REPORTAJE

Curanilahue: La lucha de los campesinos que acusan a Forestales y al Estado de robarles sus tierras

Curanilahue, en los faldeos de la Cordillera de Nahuelbuta, Región del Biobío, es donde se encuentra el fundo Mundo Nuevo, territorio perteneciente a los campesinos del Sindicato de Trabajadores Independientes Nueva Esperanza

Curanilahue, en los faldeos de la Cordillera de Nahuelbuta, Región del Biobío, es donde se encuentra el fundo Mundo Nuevo, territorio perteneciente a los campesinos del Sindicato de Trabajadores Independientes Nueva Esperanza. Este sindicato, con una historia de lucha de décadas, hoy emprende la recuperación de las tierras donde nacieron.

Periódico El Pueblo viajó en marzo a conocerlos, escuchar sus relatos y hacernos parte, difundiendo su historia de lucha. Nos reunimos en la Cabaña, sede que los cobija en la actual recuperación de tierras que han impulsado. Escuchamos los testimonios del presidente del sindicato, Miguel Castillo, sus hermanos y otros integrantes: personas de 12, 50, 60 y 80 años querían ser escuchadas. Este reportaje está basado íntegramente en sus relatos.

Sus padres llegaron al fundo Mundo Nuevo en la década del 30’, siendo familias campesinas de inquilinos provenientes de los fundos cercanos. Este predio tiene una extensión de 5.000 hectáreas y en esa época pertenecía al Servicio Nacional de Salud (SNS), a quienes los campesinos le arrendaron sus parcelas. Ya instalados en esta tierra, las familias conformaron en 1950 la Cooperativa Agraria Mundo Nuevo.

Luego, en el año 1961, la SNS remató la propiedad. Sin embargo, quienes se adjudicaron el fundo en el remate dejaron de pagar las cuotas en 1969, por lo que la compraventa fue anulada. Fue en ese momento que los campesinos conformaron la Cooperativa Campesina Mundo Nuevo, y compraron los derechos litigiosos, convirtiéndose en los legítimos dueños de las tierras. “Incluso, unos años después un organismo fiscalizador de Cooperativas les reconoce la propiedad del fundo”, nos relata Miguel Castillo, presidente del sindicato.

Tras el Golpe de Estado, la empresa Bosques Arauco, junto a un juez, policías y militares, llegaron al predio en 1975 y los acusaron de no ser dueños de las tierras, ya que estas pertenecerían, según ellos, a forestal Arauco. Junto con ello, los amenazan diciéndoles que: “el río es ancho y que balas hay muchas, si no se quieren ir de ahí”. Los integrantes del sindicato nos relatan que muchos campesinos cedieron ante el hostigamiento de la forestal.

El Decreto Ley 2.695 fue dictado en 1979 con el objetivo formal de regularizar la pequeña propiedad de tierras (urbanas y rurales) a fin de que ésta quedara inscrita a nombre de quienes realmente viven en ella. Sin embargo, toda ley tiene carácter de clase, y en un Estado fascista y terrateniente este decreto sirvió a la Forestal Arauco, quien lo utilizó para inscribir más de 3.000 hectáreas del Fundo Mundo Nuevo a nombre de la Forestal y de esta forma legalizar la expulsión que estaban haciendo “de facto” con los campesinos.

Para ello, Arauco argumentó falsamente que en el Fundo no había ocupantes o herederos, aun cuando allí existía la Cooperativa y no habían logrado expulsarlos a todos. Claramente el Ministerio de Bienes Nacionales, que es el encargado de aprobar las solicitudes de este Decreto Ley, entregó las tierras a la Forestal sin exigir que se cumplan los requisitos que el mismo Decreto establece: estar en posesión del inmueble en forma exclusiva y continua, sin violencia ni clandestinidad durante cinco años a lo menos y acreditar que no existe juicio pendiente.

El relato de los campesinos da cuenta de que bajo este Decreto Ley, probablemente se expropió a muchos campesinos que habían logrado cumplir su anhelo de conquistar la tierra.

A pesar de haber sido expropiados, durante los años 80’, 90’ y 2000’, los campesinos han realizado ingresos al fundo, intentando recuperar lo que les pertenece, tanto de hecho como en derecho. Sin embargo, todas las veces han sido hostigados y desalojados por Carabineros y la Forestal, que al llegar al Juzgado no es capaz de presentar papeles que avalen la propiedad.

El año 2015 hicieron ocupación y en esa oportunidad denunciaron que personas pagadas por la Forestal entraron en la noche y destrozaron las construcciones de viviendas iniciadas por ellos. También existe una denuncia contra un carabinero en el Juzgado de Curanilahue y Santa Juana, realizada por Juan José Navarrete, por provocarle graves heridas en un pie con una motosierra, como consta en el expediente.

El 20 de enero de 2018, los sobrevivientes, sus hijos y nietos, comenzaron a dar una nueva lucha por la tierra. Organizados hoy en el Sindicato de Trabajadores Independientes Nueva Esperanza, se encuentran construyendo sus viviendas en la Parcela 1 del Fundo, contando para ello con diversos documentos que acreditan su propiedad: comprobantes de los depósitos efectuados al SNS, certificado de Dominio Vigente, sentencias judiciales dictadas en juicios del año 2002, posesiones efectivas de herencias, etc.

El 13 de marzo pasado vendieron madera de su propiedad a dos dueños de camiones, realizando la venta con todas las formalidades legales (factura, guía de despacho). Sin embargo, la policía interceptó a los dos camiones, acusando a los choferes de robo de madera, pese a que le exhibieron la documentación de que era todo legal.

Los dos choferes fueron detenidos y formalizados en el Juzgado de Garantía de Santa Juana por hurto de madera, en base al testimonio y mentiras de Carabineros, que acusaron un supuesto intento de huida, señalando que ellos presumieron que esa madera pertenecía a Forestal Arauco.

Aunque el Sindicato exhibió la documentación de la propiedad sobre la madera (y del Fundo) en el tribunal, a fin de defender a los choferes injustamente acusados, los camiones fueron requisados y la madera que pertenecía a los campesinos fue entregada a Forestal Arauco, quedando los dos choferes, además, formalizados. Estos aberrantes hechos demuestran la clara desigualdad ante la ley entre los campesinos y el monopolio de la madera.

A pesar de todo, hoy están firmes en su lucha por defender su derecho a la tierra. Están unidos y se van sumando cada vez más involucrados. La rabia de su mirada se funde en la solidaridad alcanzada: “Esto no es una toma, es recuperación”, han señalado enfáticos. Sin duda, la lucha del pueblo mapuche -a unos cientos de kilómetros distante-, ha repercutido en su anhelo y convicción.

Hoy han decidido darse una nueva oportunidad para la lucha, porque ya no quieren esperar más.

Fuente: El Pueblo

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones