La derecha cavernaria y violadora de los Derechos Humanos de Sichel

Sebastián Sichel es el fiel reflejo de lo que su conglomerado ha sido, es y será en materia de derechos fundamentales: eufemísticamente llamar paz social a las violaciones a los Derechos Humanos para mantener el orden e incrementar las exorbitantes cuentas bancarias de su sector, a costa de la miseria de los (as) pauperizados (as) trabajadores (as).

Por El Ciudadano

29/08/2021

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Por Jorge Molina Araneda y Patricio Mery Bell

El candidato presidencial de la derecha Sebastián Sichel declaró: “No por la excusa de respetar los Derechos Humanos (DD.HH.) vas a renunciar a mantener el orden y controlar la violencia”, catalogando a estos -DD.HH.- como un riesgo para la impunidad y dándoles una connotación de algo insignificante. Sin embargo, la postura de este abanderado no hace más que volver a transparentar lo que su sector político ha pensado y demostrado durante casi toda su existencia en el acontecer nacional. Desarrollemos, pues, esta idea.

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En 2017 el Premio Nobel Mario Vargas Llosa le señaló a la derecha chilena que sus posiciones en el debate coyuntural eran “cavernarias”, atrasadas y muy distantes de los mínimos civilizatorios que caracterizan a la democracia. Esto a raíz que este sector rechaza el aborto, desconoce la violación de los Derechos Humanos y, más en general, no rompe con el totalitarismo autoritario.

Esta misma derecha continúa privilegiando los modelos de desarrollo donde predomina el uso y abuso intensivo de los recursos naturales y el rentismo especulativo de la bolsa donde prima la información privilegiada, la colusión y otras malas prácticas. Además, no respeta el medio ambiente, no le gusta la distribución del poder y desconfía de la inclusión social.

En síntesis, nos referimos a la misma derecha oligárquica que en 1811 derrocó al Gobierno de José Miguel Carrera, que había declarado oficialmente la Independencia, dictado la Primera Acta Constitucional y abolido la esclavitud a través de la Ley de Libertad de Vientres. La misma derecha que en 1823, al iniciarse el Gobierno de Ramón Freire, habiendo aún en Chile más de 20.000 esclavos, pidió indemnización por ellos debido a la promulgación de la ley de abolición de esclavitud. La misma derecha que en 1891 no pudo tolerar los avances sociales del gobierno extraordinariamente progresista de Balmaceda y corrompió la lealtad de la Armada a Chile, llevándonos a una Guerra Civil donde aproximadamente 5.000 compatriotas perdieron la vida.

La reaccionaria derecha chilena, desde el siglo XIX en adelante, se ha opuesto al registro civil de nacimientos y defunciones, a los cementerios laicos, a la primera ley de matrimonio civil, al término de la censura de libros por la que abogó Andrés Bello, al sufragio femenino, a los métodos anticonceptivos, a la planificación familiar, al aborto terapéutico, a los primeros trasplantes de órganos, a la igualdad de los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio, a la abolición de la censura cinematográfica impuesta por la Constitución Política de 1980, a la promoción y uso del condón, a la distribución gratuita de anticonceptivos de emergencia a mujeres de escasos recursos, a la eutanasia activa, a la unión civil, al matrimonio de personas del mismo sexo y a la adopción de hijos (as) por parte de parejas homosexuales.

Las clases trabajadoras, asimismo, se han visto sometidas a una represión aplastante durante su historia. Los sectores dominantes y oligárquicos, vinculados al más rancio conservadurismo político y social, no trepidaron en aplicar metralla contra los manifestantes y sus demandas que, objetivamente, en nada hacían gran mella en los abultados bolsillos de aquellos. Lo que daba cuenta, también, del absoluto desprecio por la vida y la integridad física y psíquica de sus congéneres.

