Columna de opinión

La salud bucal no apunta a la presidencia: 100 años de un país infeliz

Anualmente diagnosticamos a miles de personas con enfermedad de caries y enfermedad periodontal, todos los días presenciamos la catástrofe de la perdida dental y el dolor que conlleva el diagnóstico y tratamiento del cáncer oral para nuestros usuarios y sus seres cercanos.

La salud bucal no apunta a la presidencia: 100 años de un país infeliz

Autor: El Ciudadano

Por Felipe Parraguez Montecinos

Cada 27 de septiembre se conmemora el Día Nacional de la Odontología, debido a que, en esta fecha fue la promulgación de la Ley 3.301, en el año 1917, a través de la que se dio existencia legal al título universitario de Cirujano Dentista. Esto me hace reflexionar como profesional del área sobre que, hace más de un siglo, se identifica y advierte que la salud oral de los chilenos está en condiciones deplorables y que debe ser abordada de manera integral e incorporada como una política de estado transversal y unificada.

A pesar de esto, no hay que desconocer que existe un pasado, vivimos un presente y se proyecta un futuro donde cerca del 80% de la población chilena sobre 35 años tiene pérdida dental y casi 30% de la población sobre 65 años no tiene ni tendrá siquiera una pieza dental en la boca; estarán completamente desdentados. Además, se identifica y estudia la influencia de esta condición con el proceso neurodegenerativo, y como factor de riesgo o predictor de otras enfermedades crónicas con gran prevalencia en nuestro país, de las cuales tampoco hemos podido salir airosos, aunque se haya dedicado décadas y décadas de trabajo.

Sabemos que tenemos una sociedad enferma, aquejada por un sinfín de patologías o condiciones que afectan a nuestro bienestar; por lo mismo, los equipos del área de la odontología asumimos un rol como profesionales de hacer frente a estas adversidades y continuar siendo fundamentales para que esta consigna sea escuchada hasta nuestros días: “Chile sigue siendo un país infeliz”.

Anualmente diagnosticamos a miles de personas con enfermedad de caries y enfermedad periodontal, todos los días presenciamos la catástrofe de la perdida dental y el dolor que conlleva el diagnóstico y tratamiento del cáncer oral para nuestros usuarios y sus seres cercanos.

La pregunta que nos debemos hacer al mirar las cifras es sobre si ha cambiado algo en todo este tiempo. Si la respuesta es no, alarmémonos, no permanezcamos en una postura impávida, ocupémonos de esto.

Desconcierta que cada cuatro años se pueda abrir una ventana de oportunidades para generar cambios sustanciales en la salud oral del país, para que finalmente se le vuelva a privar su entrada a La Moneda.

Más aún cuando advierto que la mayoría de los actuales candidatos presidenciales no consideran más de un párrafo dedicado a la salud oral en sus programas de gobierno; incluso algunos ni lo mencionan.

Es reiterativo hablar de la escasa cobertura, acceso no garantizado, determinantes sociales no abordados, escasez de recursos, listas de espera interminables, entre otros aspectos.

Ya no basta con regalar cepillos y pastas, no basta con enseñar a cepillarse los dientes en las escuelas y colegios, no basta con las actuales Garantías Explícitas en Salud (GES), no basta con las coberturas de Fonasa e Isapres, no basta con los seguros complementarios, no basta con las más de 30 clínicas de los establecimientos de educación superior a lo largo de Chile, no basta con los operativos sociales, no basta con llegar donde la política pública tradicional no llega. Necesitamos de eso y mucho más, debemos darle real urgencia e importancia, imbricar y potenciar todas estas organizaciones, establecimientos y a las personas que lideran y ejecutan estas banderas de cambios dentro de la odontología en Chile.

Se trabaja incansablemente desde diversas organizaciones públicas y privadas, establecimientos de salud, instituciones de educación superior, ONGs y fundaciones para hacer frente a este dolor de nuestro país. Potenciando un trabajo en red, accionando desde estrategias de promoción y prevención, innovando, especializándose, todo en pro de poder transformar a este Chile mutilado, y, a pesar de que logramos cumplir con objetivos alentadores, sigue siendo insuficiente. Sonreír sigue siendo una acción erradicada del diario vivir de muchos.

Si comprendiéramos que la salud oral es muy relevante para nuestras vidas, primordial en nuestro ciclo vital ¿le daríamos aún más urgencia? No me refiero solo a la postura y responsabilidad del usuario de salud, sino la de todos como sociedad, pero aún más importante de quienes tienen el futuro de la salud de Chile en sus manos, tienen el poder de decidir, de conducir, y garantizar derechos fundamentales.

La pérdida de una pieza dental no se traduce solo en privarnos de reír o sonreír, también de hablar, cantar, masticar, tragar, conversar, besar o expresarse. En un mundo que nos hace movernos a gran velocidad, obviamos lo que debería ser fundamental para todos, nuestro bienestar. Si abordamos la salud como eje de nuestro desarrollo y crecimiento, estaremos más preparados para los desafíos que nos da la vida misma.

Si para los próximos años no contamos con un programa o plan que visualice un objetivo, una meta, una nueva ruta, caeremos en el camino conocido y llegaremos donde mismo, los mismos resultados. Aprendamos que nuestro destino, por ende, nuestro futuro debe ser distinto.

En conmemoración del día de la Odontología en Chile, saludo a todos quienes constituyen o colaboran con los equipos de salud oral. No obstante, más que un día de celebración, quisiera darle otra connotación, con el fin de honrar el esfuerzo de todos quienes trabajan por entregar una salud oral humanizada y digna a nuestra población, pero por sobre todo por el derecho que tiene cada usuario de salud en nuestro país. Espero que pronto llegue el momento en el que se establezcan políticas públicas que sientan las bases de la nueva forma de hacer odontología en Chile. Cada integrante de esta comunidad de profesionales ha buscado diversas maneras para vocear una necesidad, son emisarios de esta desigualdad que debe ser escuchada. Han relevado su importancia para que, finalmente, podamos ser cómplices de un cambio.

Por otra parte, el mensaje hacia la sociedad chilena es de preocuparnos, informarnos para actuar y pujar colectivamente para garantizar nuestro bienestar. Debemos tener mejores comunidades, merecemos un país más saludable y próspero. Seamos los impulsores de ese cambio, invito a que reflexionemos.

El primer paso es sensibilizarnos para poder transformarnos; busquemos juntos superar este dolor que aqueja a Chile, para que juntos podamos volver a ser feliz a nuestro país.

Por Felipe Parraguez Montecinos

Especialista en Rehabilitación Oral. Diplomado en Pedagogía y en Innovación Social. Director Ejecutivo Fundación Social en Salud Seamos Huella.


Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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