Humor en Viña

Ja Ja Calderón libra del «Monstruo» con rutina «old school»

Con una rutina básica, y muy cercana a lo aburrido, el humorista logró salvar su actuación con "chistes" relacionados con la actualidad política del país. Le entregaron la gaviota de plata y, gracias al rito de los animadores, obtuvo la gaviota de oro.

Por Jose Robredo

24/02/2017

Publicado en

Chile / Portada

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Calderon

Era uno de los espectáculos más esperados de la versión 2017 del Festival de Viña, no por chistoso sino que por el morbo que provocaba la reacción del público, el otrora «Monstruo de la Quinta Vergara». Finalmente el respetable lanzó algunas risas, pero no para decir que fue un festín de carcajadas.

Ja Ja Calderón es un humorista que nació como tal en el último decenio del siglo pasado, con sui generis imitaciones de los personajes públicos y con participaciones en el extinto Jappening con Ja. Escuela que quedó patente en los 50 minutos que se mantuvo sobre el escenario.

Salvó su presentación con una rutina ultra conocida: chiste corto, lugares comunes, y por momentos, bastante lastimero en su perfomance. Otra cosa que lo benefició fue la parrilla de la jornada, con un público que iba a ver a Olivia Newton John y al vocalista del grupo Chicago, Peter Cetera, que en su mayoría califican como sub 60.

Alusiones a Evo Morales, Michelle Bachelet y el paseo con los políticos criollos fue el punto de partida de una rutina nerviosa -su garganta apretada era evidente- logrando sortear los primeros cinco minutos. Tiempo en que al «Monstruo» se le pasó el hambre y se fue a dormir.

Momentos altos, no digamos hilarantes, tuvo algunos. Como cuando habló de ir al trabajo con los hijos y las consecuencias que esto puede tener, como le pasó a Bachelet llevando a Dávalos a la Dirección Sociocultural de la Presidencia. O cuando dio la idea de encargar a China 120 diputados, porque un producto oriental no dura más de cuatro años; el resto, para quien lo pudo ver por TV, era momento para el zapping.

Eso sí, no se dio tiempo de mofarse de las miserias de la derecha o de tratar de dictador a Pinochet -lo tildó de «general»-, hecho por el que se ganó el trolleo en redes sociales.

En fin, la rutina estaba cerrada a los 20 minutos. Los 30 siguientes languidecieron en una serie de relatos forzados, con poca chispa y una mínima cuota de audacia.

El remate vino con la diatriba del animador Rafael Araneda sobre el esfuerzo y el trabajo desplegado por Calderón en sus casi 30 años de carrera, casi justificando su esfuerzo para que el público le pidiera las gaviotas.

Queda claro que el humor noventero, con contadas excepciones, se encuentra en la sala de espera del retiro.

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