He aquí, además, un breve compendio del historial de barbarismo y homicidios cuando la derecha gobierna a Chile:

-Huelgas de 1902: se paralizaron durante un mes las faenas portuarias de Iquique, siendo el bautizo de la recién fundada Mancomunal. En la zona del carbón, en marzo de 1902 se desarrolló la primera huelga de importancia. Los trabajadores de la Compañía Explotadora de Lota y Coronel paralizaron 12 días sus labores para exigir que sus salarios fuesen pagados mensualmente y en moneda de curso legal. A los pocos días la huelga debió reanudarse ante el incumplimiento por parte de la Compañía de los acuerdos. La tensión acumulada se desbocó en mayo, al estallar en Lota una huelga con la participación de unos 3.000 obreros que representaban un tercio de la fuerza de trabajo. A las peticiones planteadas en marzo se agregaron el rechazo a las multas y la exigencia de terminar con el monopolio comercial que ejercía la quincena (pulpería) de la Compañía, denominada «La Cooperativa». Nuevamente los obreros volvieron a sus trabajos, pero la Compañía no cedió a sus peticiones, razón por la cual en agosto estalló una nueva huelga, con mayor combatividad y recibiendo, como respuesta, la represión de un destacamento de 50 soldados del regimiento Chacabuco de Concepción, dejando cientos de muertos y heridos entre los obreros.

-La Huelga del carbón de 1903: ante el intento de la administración de rebajar el precio del carbón, se dio inicio a otra huelga, por parte de los operarios de las minas de Puchoco-Rojas y Boca Maule; adhiriéndoseles los estibadores del muelle Schwager. La presencia de los mineros en las calles de Lota trastrocó el ambiente cotidiano, llegándose a producir un choque entre un grupo de mineros y un piquete del Regimiento Chacabuco, quien disparó a discreción, resultando muertos dos mineros y varios heridos. Otros hechos de violencia se produjeron como resultado de la presencia del diputado Malaquías Concha, despidiendo los propietarios de minas a muchos de los trabajadores que asistieron a esas manifestaciones. Esta última situación generó una serie de incidentes y desórdenes en Lota y Coronel, marco en el cual se desarrolló otro conflicto huelguístico de solidaridad con los trabajadores despedidos. La movilización obrera alcanzó proporciones descomunales, cosa que atemorizó a las autoridades de la región, quienes recurrieron a la antigua mecánica de enviar tropas de línea a la zona en conflicto. Nuevamente la zona carbonífera era militarizada para los efectos de recuperar el orden público.

-La Huelga de la Carne de 1905: el 22 de octubre de aquel año, Santiago fue remecido por una protesta generalizada: la llamada “huelga de la carne”. Esta se inició a partir de una manifestación para pedir la rebaja del precio de la carne, el que era alto debido al impuesto que gravaba la internación de ganado argentino. Esto hacía imposible el consumo de carne para los más pobres. Los manifestantes llegaron en pacífico desfile hasta La Moneda, y solicitaron audiencia con el presidente Riesco. Sin embargo, a medida que la marcha avanzaba, había aumentado el número de manifestantes, juntándose -según la prensa de la época- alrededor de 25 a 30 mil personas frente a La Moneda. Los ánimos comenzaron a impacientarse hasta que se llegó a un enfrentamiento, que la fuerza pública trató de contener a balazos. La violencia se prolongó casi una semana, que ha sido llamada la semana roja. La información respecto del número de muertos dio cuenta de entre 200 a 250 personas. Esta huelga puso de manifiesto que la cuestión social era un asunto mucho más serio de lo que la retórica parlamentaria denunciaba.

