El teatro estaba repleto. No quedaba ni una sola butaca vacía en la sala A2 del Centro Cultural Gabriela Mistral. Asistir a un teatro lleno un día jueves por la noche en medio del gélido invierno santiaguino, hace sentir que Santiago vibra con el teatro. La convocatoria sin duda es un indicador de que la puesta en escena ha concitado el interés del público capitalino. Los comentarios de boca en boca hablan de una obra que hay que ver.
Las luces se encienden a la vez que se nos van presentando los personajes. El futuro ha sido secuestrado.
Con mordacidad exultante los diálogos se intercalan en una coordinación cronométrica que casi no deja respiro. Tres historias entrecruzadas se presentan de manera vertiginosa construidas en base a un guion que hace reír a carcajadas de forma intermitente. Pero no son risas vacías las que genera esta obra estrenada en en Gam. Se trata de una pieza que nos hace reflexionar sobre el Chile actual y sobretodo el cambio social que experimentamos con la instalación y predominancia del individualismo como piedra angular de nuestra cultura. En contraste a ello, lo colectivo se ve menoscabado. El tema no es abordado de forma densa y dramática, todo lo contrario, haciendo uso de una ironía exquisita, se ridiculiza y cuestiona el sentido de comunidad y solidaridad en una sociedad amenazada por foráneos y mendigos que avanza en caída libre por el despeñadero de la inequidad. La violencia reina en el espacio público que se ve permeado de miedo. El futuro ha sido secuestrado.
En “Estampida Humana” el ridículo se viste de colores brillantes y luces estrepitosas para sumergirnos en el absurdo de la célula de carabineros antifascistas y terroristas; la anciana que por error se hizo experta en la psicología de los electrodomésticos soviéticos o el joven progre que frente a la amenaza callejera, se va derechizando cada vez más.
Una escenografía sencilla pero modular es útil para transportar al espectador a diferentes lugares entre escena y escena. Nos sitúa en el edificio de departamentos, en la plaza tomada por las personas en situación de calle, en el Chile de ayer y de hoy. Las proyecciones audiovisuales sobre el muro, nutren la obra de un dinamismo y complejidad visual que se agradece al incorporar elementos del cine al teatro con una estética ochentena.
Un diseño de vestuario que parece hacer guiños a estilo de Almodóvar acompañado de luces coloridas, generan una atmósfera a ratos onírica que se ve reforzada por el uso de efectos especiales perfectamente ejecutados.
El elenco intercambia personajes entre las historias que se superponen, donde lo central parece estar más en el libreto que en las interpretaciones. No obstante, actores y actrices brillan en su capacidad de generar momentos realmente cómicos.
Carlos Donoso, Paulina Giglio, Gabriel Cañas, Gabriel Urzúa y Guilherme Sepúlveda de la Compañía Bonobo invitan a la destacada Coca Guazzini para montar esta obra que repletó las salas en su pre estreno en Santiago a Mil y que este fin de semana termina una exitosa temporada de estreno en el Gam, principal centro artístico y cultural del centro de la ciudad.
Andreina Olivarí y Pablo Manzi en la dramaturgia y dirección, elaboran una puesta en escena que entretiene de principio a fin y que exalta el absurdo para reírnos de buena gana de nosotros mismos y la ecléctica sociedad chilena actual.
Por Sebastián Saá.
Fotos de Daniel Corvillón
Dramaturgia: Pablo Manzi | Dirección: Andreina Olivari y Pablo Manzi | Elenco: Carlos Donoso, Paulina Giglio, Gabriel Cañas, Gabriel Urzúa, Guilherme Sepúlveda, Coca Guazzini | Diseñador integral: Juan Andrés Rivera y Felipe Olivares | Diseño audiovisual y jefe técnico: Alex Waghorn | Música: Daniel Marabolí | Pelucas y postizos: Carla Casali | Productora: Alessandra Massardo.


