectos de ley, pero no sé cuál va a ser discutido. Difícilmente va a tener apoyo del Ejecutivo, de la derecha liberal o de la DC. Es un trabajo de largos años y depende mucho de lo que pase en términos políticos. El Presidente ha sido claro en decir que esto no lo va a apoyar de ninguna manera.

Es que esto no tiene que ver ya con un tema político. Es un tema de odio, de agresividad, de vulneración de derechos. Y existe también una responsabilidad de los medios de comunicación…

Hay un punto que tocas que es grave y que tiene muchos ejemplos. La salida de los presos por crímenes de lesa humanidad y la formación de grupos de ultra derecha, de corte nazi, fascista. Son grupos incongruentes con la democracia. Acuchillaron a tres mujeres en una marcha. Eso nunca había pasado en una marcha de mujeres, que tienen el antecedente de ser siempre muy pacíficas. Nunca había habido respuestas violentas de parte de las mujeres. Los que acuchillaron fueron claramente grupos de conservadores recalcitrantes. Si hay un tema que se debiera estar discutiendo urgente es la ley contra la incitación al odio, porque eso nos afecta a todas. Nos hace mal. Provoca mucho miedo. Provoca violencia y que muchas mujeres están siendo amenazadas permanentemente. Hay que hacer un trabajo grande ahí. Un gobierno no puede permitir este tipo de grupos, porque constituyen un atropello a los derechos humanos brutal.

La denuncia constituye un hecho muy importante. Ahora hay que trabajar con violencia sexual. Los hechos de la Iglesia Católica han sido muy dolorosos, para las víctimas y para la gente católica. Debe ser muy duro ver cómo esta institución les mentía. Lo que nos ha enseñado eso es que hay que denunciar. Las decisiones en espacios como los partidos políticos tienen que ser mucho más drásticas en torno a la violencia sexual. Aquí hay responsabilidades políticas, tanto en la iglesia católica como en los partidos, donde tienen que destituir a los que están gobernando las instituciones. Más allá  de los protocolos, que son una cuestión mínima.

A mí me parece grave que los medios pongan al mismo nivel un movimiento neonazi respecto de grupos feministas. La sociedad chilena está por liberar muchas prácticas que no están legisladas. Estamos hablando de que la legislación está muy lejos de una sociedad civilizatoria. Tenemos una legislación muy añeja respecto de las prácticas ciudadanas. Ahí estamos al debe en todo. Los medios tiene un rol muy importante, pero que uno no lo ve por la concentración que hay de los medios. En los programas políticos están los mismos de siempre. Nunca está la sociedad civil como un actor. Tiene que ver con la falta de todos los gobiernos de haber procurado la participación de la sociedad civil en la toma de decisiones.

¿Cómo deberían los medios de comunicación abordar de manera correcta lo que hoy se está haciendo en términos de derechos de la mujer?

Primero el lenguaje. Desde los titulares hasta cómo se tratan los temas. Todos tenemos derecho a cometer errores. Hay que ir aprendiendo e ir enseñando. Lenguaje no sexista, el tratamiento de los hechos. Lo básico es que sean informativos, pero que le sigan el hilo a las noticias. No se hace una mirada de los movimientos sociales dando le el valor social que tienen. El valor social siempre lo tienen los políticos. El parlamento tiene un rol que jugar en esa sociedad democrática, pero los temas no pueden ser tratados solamente por ellos. Ahí hay un error. En eso los medios tiene que cambiar su política.

Publicado en Diario y Radio Universidad de Chile

Foto portada: Radio Cooperativa

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones