Columna de opinión

Extender el postnatal a 12 meses: un derecho, no un privilegio

Invertir en un postnatal extendido es apostar por la prevención y por la equidad. Países como Suecia, Noruega o Canadá ya cuentan con postnatales de 12 a 16 meses, acompañados de políticas laborales flexibles y cultura de corresponsabilidad. No por casualidad presentan mejores índices de salud, de equidad de género y de bienestar social.

Extender el postnatal a 12 meses: un derecho, no un privilegio

Autor: El Ciudadano

Por Leslie Power

En Chile, el 96 % de las mujeres inicia la lactancia inmediatamente después del parto. Es una cifra alentadora que demuestra que las madres quieren amamantar, que desean ofrecer a sus hijxs el alimento más completo y natural que existe. Sin embargo, al llegar al sexto mes, esa cifra desciende abruptamente al 43 %. ¿Qué ocurre en ese trayecto? La respuesta es tan simple como dolorosa: las madres se ven obligadas a volver al trabajo, muchas veces sin condiciones adecuadas para compatibilizar la crianza, la lactancia y la vida laboral.

Hoy el postnatal contempla 24 semanas a jornada completa o 18 semanas si se opta por media jornada. Aunque significó un avance en su momento, está muy lejos de garantizar la lactancia exclusiva que recomienda la OMS durante los primeros seis meses. Además, la corresponsabilidad es casi simbólica; los padres tienen solo cinco días de permiso y apenas un 0,2 % utiliza el traspaso del postnatal parental. Así, la carga del cuidado continúa siendo asumida de manera casi exclusiva por las mujeres, reproduciendo la desigualdad estructural que vivimos.

La discusión que hoy se lleva a cabo en el Congreso sobre extender el postnatal a 12 meses es, por lo tanto, una urgencia impostergable. No es un beneficio, ni mucho menos un privilegio; es un derecho. Según la Cepal, el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado representa el 22 % del PIB ampliado de la región. En Chile, el 67 % de esa carga recae en las mujeres. Es decir, cada día las mujeres aportamos miles de millones al funcionamiento de la sociedad sin que ese esfuerzo tenga reconocimiento económico ni protección social.

Además de ser una cuestión de justicia, extender el postnatal es una inversión inteligente. Estudios muestran que la alimentación con fórmula puede triplicar los gastos médicos en comparación con la lactancia materna. En nuestro país, las familias que optan por leche artificial gastan en promedio $100.000 pesos adicionales al mes, entre fórmulas, medicamentos y consultas. Por otro lado, los beneficios en salud son innumerables: menor riesgo de infecciones respiratorias y gastrointestinales, de obesidad y de diabetes en la infancia, así como menor riesgo de cáncer de mama y ovario en las madres.

Invertir en un postnatal extendido es apostar por la prevención y por la equidad. Países como Suecia, Noruega o Canadá ya cuentan con postnatales de 12 a 16 meses, acompañados de políticas laborales flexibles y cultura de corresponsabilidad. No por casualidad presentan mejores índices de salud, de equidad de género y de bienestar social.

En Chile, seguimos arrastrando una visión productivista que mide el valor de las personas en función de las horas trabajadas en el mercado, ignorando que el cuidado es la base de toda economía. Sin cuidado no hay infancia sana, no hay ciudadanía plena, no hay futuro sostenible.

El llamado al Congreso y al Gobierno es a legislar con la vida al centro, no con las planillas Excel como única brújula, mientras que el de la ciudadanía es a defender la maternidad, la paternidad y la lactancia como bienes comunes. Un Chile que cuida a sus hijxs y a sus madres es un Chile más justo y resiliente.

Por Leslie Power

Psicóloga clínica


Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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