De las irrupciones de hoy (o de cómo la derecha y la izquierda unidas pueden ser vencidas)

"El macroproblema, el telón de fondo de estos problemas (líderes populistas, crisis económicas, aumento del malestar expresado en violencia) es la sociedad autoritaria, desarticulada y dependiente que predomina en el mundo entero..."

Por Absalón Opazo

06/05/2021

Publicado en

Chile / Columnas / Política

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Por Esteban Neira

Se ha estado escribiendo y conversando mucho desde que Pamela Jiles entró a la llamada carrera presidencial chilena. Se dice que viene a ser un eslabón más en la deconstrucción de la institucionalidad. Podría contra-argumentarse que la profunda deconstrucción a la que de veras nos enfrentamos, a escala mundial, es la del ecocidio, propiciada por un sistema de dominación que es aplicado, como un cáncer implacable y explotador, en lo político, social, económico, cultural, etcétera.

La ineficacia del sistema, dadas las oleadas tecnológicas, las nuevas formas de “trabajo informal” y la proliferación de diversas microorganizaciones, junto al aumento de las pobrezas y a la utilización de toda clase de catástrofes con el fin de preservar lo establecido, es a estas alturas innegable, y es al mismo tiempo el caldo de cultivo de estos “liderazgos-problema”.

Pero el macroproblema, el telón de fondo de estos problemas (líderes populistas, crisis económicas, aumento del malestar expresado en violencia) es la sociedad autoritaria, desarticulada y dependiente que predomina en el mundo entero. Con un fuerte sentimiento de personas-objeto, sin posibilidad de opinión decisiva ante enormes estructuras jerárquicas, paterno-normativas, la esperanza se está dando sola, como una revolución espontánea, en que resulta obvio que la sociedad patriarcal, y la civilización misma, está llegando a su término, tal como la conocemos.

La patología colectiva de la agresividad competitiva (oral, como en el caso de Jiles), de la pérdida de autoestima o autoconfianza, y de la frustración, debido a las infrasatisfacciones en la búsqueda de compensaciones inmediatas, es también una consecuencia esperable. Las masas frustradas necesitan que alguien poseedor de ese mismo rasgo les hable. Son masas dominadas por el formalismo, en el cual el fondo de las cosas importan poco, sobrevalorando la simple comparación presuntuosa de las “redes sociales”.

Si bien todos podemos-debemos aportar a encontrar caminos de solución, de apertura, éstos no se encuentran únicamente en lo cientificista, racional, mecanicista de nuestra corteza cerebral, que es ciego a la causa primaria, subyacente y principal de este macroproblema. No podemos seguir ignorando esos aspectos que no queremos ver en nosotros mismos, nuestros aspectos materno-emocional e infantil-organísmico, fundamentales en la generación de procesos sinérgicos y asociativos a nivel individual y social.

Para nadie es novedad cómo la pandemia ha dejado de manifiesto la dependencia de los países pobres respecto a las dádivas de los ricos para conseguir las ansiadas vacunas. Para nadie es un misterio que seguimos pensando en armas, guerras, codicia, aversión a lo diferente. Esto sólo se puede combatir si empezamos a hablar de autodependencia, autogestión, autodesenvolvimiento, autoadministración, a la par de la regeneración y revitalización de los tejidos individuales y sociales dañados por la degradación de nuestras conciencias.

Yendo a estas irrupciones de liderazgos, nos está quedando claro que así como los fanáticos de ayer (Hitler), los dominantes-avasalladores del Norte (Trump) pueden ser muy dañinos, pero también lo son aquellos liderazgos que, con un sentimiento basado en la deficiencia, necesitan aniquilar (y autoaniquilarse) para conseguir algún objetivo, aunque una vez conseguido, se vuelven a frustrar.

Quizás para una época de intensas demandas, reclamos, quejas, exigencias, personas idealizadoras de las clases privilegiadas y superiores a las que rechazan (pero necesitan al mismo tiempo) puedan representar momentáneamente ese “algo” que se anhela. Sin embargo, seguiremos siendo siempre un sistema de relaciones, y podemos-debemos distribuir los recursos conforme a las necesidades de los grupos y sectores sociales.

“La solidaridad que se da es solidaridad que crece, el conocimiento que se entrega es conocimiento que se expande” dice Manfred Max-Neef. Otro chileno notable, Claudio Naranjo, dice que la sociedad patriarcal agoniza porque es necesario abandonar esta condición larval para llegar a ser como auténticas mariposas. La actualización de los individuos de la especie humana, y la construcción de una sociedad completa, sana, solidaria, retroalimentada, heterárquica, equilibrada e integrada, es, a pesar de todo, posible.

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