“¡Es niñita, es niñita!”: Naturalización y resistencias al machismo entre los hombres

Frente a una formación basada en estereotipos patriarcales que los varones continúan repitiendo y heredando, surgen experiencias que buscan deconstruir y resignificar la “masculinidad”.

Por Daniel Labbé Yáñez

02/08/2016

Publicado en

Chile / Género / Portada / Sexualidad / Sociedad

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Foto: hercampus.com

Foto: hercampus.com

Si es hombrecito, azul; si es mujercita, rosado. Si llora, es “maricón”. Si no juega a la pelota, “¡es niñita, es niñita!” Estos son solo algunos ejemplos de cómo la construcción de lo que nuestra sociedad ha asumido como “la masculinidad” se ha basado históricamente en una serie de estereotipos y roles que tanto hombres como mujeres hemos ido asumiendo desde pequeños como naturales, perpetuándolos, heredándolos a nuestros hijos e hijas, inconscientes muchas veces de su profunda y perjudicial carga machista.

Generalmente se trata de micromachismos. El término fue acuñado en 1990 por el español Luis Bonino, psicoterapeuta y coordinador del Centro de Estudios de la Condición Masculina en Madrid, quien desde hace 40 años trabaja en la promoción de la igualdad entre hombres y mujeres. “Son actitudes de denominación ‘suave’ o de ‘bajísima intensidad’, formas o modos larvados y negados de abuso e imposición en la vida cotidiana. Son, específicamente, hábiles artes de dominio, comportamientos sutiles e insidiosos, reiterativos y casi invisibles que los varones ejecutan permanentemente”, sostiene el especialista.

Expresiones y acciones que pasan inadvertidas o se ven relativizadas frente a la violencia del machismo más directo y explícito. Sin embargo, contribuyen enormemente a la consolidación de una sociedad patriarcal que, por una parte, define al hombre en función de la anulación y denigración del género femenino, y, por otra, termina por esclavizar al mismo varón a la hora de construir su masculinidad.

Los ejemplos de esto último abundan y van desde cuestiones sutiles, como prohibirle jugar con muñecas cuando niño, limitarlo en los colores de ropa que “debe” usar o avergonzarlo cuando sea una mujer quien pague la cuenta en un restaurante, hasta otras más estructurales, como continuar asignándole la responsabilidad de ser el sostén de la familia o excluirlo de determinados trabajos ejercidos tradicionalmente por mujeres.

Foto para web

Una realidad compleja que -no obstante su fuerte arraigo- enfrenta hoy cuestionamientos y resistencias que buscan deconstruir el machismo desde el propio género y resignificar lo masculino.

LOS POROTOS

Una de esas experiencias es el Kolectivo Poroto, agrupación que desde hace 10 años reúne a un grupo de hombres con el fin de discutir, cuestionar y accionar frente a la cultura machista. Una tarea difícil, compleja, dice Claudio Barahona, miembro de la organización, quien sostiene que un cambio de conducta no pasa solamente por visibilizarla en términos racionales. “Debe haber una constante vigilancia sobre qué es lo que te está haciendo sentido transformar en tus prácticas o los cambios culturales que tú puedes generar. Cosas pequeñas como, por ejemplo, el ejercicio de la palabra. Si tú estás en un grupo mixto, generalmente somos los hombres los que ocupamos más la palabra”, ejemplifica.

“Es súper complejo. No existe un modo ‘no machista’”, añade Luis Sáez, su compañero en Poroto. “Tú puedes posicionarte, tomar conciencia y hacer pequeñas transformaciones, pero igual el patriarcado es hegemónico, totalizante, todo está inscrito dentro de eso, de lo patriarcal, de lo capitalista, son parte de lo mismo”, dice.

Kolectivo Poroto marcha

Luis apunta, además, que a ello contribuyen otros elementos como, por ejemplo, los medios de comunicación que “operan también adentro de la lógica de mercado y como ésta tiene que ver con la lógica machista, si te sales de ella no vas a vender”, explica.

LOS INBANOS

El pasado 24 de mayo un grupo de alumnas del Liceo n° 1 de Niñas Javiera Carrera de Santiago salió a la calle para realizar una simbólica y potente protesta. “Piden igualdad y calidad, pero al momento de marchar gritar sin pensar”, se leía en el lienzo que portaban. La crítica apuntaba a los estudiantes del Internado Nacional Barros Arana (INBA). En el marco de la marcha inbana con que tradicionalmente celebran un nuevo aniversario, cuando ésta pasa por fuera del Liceo de Niñas los hombres acostumbran a insultarlas a través de cánticos, como aquel que dice “¡Que se asomen las maracas!”.

Una “tradición” que, afortunadamente, no solo es resistida y cuestionada por las estudiantes del Javiera Carrera, sino que también al interior del mismo INBA, donde desde hace aproximadamente un año existe la llamada Secretaría de Masculinidades y Sexualidad, Semasex. Formada en la actualidad por 11 alumnos y la profesora Elizabeth Llanquinao, la instancia trata justamente temáticas relacionadas al género y a la diversidad sexual a partir de una mirada crítica y feminista.

Una inquietud que, explica Nicolás Valenzuela, uno de sus integrantes, surge “principalmente por un tema de empatía hacia quienes son oprimidas y oprimidos por el sistema patriarcal; todas y todos a quienes se nos obliga a actuar y pensar de cierta forma, bajo roles de género impuestos y asignados por la heteronormatividad imperante”.

semasex calle

Foto gentileza Semasex

Una realidad que se traduce -sostiene Valenzuela- “en creer que el sexo femenino existe al servicio y deleite del sexo masculino”. Ahí están, dice, “la ‘broma’ sexista o los piropos hacia las profesoras, compañeras de otros liceos, hacia el ‘compañero gay’”, todos comentarios machistas que “se expresan en la cotidianidad, en las aulas, pasillos, recreos, sala de profesores y otros espacios de socialización que reproducen estos comportamientos y los refuerzan, siendo de esta manera naturalizados”, añade.

Experiencias como la del Kolectivo Poroto y Semasex resultan rupturistas para muchos y muchas en un escenario político donde los cuestionamientos al machismo surgen básicamente cuando este alcanza su expresión más brutal, cuando nuevamente un hombre le arranca los ojos a una mujer.

El contraste es golpeador y la tarea cuesta arriba. Mientras los estudiantes de la Semasex trabajan para “desarrollar un proceso en el cual podamos abolir las conductas misóginas y patriarcales”, como dice el inbano Bairon Pilquin, en la Cámara de Diputados puede perfectamente resultar gracioso que su Presidente agradezca con un “piropo” la intervención de una parlamentaria, paradójicamente, respecto al acoso callejero.

Por Daniel Labbé Yáñez

*Artículo publicado en la edición n° 185 de El Ciudadano

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