Corría el mes de febrero de 2025 y en la sede de la UNESCO, en París, se daba inicio al año Internacional de la Ciencia y las Tecnologías Cuánticas con un evento que convocó a diversas autoridades mundiales, líderes y representantes del mundo científico.
La celebración tenía como foco destacar el nacimiento de una de las áreas de la física más importantes del último siglo, la llamada física o mecánica cuántica, que da origen a tecnologías como los transistores que permiten el funcionamiento de celulares y computadores, la resonancia nuclear magnética y el láser.
En ese contexto, diversos congresos y eventos científicos se están realizando en el mundo, sin embargo, la académica del Departamento de Física (DFI-FCFM) de la Universidad de Chile e investigadora del Instituto Milenio de Investigación en Óptica (MIRO), Carla Hermann, recuerda haber tenido que rechazar tres invitaciones, no por falta de financiamiento hacia ella, sino porque no había forma de financiar los gastos para poder viajar con su hija lactante a Corea, París y México.
“Cuando decía que necesitaba llevar a mi bebé empezaban los problemas”, recuerda la investigadora.
La especialista en óptica cuántica explica que para participar necesitaba llevarla o buscar a una persona que pudiera cuidar a su hija de meses y finalmente tuvo optar por no participar.
“Tenía mucha rabia, porque el fondo se traduce en optar por participar y potenciar mi carrera académica, pero con el costo de por ejemplo interrumpir la lactancia materna, o priorizar esto último a costa de no poder optar por esas oportunidades de crecimiento internacionales únicas, ya que no van al celebrar los 101 años de la cuántica”, dice.
“Agarré toda esta frustración, toda esta rabia, y escribí a la Unesco, a través de la American Physical Society, y me contacté con Claudia Fracchiolla. Le conté mi situación y le comenté que existen otras entidades internacionales que tienen becas para el cuidado familiar que me han permitido en el pasado participar de eventos así. Ella me escuchó, le dio peso al asunto, y logró canalizarlo internamente para que se creara esta beca, por lo cual le estaré eternamente agradecida”, dice Carla Hermann.
La familia o la carrera
La beca de la Unesco entrega un máximo de 500 dólares para el viaje o cuidado en el país de origen de personas mayores, cónyuges con discapacidad, o niñas y niños pequeños que están bajo el cuidado de profesionales de la academia.
Además, está destinada a cubrir gastos asociados al viaje de científicos y científicas que requieren adaptaciones por tener algún tipo de discapacidad.
Si bien ya existían algunas becas para cubrir gastos por discapacidad, lo que consiguió la académica chilena es ampliar el acceso para que también se considere el cuidado de otras personas a cargo de quienes son invitados a conferencias y eventos científicos. Los requisitos para obtenerla y el detalle de los gastos que cubre se pueden revisar AQUÍ.
“Este logro me emociona profundamente. Quizás no todo el mundo entiende lo game changer que esto significa, dado que gran parte de las labores de cuidado aún recaen desproporcionadamente sobre las mujeres. Espero que ayude a muchas personas y marque una diferencia”, dice la investigadora.
Luego añade que su foco es “que otras organizaciones logren nivelar hacia arriba en estas temáticas, para que la ciencia sea realmente un espacio seguro e inclusivo, y que se avance y fomente la corresponsabilidad, pues es para todas esas personas -madres, padres, cuidadores- que merecen estar presentes en espacios de crecimiento académico sin tener que elegir entre su carrera y el cuidado”.
La investigadora chilena seguirá contando su experiencia y ayudando localmente para que esto también sea una realidad en Chile.
A futuro, espera que se sigan abriendo más espacios de financiamiento que fomenten la corresponsabilidad y que permitan a las científicas y científicos de Chile y el mundo compatibilizar sus roles de cuidado, con los desafíos de la academia.
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El Ciudadano