El circo de Parisi:

Cuando el espectáculo reemplaza al debate nacional

Gobernar una nación exige mucho más que frases rimbombantes e insulsas; requiere liderazgo para construir puentes programáticos, no para montar un circo mediático. Nuestro país merece un debate serio para asegurar el mejor amanecer.

Cuando el espectáculo reemplaza al debate nacional

Autor: El Ciudadano
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Por Diego Garrido Padilla

La noche del domingo 16 de noviembre de 2025, Franco Parisi quedó tercero en los comicios presidenciales obteniendo un 19,69% de los votos, consolidando tercer puesto y convirtiéndose en el eje político que determinará la presidencial 2026-2030.

Fiel a su estilo el candidato del PDG (Partido de la Gente) comunicó en un matinal de televisión que invitará a José Antonio Kast y Jeannette Jara a un debate en su programa de YouTubeBad Boys” junto a Pamela Jiles -vaya espacio- y que sus adherentes tendrán la oportunidad de votar en línea para apoyar a uno de los candidatos o votar nulo/blanco.

Pareciera sacado de un capítulo de “Black Mirror” o para los más nostálgicos, “Sábado Gigante”, pero lamentablemente no lo es.

Ante los ojos de cualquier ciudadano pareciera algo correcto, que conecta con ellos y que, para diversos analistas políticos post elecciones, una jugada acertada, de un estratega que lee el tablero mejor que nadie.

Tras la convocatoria, la primera pregunta que surge en la arena política es, estrictamente, táctica: ¿Deben José Antonio Kast y Jeannette Jara aceptar dicha invitación? Desde el Olimpo, el ‘Dios Voto’ le indica a Jara que es una jugada arriesgada pero necesaria, mientras que a Kast se le aconseja aminorar su presencia, considerando sus apoyos ya recibidos. Sin embargo, este análisis elude la preocupación central. Más allá de la estrategia, queda un cuestionamiento mayor: ¿Es esta la forma correcta de resolver algo tan trascendental como el futuro de una nación?

Desde mi óptica, aceptar implica validar el espectáculo deprimente y el circo mediático que Parisi ha montado. La elección presidencial se establece como un espacio crucial para debatir ideas, no para ser una performance de YouTube.

Este fenómeno de priorizar el show sobre la seriedad no es aislado. Basta ver al otro lado de la cordillera la consolidación de un presidente que se presenta con motosierras, que grita en conciertos o que hace el ridículo bailando en Miami. Lo que a primera vista parece una extravagancia local, es la manifestación continental de una política que prioriza el histrionismo por sobre el rigor. Si bien el tiempo nos enseñó a no subestimar a nadie y a dejar dogmas en una democracia sólida, esta tendencia obliga a preguntarse si el fin justifica los medios.

No obstante, hay un factor que no podemos subestimar: el voto obligatorio en el contexto de una sociedad «táctil» y altamente polarizada. Esta medida ha reincorporado a las urnas a votantes desencantados que no buscan necesariamente un programa de gobierno, sino un refugio ante la política tradicional. Parisi, con su discurso de «ni facho ni comunacho», capitaliza esa desafección, entregando una sensación de «no ser parte de lo de siempre», aunque su propuesta de fondo parezca no representar nada tangible.

Por lo anterior, la normalización de este fenómeno es el riesgo mayor. No podemos obviar la advertencia de Álvaro Díaz, uno de los creadores de 31 Minutos, quien señaló que Parisi “corre las fronteras del exceso sin asco y abusa de ocurrencias inaceptables”. Gobernar una nación exige mucho más que frases rimbombantes e insulsas; requiere liderazgo para construir puentes programáticos, no para montar un circo mediático. Nuestro país merece un debate serio para asegurar el mejor amanecer.

Por Diego Garrido Padilla

Administrador Público – Universidad de Antofagasta. Magister Gobierno y Gerencia Pública – Universidad de Chile.

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Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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