-Masacre de la Escuela Santa María de Iquique: en diciembre de 1907 un grupo de trabajadores pertenecientes a las oficinas salitreras San Lorenzo y San Antonio, iniciaron una huelga producto del abusivo trato por parte de sus patrones y por las miserables condiciones en las que se veían obligados a vivir. Los trabajadores – que alcanzaron un número que oscila entre los 18 mil y 20 mil personas – marcharon desde las salitreras hacia la ciudad de Iquique, en donde por orden del intendente Carlos Eastman debieron recluirse en la escuela Santa María de dicha ciudad, ante el temor de las autoridades de que la huelga se extendiera por toda la ciudad y de que se produjese la llegada de nuevos huelguistas a la zona. El gobierno de Pedro Montt, estrechamente relacionado con los propietarios de las salitreras a quienes debían la principal fuente de ingresos del Estado chileno, reaccionó enviando tres buques de guerra y un importante contingente militar a la ciudad de Iquique, pues “no estaban dispuestos a tolerar una insurrección de ningún tipo y mucho menos a negociar con los huelguistas”. Por lo tanto, estaba más que claro que la única solución para ellos era el fin incondicional de la huelga o, de lo contrario, abrirían fuego en contra de los manifestantes, si no, no se explica bajo ningún caso el gran despliegue naval y militar. Como los huelguistas no estaban dispuestos a rendirse el ejército al mando del general Roberto Silva Renard – quien ya tenía antecedentes de haber participado en la violenta represión de las huelgas de Valparaíso y Santiago en 1903 y 1905 respectivamente-, abrió fuego sobre quienes se encontraban en la escuela Santa María el 21 de diciembre de 1907, sin importarle que en ese lugar se encontrase un gran número de mujeres y niños pues, para Silva Renard, los huelguistas eran el enemigo y no merecían ninguna consideración. El ataque del ejército hacia los huelguistas no duró más de 10 minutos y dejó un “saldo oficial” de aproximadamente 200 a 250 víctimas fatales y un incuantificable número de heridos. Sin embargo, la cifra de muertos llegó a los 3.600 acribillados. Los sobrevivientes a la matanza fueron enviados a un campo de concentración.

-La Matanza de San Gregorio de 1921: El 3 de febrero, y luego de un frustrado intento de embarcar a los trabajadores en tren hacia Antofagasta, se realizó una “concentración para escuchar a los dirigentes, los que reclamaron la cancelación del desahucio y reafirmaron la decisión de no abandonar la oficina mientras la Casa Gibbs (propietaria de las compañías) no se comprometiera a pagar” (Floreal Recabarren Rojas.- La matanza de San Gregorio, 1921: Crisis y tragedia; LOM, 2003; p. 69). Acto seguido –cerca de las 17 horas- la multitud se dirigió a encarar al administrador Daniel Jones y al reducido grupo de soldados que resguardaban a este último. El teniente Argandoña le ordenó a la multitud que se detuviera en un punto y como esta no le hizo caso, los efectivos empezaron a dispararle. Como resultado final se calcula que entre 60 y 80 trabajadores fueron ultimados.

-Año 1921: incruenta coacción contra mineros del carbón en Curanilahue por parte de soldados. Hubo varios asesinados y heridos. Por otro lado, ese mismo año, hubo gran violencia contra el comité de cesantes de la FOCH que marchan solidarizando con campesinos, en el Zanjón de la Aguada, por parte de soldados. Saldo: 1 muerto y varios heridos. Además, hubo represión contra huelguistas de la Compañía Chilena de Tabaco, en Valparaíso, por efectivos del Ejército. Saldo: un muerto y 60 heridos.

-La matanza de La Coruña de 1925: una de las mayores matanzas de la historia de la humanidad en tiempos de paz (más de 2.000 trabajadores, niños y mujeres asesinados). Además, la represión no terminó allí. Paralelamente una ola de arrestos de caudillos laborales se abatía sobre las provincias calicheras. De Antofagasta llegaban por el ferrocarril a Santiago, el 20 de junio de 1925, 300 familias en “completa indigencia”, venían expulsadas de distintas oficinas, sin que les afectaran cargos concretos. Ocuparon los antiguos albergues de cesantes. Asimismo, más de 40 dirigentes de la provincia de Antofagasta fueron llevados detenidos al Crucero Zenteno, y se les procesó militarmente, siendo condenados a varios años de relegación en diversas islas. Por otro lado, se trasladó en barcos al centro del país a multitud de otros detenidos, sufriendo torturas y pésimas condiciones de reclusión. Además, dada la escasez de noticias viajó a Iquique Elias Lafertte en representación de la FOCH. Allí fue detenido e incomunicado por 2 meses y medio, y la escalada represiva no se restringió al norte. El 10 de junio, Alessandri declaró en estado de sitio la zona del carbón para liquidar huelgas que habían empezado en mayo. Asimismo, la policía incrementó su campaña de infiltración y espionaje en los sindicatos de Santiago y Valparaíso, oficiales del Ejército comenzaron a censurar la prensa obrera.

