Por Morín Ortiz
Bajo un sol de invierno en el patio de Miraflores 724, primer Sitio de Memoria en La Araucanía, recientemente inaugurado por la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos de la región (AFDD y EP), su presidente, Carlos Oliva Troncoso, intenta resumir la vida de su hermano Lalo, como lo recuerda con cariño. Su andar político en Chile como joven dirigente estudiantil y las decisiones que lo llevaron a ser declarado por las autoridades de la Universidad Católica de Temuco como «sujeto indeseable».
Después del Golpe de Estado en Chile, ambos hermanos, Carlos y Víctor Oliva Troncoso estuvieron presos en la Fuerza Aérea de Maquehue: «Salí yo primero en libertad, después salió él. Luego, lo volvieron a tomar preso. Mi papá, a través de un familiar que conocía a un oficial dentro del regimiento, lo logró sacar una tarde de octubre del 73. Pero el oficial mandó un recado: las autoridades de la Universidad Católica habían pedido eliminar a mi hermano, porque era un sujeto indeseable».
El oficial recomendó que se fuera del país, porque de seguro la próxima vez no iba a poder ayudar. «Lalo se fue porque mi mamá llorando le pidió que se fuera, para que salvara la vida. Mi papá lo fue a dejar a la frontera», recuerda Carlos.
Víctor era militante del MIR, estudiante de Pedagogía en la UCT, estaba al día con sus asignaturas y era seleccionado universitario de fútbol, básquetbol y voleibol. Tras su exilio, fue exonerado político en Argentina, estudiante de Pedagogía en Filosofía y Letras de la Universidad Nacional del Sur y militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores, PRT.
Cursaba segundo año en 1975 cuando fue secuestrado por la Triple A, la Alianza Anticomunista Argentina, en pleno centro de Bahía Blanca, cerca de las dos de la tarde. Lo encontraron el 2 de julio en un campo a las afueras, acribillado con 36 impactos de bala, semidesnudo. Junto a él, cuatro ejemplares de El Combatiente, el Diario del PRT.
Dos meses antes, en pleno barrio universitario, le pusieron un arma en la cabeza y le dijeron que se cuidara: la ACNUR -Agencia de la ONU para los refugiados- le ofreció llevarlo a México. Él no quiso, deseaba volver a Chile.
Tenía 23 años. Un tío que vivía en Cipolletti se hizo cargo de sepultarlo. «En 1986, en plena dictadura, mi padre hizo los trámites legales y retornaron su cuerpo. Como padre ahora, es un gesto que me conmueve, el haber arriesgado tanto para traerlo a Temuco», señala su hermano Carlos Oliva.
Anteriormente, su padre también fue prisionero político. Lalo, su padre y su madre están sepultados en el Cementerio Parque del Recuerdo en Temuco.
¿Papá, y el tío? El inicio de la búsqueda por justicia
Por el año 2011 en Temuco se conformó la Comisión Jurídica al interior de la Agrupación de Familiares y Ejecutados Políticos de la Araucanía. Hicieron el catastro de todas las víctimas de la región con resultado de muerte, ejecución política o detención forzada en las causas que hubo en dictadura hasta ese momento en el Poder Judicial. Detectaron a 44 personas que nunca habían tenido una resolución judicial.
El 11 de septiembre del 2013, para los 40 años del Golpe de Estado, como AFDD y EP de la Araucanía, presentaron las querellas criminales representadas por el abogado Sebastián Saavedra y la abogada Carolina Contreras del Centro de Investigación y Defensa Sur. Después de la conmemoración en el Memorial de Balmaceda, luego de trasladar las sillas y los equipos, Carlos y su hija Daniela llegaron a su casa y ella le dice: «¿Papá, y el tío?».
«El asesinato fue cometido en Argentina, entonces no se podía investigar en Chile, así que de ahí salió el desafío. Mis papás ya estaban fallecidos los dos, ellos nunca tuvieron en su horizonte intentar algo así», recuerda Carlos.
El 2014 fueron padre e hija a Bahía Blanca, a reconstruir la historia y juntar antecedentes para presentar una querella que se sumó a la investigación llevada a cabo por la Fiscalía de DD.HH. en Bahía Blanca, por las 24 personas asesinadas por cuatro sicarios de la Alianza Argentina Anticomunista. Están acusados en primera instancia por estos crímenes: el único extranjero era Víctor Oliva Troncoso.
Todavía no pasa a la segunda instancia -Cámara Federal- y posteriormente, irá a la Suprema. Es decir, quedan años de espera.
La memoria: Activación para el presente y el futuro
Para los 50 años del asesinato de Víctor Oliva Troncoso, la UCT, su primera casa de estudios, será el lugar de encuentro para una serie de actividades conmemorativas. También lo fue cuando se cumplieron 30 años. En palabras de Carlos, esta es una manera de asumir las responsabilidades de la institucionalidad «porque la Universidad Católica tiene responsabilidad respecto a las violaciones de derechos humanos que sufrió mi hermano».
Hay un Memorial en el Campus Menchaca Lira que se instaló tras la iniciativa de su familia.
«En las universidades donde hay gente joven, tienen que conocer lo que pasó. Ser capaces de adquirir conocimiento pleno de qué son los Derechos Humanos, quiénes los violan y cómo se pueden defender. Un conocimiento que irradie para todos, de modo que sea un consenso civilizatorio que tengamos como sociedad. Porque en el mundo y en esta región se violan los derechos humanos de manera constante», enfatizó Carlos.
La invitación, abierta a la comunidad, es para el jueves 3 de julio, a las 17:00 horas, en el Auditorio H2 del Campus San Francisco, ubicado en Manuel Montt 056, Temuco. Se exhibirá el estreno documental sobre su vida, dirigido por Guido Brevis. Habrá un diálogo con el documentalista, su familia, amistades de Chile y Argentina y público asistente. Convocan: AFDD y EP Araucanía, Colectivo Trufken y Universidad Católica de Temuco.

El Ciudadano