Columna de Malucha Pinto: La Comisión de Derechos Humanos de la Convención

"Aplaudo emocionada el trabajo laborioso y amoroso de esta comisión. La hizo con el corazón y eso se valora. Apoyo su quehacer delicado y dulce, el de cada una y cada uno de los que ahí estuvieron escuchando con sus cuerpos vivos las 320 audiencias..."

Por Malucha Pinto, Constituyente

En un nuevo 11 de septiembre me pregunto: ¿Cuándo dejará de doler esta batalla eterna a favor de lo bello? ¿Esta lucha por una poética de la dignidad y la esperanza? ¿Por un mundo fraterno, diverso, que viene desplegándose, porfiado, hace tanto? ¿Cuándo podremos viajar por las arterias rugosas de la memoria y no llorar? Hoy honro y beso las manos y los pies de nuestros muertos y muertas, de Patricia y Fernando Peña Solari, mis primos amados, desaparecidos, devorados por la boca de una noche perversa. Sus bocas y las de todos y todas, están llenas de flores frescas que hablan palabras esplendentes mientras las olas del mar peinan sus cabellos sueltos. El agua salada entra, cadenciosa, por los agujeros que dejaron la tortura y las balas. Ellos y ellas también son parte de este espacio histórico e inédito en un país largo y flaco hecho de muchos. Sus espíritus caminan y se sientan junto a nosotros y nosotras cada día recordándonos la primavera.

Esta convención viene a sanar años de impunidad, años de pendientes en la reparación de tanta atrocidad cometida a los pueblos de las primeras naciones. Años de heridas invisibilizadas de tantos y tantas pobladoras, pobladores, trabajadores de distintas regiones. Las matanzas son demasiadas, la sangre de nuestro pueblo ha sido una y otra vez derramada y esa sangre no es parte de la historia contada. La tierra de Chile, es una tierra herida, ultrajada. Ecocidio lo nombran los más jóvenes.

Tendremos que encontrar los caminos jurídicos para establecer bases nuevas, creativas, para que este país no siga construyendo desde la injusticia, la desigualdad, la vulneración de la tierra, del dolor lacerante, de todos los exilios y, finalmente, podamos vivir en paz. La Paz está preñada de seres humanos, emociones, cuerpos y espíritu. Aplaudo emocionada el trabajo laborioso y amoroso de esta comisión. La hizo con el corazón y eso se valora. Apoyo su quehacer delicado y dulce, el de cada una y cada uno de los que ahí estuvieron escuchando con sus cuerpos vivos las 320 audiencias. Agradezco su labor llena de humanidad, no la dejaron afuera, de eso se trata al final y al principio. Estructuras y normas vendrán a continuación pero esta comisión tiene lo sustancial: HUMANIDAD. Gracias, gracias, gracias por este espacio que se transitó con el cuerpo abierto, habitado y alimentado por el CORAZÓN.

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