-Masacre de la Foch de 1934: asalto al local de la FOCH, ubicado en Calle San Francisco 608, de la comuna de Santiago. Hubo desproporcionada violencia contra los obreros municipales que se mantenían en huelga. Hubo 5 muertos y más de 20 heridos a bala y sable.

-La masacre de Ránquil de 1934: Ránquil, comuna de Malleco en la región de la Araucanía. El hecho se produjo en 1934 luego de que un grupo de indígenas compuesto por mapuche, pehuenche y huilliche se alzó por la progresiva enajenación de sus tierras ancestrales por parte del gobierno, el cual las cedía o vendía a empresarios agrícolas o a colonos europeos. Paralelamente a este alzamiento, un grupo de trabajadores de los lavaderos de oro de la localidad de Lonquimay, ubicada en la precordillera de la Araucanía, protestaban por el trato abusivo de sus patrones. Ante esta situación, el recientemente asumido presidente Alessandri envió un contingente de Carabineros al lugar, el cual no pudo sofocar el alzamiento y produjo que trabajadores e indígenas hicieran causa común para enfrentar la represión del gobierno. El 6 de julio de 1938 un importante contingente de carabineros armados, rodeó a los protestantes y abrió fuego sobre ellos sin ninguna consideración. Según señalan testigos del incidente, los carabineros habrían tenido órdenes de no dejar sobrevivientes. Las víctimas habrían sido alrededor de 500. El problema, es que muchos de los fallecidos habrían pertenecido a comunidades indígenas, los cuales no habían sido inscritos en el registro civil y resultaba sumamente complicado comprobar la muerte de alguien que no existía en los registros oficiales.

-La Matanza de la población José María Caro de 1962: los hechos en cuestión se desarrollaron el 19 de noviembre de 1962, en el contexto de una protesta nacional convocada por la CUT. En el marco de esta convocatoria, los pobladores de “la Caro” se manifestaron cortando la línea del tren, que quedaba próxima a sus casas. El gobierno envió a los militares que luego de enfrentamientos con los pobladores, actuaron salvajemente, disparando sus fusiles. Según los periódicos de la época, los muertos serían seis y los heridos algunas decenas. La cantautora Violeta Parra escribiría el tema La Carta, después de recibir una que relataba los hechos por los que tuvo que pasar su hermano, arrestado en la manifestación.

-Dictadura cívico-militar: tras el golpe de Estado de 1973, cerca de 35 mil personas fueron víctimas de violaciones a sus derechos fundamentales; de ellas, 28 mil fueron torturadas, 2.279 ejecutadas y 1.248 permanecen en situación de detenidos y detenidas desaparecidos (as).

-Estallido social de 2019: Baltasar Garzón, la Comisión Chilena de Derechos Humanos (CHDH), la Asociación Americana de Juristas (AAJ) y el Centro di Ricerca ed Elaborazione per la Democrazia (CRED), enviaron el jueves 29 de abril de 2021 un escrito a la fiscal general de la Corte Penal Internacional (CPI), la abogada Fatou Bensouda, en el que solicitan que este tribunal investigue, acuse e inicie un juicio contra Sebastián Piñera y sus colaboradores civiles, militares y policiales, por los “crímenes de lesa humanidad” que han sido “cometidos de manera generalizada y sistemática” desde el estallido social de octubre de 2019. Para justificar la intervención de ese tribunal, uno de los principales argumentos es el cierre de 3.050 causas por violaciones a los derechos humanos, contra trabajadores, estudiantes, etc., que debían ser investigadas por el Ministerio Público y que están asociadas a las manifestaciones registradas desde finales de 2019.

En definitiva, Sichel es el fiel reflejo de lo que su conglomerado ha sido, es y será en materia de derechos fundamentales: eufemísticamente llamar paz social a las violaciones a los Derechos Humanos para mantener el orden e incrementar las exorbitantes cuentas bancarias de su sector, a costa de la miseria de los (as) pauperizados (as) trabajadores (as). Eso es en resumen la derecha chilena… Cavernaria y reaccionaria.

Autores: Jorge Molina Araneda y Patricio Mery Bell.

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