Hassan Akram: «Chile necesita despinochetizar su educación»

El economista británico y Doctor en Ciencias Sociales y Políticas de la U. de Cambridge, lleva más de 10 años radicado en el país, fanático de su música y su cultura, pero crítico de la élite, a la que califica como “rasca” e “ignorante”. Con raíces en el Himalaya indio, Hassan Akram asegura que Jaime Guzmán ha sido el mejor intelectual que ha dado el país, que Chile aún necesita una ‘despinochetización’ de su educación, que Milei no podrá cumplir con sus promesas de campaña y que este segundo proceso constitucional nunca debió ocurrir.

Hassan Akram: «Chile necesita despinochetizar su educación»

Autor: El Ciudadano

Por Juan Pablo Arévalo

Hassan Akram (Londres, 1984) dice que él es uno de los pocos británicos que piensa que los chilenos son los ingleses de Sudamérica.

«Cuando me bajé del avión en Chile (venía de dos años de trabajar en la Venezuela de Hugo Chávez) vi que la gente en general estaba medio enojada, y pensé ‘maravilloso’, ese enojo chileno es muy británico. Además, si por ejemplo vas a Argentina te van a decir ‘este es el mejor país del mundo’, con ese nacionalismo exorbitante que tienen; el venezolano lo mismo, el mejor país del mundo. Pero si uno le pregunta a un chileno cómo es su país, te dice que es un desastre, el peor del mundo, lo mismo que los ingleses. Es una capacidad de reírse de uno mismo, de ser autocríticos, que se vincula a un país con un profundo caldo cultural».

«Ahora, digo que son los ingleses de Sudamérica, pero no comparo con Inglaterra, comparo con Venezuela, con Argentina, y acá tenemos claramente una cultura más anglosajona y me siento más cómodo», dice desde su oficina en la Universidad Diego Portales, facultad a la que llegó en 2010 como investigador visitante por invitación de Carlos Peña. Además, es director de la sede chilena de la universidad norteamericana Wake Forest.

¿Y qué cosas no te han gustado de Chile?

«Yo creo que la élite que tienen, es muy bananera, son súper ignorantes en general. En Europa hay una regularidad sociológica donde las personas con más dinero, porque tienen más tiempo y suelen tener mejor educación, tienden a tener una sofisticación cultural mayor. Acá, con más dinero son más vulgares. Me ha sorprendido de manera desagradable el muy bajo nivel de la élite chilena. En Inglaterra enseñan que la nobleza obliga, entonces la élite es súper consciente de sus privilegios y tienen una austeridad autoimpuesta. Eso de que preguntan de qué colegio saliste, eso allá nunca se ve porque es mal visto».

Hassan Akram se crió en Londres junto a sus padres y sus dos hermanas menores, quienes hoy trabajan en el Servicio Nacional de Salud de Inglaterra. «Mis padres nos inculcaron siempre el servicio público, la vocación de ayudar al otro», dice.

De joven se recuerda como un alumno enamorado de la poesía, la historia y la literatura inglesa. «Realmente disfrutaba de las cosas culturales que me entregaba el colegio». De a poco se interesó por las ciencias sociales y se inclinó por estudiar economía de desarrollo. «Tuve siempre muy claro que en la distribución económica del mundo hay personas muriendo de hambre todos los días en un planeta con suficiente comida».

Así, comenzó a trabajar en proyectos de superación de la pobreza en Camboya para Naciones Unidas y luego viajó a Venezuela, para trabajar en el Ministerio de Desarrollo, en pleno auge petrolero del país y con Hugo Chávez en el poder.

¿Qué impresión te dio trabajar con Hugo Chávez?

«Chávez era un personaje de la historia, sin duda, tenía la personalidad estereotípica de un maestro del pueblo, con una real capacidad de hechizo. Hablaba, se reía, sacaba la guitarra, cantaba. Y se olvida, pero él llevó a cabo un plan de erradicación de la pobreza en el país, el plan Misión Cristo, y las cifras indicaban que la malnutrición en Venezuela se había reducido en un 300%. Por eso incluso recibieron un reconocimiento de la FAO de Naciones Unidas, por su trabajo en reducir la malnutrición».

Pero el choque cultural con Venezuela fue mucho y luego de dos años Akram volvió a Londres. «El choque con el país fue tremendo. Recuerdo que el jefe de la división me dijo que me quitara ese complejo anglosajón de querer trabajar todo el tiempo, ¡y yo había ido para contribuir a la superación de la pobreza en un proceso revolucionario! Además, odio la playa, detesto la humedad, sufría mucho por el clima, las fiestas, todo».

