Columna de opinión

La batalla por el relato: Medios, política y la memoria de la Revuelta Popular

Entramos en lo que Gramsci definió como una «guerra de posiciones»: una lucha que no se libra con armas, sino en las trincheras de la sociedad civil, en los medios, los sindicatos, las organizaciones sociales y, crucialmente, en la memoria colectiva.

La batalla por el relato: Medios, política y la memoria de la Revuelta Popular

Autor: El Ciudadano

Por Jean Flores Quintana

A seis años de la Revuelta Popular, la memoria es un campo de batalla. En él, los medios hegemónicos buscan despojar al estallido de su contenido político, ejecutando una operación simple: romper el vínculo entre las demandas ciudadanas de 2019 y su expresión actual en la candidatura de Jeannette Jara. La táctica es reducir la protesta a un mero problema de delincuencia para invalidar sus causas y bloquear cualquier cambio real.

No nos engañemos: el poder no solo usa la fuerza, también la persuasión, y los medios dominantes son su principal arma. Actúan como la voz de la élite para imponer una mentira: que los intereses de una minoría son los de la mayoría. Su misión, por tanto, no es informar, sino destruir el puente entre las movilizaciones de 2019 y cualquier alternativa política real, presentándola como ilógica, peligrosa e inviable.

El manual de los medios tradicionales es siempre el mismo y tiene dos pasos:

Primero, reducirlo todo a violencia. Nos mostrarán una y otra vez imágenes de destrozos para que pensemos que la Revuelta fue solo delincuencia, y no un grito desesperado por justicia. El objetivo es simple: que nos olvidemos de los millones de personas que marcharon en paz pidiendo algo tan básico como dignidad.

Segundo, y esto es lo más astuto en año de elecciones, convencernos de que las protestas no tenían propósito. Nos venderán la idea de que fue puro caos, para que a nadie se le ocurra que esas demandas puedan convertirse en soluciones reales, y menos en un programa de gobierno. Es la jugada perfecta para los poderosos: así pueden condenar la violencia de ayer sin tener que hablar de las soluciones que Chile necesita hoy.

El programa de Jara —con un Estado más fuerte, empresas públicas y un ataque frontal a la desigualdad— es el eco directo de las demandas ciudadanas. Los grandes medios de comunicación buscarán crear una distancia entre la candidata y el movimiento social. Si consiguen establecer la narrativa de que la Revuelta fue exclusivamente un episodio caótico, las propuestas de Jara serán desacreditadas en lugar de ser vistas como una solución a problemas reales. Resulta contradictorio que los mismos medios que por largo tiempo guardaron silencio ante las condiciones que gestaron la crisis social, ahora sean tan críticos con quien propone hacerse cargo de ellas.

Frente a esta ofensiva, nuestra respuesta debe ser estratégica. Entramos en lo que Gramsci definió como una «guerra de posiciones»: una lucha que no se libra con armas, sino en las trincheras de la sociedad civil, en los medios, los sindicatos, las organizaciones sociales y, crucialmente, en la memoria colectiva.

Esta conmemoración del 18-O no es un simple recuerdo, es el presente. La cobertura mediática definirá la postura de los medios: o sirven al relato de los poderosos o se comprometen con la verdad histórica. Hay que recordar que no fueron desórdenes, sino un pueblo que rompió con 30 años de un modelo hecho a la medida de unos pocos. La batalla por esa memoria es la batalla por el futuro de Chile.

Por Jean Flores Quintana

Politólogo. Partido Comunista de Chile


Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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