El activista la recuerda a tres años de su muerte

El Che de los Gays: «La muerte de Hija de Perra fue un llamado de alerta al VIH»

"Transitó a espacios que conjugaron el arte y las políticas sexuales feministas, entrecruzando fiestas temáticas, conferencias sexuales en universidades", afirma Víctor Hugo Robles.

Por Nicolás Massai

25/08/2017

Publicado en

Chile / Diversidad / Portada / Sociedad

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Foto: Jorge Matta

La noche del lunes 25 de agosto de 2014 falleció una de las figuras actuales más reconocidas y transgresoras del underground y la cultura queer en Chile y Latinoamérica, el artista Víctor Hugo Pérez.

Bajo su alter ego «Hija de Perra» -vinculado a la performance, el transformismo y la lucha por las minorías sexuales-, Pérez desarrolló un trabajo único en sus shows apelando a un humor y a una estética irónica y bizarra, pero al mismo tiempo haciendo visible un discurso político contra el machismo, la discriminación, el clasismo y la poca educación sexual que reciben jóvenes y adultos con respectos al sexo.

A tres años de su partida, recordamos junto al activista Víctor Hugo Robles, «El Che de los Gays», el legado contestatario de la querida «Hija de Perra».

¿Quién era y qué representaba Wally, más conocido como «Hija de Perra»?

«Hija de Perra» surgió desde los escenarios marginales y nocturnos. Se construyó en el festejo alternativo de la disidencia sexual, en donde inicialmente solo ocupó el espacio escénico-teatral. Se presentaba como una post identidad de ficción instalada en espectáculos musicales, obras de teatro, videoclips y cortometrajes de locura galardonada. Ya con el tiempo su sensible estética camp-popular, exagerada e irónica, transitó a espacios que conjugaron el arte y las políticas sexuales feministas, entrecruzando fiestas temáticas, conferencias sexuales en universidades, incluida la conservadora y antiabortista Universidad Católica de Chile.

Destaco de su loca e intensa trayectoria las charlas sobre las enfermedades venéreas que ofrecía en diferentes espacios públicos con su compañera «Irina La Loca» y sus comentadas performances e intervenciones en las Marchas del Orgullo Gay/Lésbico/Trans local. En esos espacios universitarios y callejeros nos encontrábamos muchas veces, siempre afectuosa, siempre cómplice y siempre generosa. 

¿Cómo recuerdas su muerte, qué impacto provocó, cómo interpretaste su partida?

El triste y doloroso fallecimiento de «Hija de Perra» dejó un forado político-cultural en nuestra loca comunidad de la disidencia sexual. Un hueco en un doble y simbólico sentido. Hueco por ser un espacio a llenar por diversos activismos-activistas que buscan y desean continuar su inigualable huella. Hueco o hueca por marica, cola, colipata. Huecos rellenos por personas huecas de homonormatividad –como gritábamos junto a La Perra– cuando marchamos revueltas en el llamado Orgullo; posando, resistiendo, caminando, contaminado, transformando y abriendo de par en par –a puro taco alto– no solo las emblemáticas Grandes Alamedas del compañero presidente Salvador Allende, sino que todas las calles, puertas, cielos e inmundos infiernos, liberando un desbordante palpitar siempre desviado, siempre anormal, nunca, nunca, jamás igualado. «Hija de Perra» no ha muerto, vive entre nosotras, en nuestras luchas cotidianas.

Las causas de su fallecimiento no se conocieron abiertamente desde un principio. ¿Por qué razones crees que se reservó la información, pensando que su personaje siempre se presentó como atrevido y contracultural?  

Existen muchas razones, todas ellas comprensibles en el marco social-cultural donde vivimos. Quienes luchamos porfiadamente por las libertades sexuales en Chile y nos cruzamos como perras calientes en los excluidos espacios de la cultura alternativa, el glamour performero post identitario y el activismo político comunitario, no lloramos, aunque sí extrañamos mucho, muchísimo a «Hija de Perra». Su alarmante muerte producto del inexcusable descuido médico, la burocracia sanitaria e institucional y los efectos propios del VIH/SIDA, se transformaron en un punzante llamado de atención para alumbrar nuestras acciones políticas-comunitarias de hoy, porque en vida «Hija de Perra», la profesora, la Gabriela Mistral de la postmodernidad, la obrera de la visibilidad de lo inmundamente invisible, murió reservando las misteriosas razones en su juvenil última escena.

Foto: Joaco Pavez

Pareciera una contradicción…

Sí, tal vez una metáfora de lo visible e invisible, porque operando en contrasentido la más pública de todas nosotras, la más perra de todas las perras, guardó en su cuarto propio su estado serológico, aquellas limitadas e inhumanas políticas públicas del VIH/SIDA. Sin embargo, transcurrido un tiempo de su partida, pudimos hablar públicamente de todo aquello y se desarrolló una ardua lucha en contra de la Clínica Dávila que estaba presionando a la madre de «Hija de Perra» cobrándole una millonaria e inhumana deuda hospitalaria. El reconocimiento de su muerte, el asumir lo que había ocurrido, la rabia de sus amigas transformada en movilización social, sumado a la fuerza de Rosa Peñaloza, la madre de Víctor Hugo Pérez («Hija de Perra») fue fundamental para liberar esa deuda injusta y enfocarse desde ahora en la memoria más política, social y contracultural del personaje ahora hecho leyenda.

¿La muerte de «Hija de Perra», considerando lo que ocurre con el VIH/SIDA hoy, tiene algún mensaje, alguna luz de alerta?

Yo creo que sí, porque ahora se vuelven a prender las luces rojas de la transmisión del VIH/SIDA y las Infecciones de Transmisión Sexual en nuestras comunidades sexo diversas de Chile. Entonces más que nunca debemos reforzar los esfuerzos por las urgentes y necesarias políticas de prevención comunitaria más allá de las agendas corporativas de los derechos civiles de organizaciones como Movilh e Iguales, porque sin cuerpos con los que desear, no será posible vivir ni gozar de nuestros legítimos derechos.

No te hemos visto participar activamente como otros años en los actos de conmemoración por la muerte de «Hija de Perra» este 2017. ¿Por qué?

He tenido mucho trabajo, la crisis del VIH/SIDA ha implicado muchísimo tiempo y trabajo en redes. Yo conmemoro y recuerdo a «Hija de Perra» activando sentidos, luchando día y noche. Quise ir a la inauguración de las actividades, pero justo ese mismo día un grupo de compañeros y compañeras activistas del VIH/SIDA se tomaron la sede de la Organización Panamericana de la Salud OPS exigiendo respuesta por la exclusión de colectivos que trabajan en la prevención del VIH/SIDA en Chile. De todos modos, me siento muy comprometido con la lucha de «Hija de Perra» y particularmente con el trabajo y esmero de mi querida Rosita Peñaloza, porque ella, la Rosita, ha sido y será para mí la guardiana e impulsora más legítima y más comprometida de la memoria social-cultural de nuestra entrañable e inolvidable «Hija de Perra».

Foto: Caleb Gutiérrez

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