De vuelta en Londres, estudió un doctorado en Ciencias Sociales y Políticas en Cambridge. «Un profesor había estado en Chile en los 60’, en plena reforma agraria de Frei. Me dijo que si no me gustaba Venezuela, probablemente me iba a sentir más cómodo en el cono sur, especialmente en Chile. Los chilenistas, las personas que estudian Chile, siempre dicen lo mismo. Entonces, empecé a leer todo lo que pude sobre el país, a ver videos, incluso veía el Japening con Ja. No entendía nada pero era para entrar en la dinámica cultural».

El tema de su doctorado fue La economía política del neoliberalismo en Chile, y viajó al país para comprobar los efectos de lo que él considera «el experimento más extremo del capitalismo. Chile es el mejor caso de estudio, porque tuvo condiciones de laboratorio», dice.

También se interesó por la figura de Pinochet, a quien considera muy presente todavía.

«En Chile se necesita una despinochetización de la educación. Si uno compara con la experiencia alemana, la desnazificación del país se hizo desde el sistema educativo. Hay un rechazo transversal al nazismo y eso marcó una línea roja donde la extrema derecha está fuera del debate. Esa despinochetización nunca se hizo en Chile, primero porque no se derrotó a Pinochet, sino que sale de La Moneda al Ministerio de Defensa en una transición pactada», dice.

«Y en un momento la Concertación perdió el rumbo y defendieron el modelo que tanto criticaban, una especie de Síndrome de Estocolmo, donde se enamoraron de su secuestrador. Ejemplo de ello es Amarillos por Chile o Demócratas».

«Cuando acá hubo un intento de asesinar a Pinochet, tuvimos incluso a la centroizquierda condenando el intento de tiranicidio, cosa que en la filosofía política es completamente defendible. Cuando en Alemania hubo un atentado en contra de Hitler, todos los políticos lo apoyaron, y hoy es parte de la narrativa de los nuevos ciudadanos, demuestra que había alemanes resistiendo y ese cambio se hizo a través de la educación», dice.

¿Qué piensas de los intelectuales chilenos?

«Jaime Guzmán me encanta. Y hay algo que encuentro muy profundo. Por ejemplo, él estaba a favor de la pena de muerte pero por razones de rehabilitación, porque Jaime Guzmán no piensa sólo en esta vida, sino también en la de después. Entonces, dice que en el momento en que vas a ser ejecutado, tú reflexionas sobre tu propia vida y es ahí cuando te rehabilitas. Tiene un problema práctico eso sí, porque hay un verdugo que está asesinando a una persona. Pero de que el tipo era inteligente, era inteligente».

Guzmán y Pinochet: Años del terror en Chile

¿Cómo ve este nuevo proceso constitucional?

«Fue un tremendo error abrir este segundo proceso. Como británico ya pasé por el referéndum del Brexit y una cuestión clara es que no se hace un nuevo proceso después. Incluso los más extremistas antibrexit, entienden que ya se hizo un proceso. Hay que dejarlo descansar y sobre todo masticar el resultado. Por qué ganó el rechazo, por qué hubo tanta desinformación, analizar el mal trabajo del Ejecutivo. Yo creo que si se hubiera hecho el plebiscito en tiempos de Piñera, te doy firmado que ganaba el apruebo, pero con Boric hay mucho voto anti Boric, hay un desastre económico que ayudó mucho también. Para mí, abrir un segundo proceso era para quitar cosas de la Constitución, no para agregar».

¿Cómo toma el triunfo de Milei en Argentina? Avanza la derecha en la región.

«Más que una victoria del plan de gobierno de Milei, es un castigo al desastre económico del peronismo. No va a poder cumplir con sus promesas de campaña de dolarizar la economía o hacer desaparecer el Banco Central, porque tampoco tiene mayoría en el Congreso, entonces le va a ser muy difícil llegar a acuerdos».

¿Por qué cree que la región no ha podido dar el salto hacia el desarrollo? Vargas Llosa dice que es producto de la corrupción en las instituciones, ¿comparte?

«El problema de la región es que las élites empresariales tienen secuestrado el Estado, entonces tienen un capitalismo clientelar muy fuerte. El Estado tiene que tener una autonomía frente a los empresarios, lo que se llama autonomía enraizada, y eso es difícil de lograr cuando hay dinámicas de oligarquía dominando todas las áreas de la sociedad».

Entrevista por Juan Pablo Arévalo

Sigue leyendo:


Comenta



Busca en El Ciudadano