La reciente presencia de una delegación del Ejército de Estados Unidos en las obras del Cuerpo Militar del Trabajo (CMT) en la Región de Magallanes, específicamente en el proyecto Vicuña-Yendegaia, volvió a encender las alarmas sobre la soberanía nacional en la Patagonia. La iniciativa busca unir Puerto Williams con el continente mediante una ruta bimodal tierra-mar, con el apoyo proyectado de ingenieros militares de la Texas Army National Guard.
Si bien no se trata de una base militar ni ejercicios conjuntos, la pregunta que nace es si no basta el conocimiento en ingeniería de los equipos nacionales , y por qué recurrir a fuerzas estadounidenses.
Oficialmente, se trata de un intercambio técnico y profesional. Sin embargo, en un territorio tan estratégico como el extremo sur de Chile, la presencia de contingentes militares extranjeros no puede ser vista de manera ingenua.
Patagonia: frontera y botín geoestratégico
La Patagonia no es solo una postal de glaciares y montañas. Es una frontera natural que proyecta a Chile hacia la Antártica, y una reserva de recursos estratégicos: agua dulce, hidrocarburos, biodiversidad y corredores marítimos. Su valor geopolítico ha sido históricamente reconocido por potencias extranjeras que han intentado, directa o indirectamente, influir en su control.
Desde el siglo XIX, cuando exploradores británicos buscaban asegurar rutas en el Estrecho de Magallanes, hasta las tensiones con Argentina en el siglo XX por los canales australes, la Patagonia ha sido escenario de disputas diplomáticas y militares. Hoy, bajo la lógica de la “cooperación internacional”, resurgen viejas tensiones disfrazadas de alianzas técnicas.
Testimonios desde el sur
El Teniente Coronel Rodrigo Vergara Q., jefe del CMT en Punta Arenas, celebró la visita estadounidense como una oportunidad para “intercambiar conocimientos y estrechar vínculos de amistad profesional”. Por su parte, el Capitán Patrick Hussey, del Ejército norteamericano, la calificó como “muy exitosa” para comprender la misión del CMT y planificar entrenamientos conjuntos.
Pero voces críticas de organizaciones sociales de la región que prefieren mantenerse en reserva, en la región advierten que este tipo de acuerdos abren la puerta a una injerencia extranjera en zonas estratégicas. Se ha señalado que el desarrollo de infraestructura en Magallanes debe ser un proyecto nacional, financiado y ejecutado por Chile, y no un espacio donde fuerzas extranjeras ganen presencia y conocimiento del territorio.
Los trabajos de conectividad en zonas extremas cumplen un rol doble: mejoran la calidad de vida de los habitantes y, sobre todo, reafirman la soberanía nacional.
El hecho de que parte de estas obras puedan contar con brigadas extranjeras abre preguntas clave:
- ¿Se está fortaleciendo la autonomía chilena o debilitándola?
- ¿Hasta qué punto la cooperación militar internacional es legítima en áreas sensibles?
- ¿Qué garantías tiene Chile de que el conocimiento adquirido por potencias extranjeras no sea utilizado en beneficio propio en escenarios futuros?
Antecedentes de tensiones históricas
- Conflictos con Argentina: El diferendo del Beagle en los años 70 demostró cuán frágil puede ser la soberanía en el sur si no existe una presencia militar y civil efectiva.
- Interés de potencias extranjeras: Informes históricos muestran cómo Estados Unidos, Reino Unido e incluso Alemania tuvieron interés en la Patagonia por su valor estratégico durante la Guerra Fría.
- Antártica en la mira: El Tratado Antártico limita reclamos territoriales, pero la posición chilena en el continente blanco depende directamente de la proyección desde la Patagonia. Cualquier debilidad allí podría traducirse en un retroceso en la Antártica.
La disyuntiva: cooperación o autonomía
No se trata de rechazar todo intercambio técnico, sino de preguntarse: ¿debe Chile depender del auxilio militar extranjero para obras estratégicas en la Patagonia? La respuesta, para muchos, es evidente. La soberanía no se comparte: se ejerce o se pierde.
La Patagonia es, al mismo tiempo, un laboratorio de desarrollo y un campo de disputa global. Para los chilenos, representa un desafío histórico: consolidar la integración territorial desde la propia capacidad nacional o abrir un espacio que, bajo la retórica de la cooperación, erosione la independencia conquistada a lo largo de la historia.
El Ciudadano