«Los niños no se tocan»: El llamado a una mano dura contra la delincuencia disfrazada como defensa de la niñez

"Con todo esto, una vez más la grave situación de l(a)s niñ(a)s en Chile pasó a segundo plano, obviando que en Chile a diario la niñez es vulnerada y violentada, siendo el Estado el principal responsable..."

Por Absalón Opazo

15/03/2021

Publicado en

Chile / Columnas

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Por Grupo de Lectura y Debate sobre Infancias (*)

La muerte de Tomás Bravo, un niño de tres años de edad, quien estuvo desaparecido varios días antes de ser hallado muerto en la región del Biobío, y la posterior muerte de Itán y Tamara en medio de balaceras en Maipú y Huechuraba, respectivamente, puso en el tapete una vez más la desprotección en la que se encuentra la niñez en Chile.

Los medios de comunicación masivos, haciendo uso de estas tragedias, se encargaron de presentar a la opinión pública la muerte de estos tres niñ(a)s como un problema de seguridad, abogando por el punitivismo como la única forma de proteger a la infancia.

La instrumentalización de la grave situación de la niñez por parte de los medios, comenzó con la desaparición de Tomás, en donde se encargaron de cubrir cada detalle de las acciones de búsqueda y la investigación que aún se encuentra en proceso. No escatimaron en dar tribuna a una serie de opinólog(a)s que, desde la criminología hasta el esoterismo, desfilaron por matinales y noticieros levantando sus propias teorías respecto a lo sucedido, convirtiendo a la audiencia en un investigador más de los hechos.

Tras varios días de búsqueda, finalmente, Tomás fue encontrado muerto. Los medios de comunicación mostraron al único imputado, presentado en televisión de forma irresponsable por Fiscalía, como el indiscutible culpable, pese a lo poco concluyentes de las pruebas presentadas en su contra. Las reacciones de la opinión pública, que ya había sido conmovida hasta la saciedad por la prensa, estaban enardecidas.

Días más tarde, en Santiago morían Itán y Tamara en medio de balaceras, persecución de carabineros y actos delictuales. Tras la noticia de la muerte de Tomás, estas dos nuevas muertes encontraron tierra fértil para la proliferación de propuestas punitivas por parte de la opinión pública, campañas electorales y figuras políticas que presentaron, bajo las consignas de “los niños primero”, “justicia para …” o “los niños no se tocan”, el endurecimiento de penas e incluso el restablecimiento de la pena de muerte.

Con todo esto, una vez más la grave situación de l(a)s niñ(a)s en Chile pasó a segundo plano, obviando que en Chile a diario la niñez es vulnerada y violentada, siendo el Estado el principal responsable, al no dar la debida protección y reparación a l(a)s niñ(a)s que han sido vulnerad(a)s en sus derechos, mientras las denuncias a las fuerzas de orden por abusos y violación a los derechos humanos crecen a diario.

¿Cómo podríamos dejar la protección de l(a)s niñ(a)s en manos de estas instituciones?

En la forma a través la cual los medios de comunicación utilizan y exacerban la imagen del «niñ(a) víctima» para estremecer a la opinión pública -la cual responde pidiendo más mano dura con la delincuencia -, podemos observar que no es la niñez la que se intenta proteger, sino la delincuencia la que se busca encerrar y castigar, mientras a la vez se genera un espectáculo comercializable y una instancia para limpiar la imagen de instituciones fuertemente deslegitimadas en el último tiempo. Vemos como su preocupación por l(a)s niñ(a)s se limita a cuando ven en ell(a)s la oportunidad de ensanchar sus negocios o endurecer el control policial y militar.

La lucha por la protección de la infancia no puede estar ajena a la redistribución de la riqueza y la ampliación de la democracia. Negar condiciones de vida digna, militarizar sus territorios y/o expulsarlos cuando son extranjeros,  es atentar contra los derechos de l(a)s niñ(a)s. 

Nuestro desafío como parte del pueblo organizado, es abrir todos nuestros espacios a la participación activa de niñ(a)s y jóvenes, es devolverles el poder y autonomía que desde un modelo adultocéntrico se les ha negado, tanto en los espacios sociales y políticos como al interior de sus propias familias. Es abrirse al diálogo intergeneracional desde la solidaridad, apoyo y reconocimiento mutuo; construyamos cuidados colectivos, pensemos formas de «resguardar» las niñeces en tanto también reconocemos su lugar social y político y abandonamos ese paternalismo sobre ell(a)s que más que proteger busca controlarles.

(*) Grupo de profesionales, estudiantes y activistas movilizad(a)s por la integridad, el bienestar y la dignidad de la niñez. Apostamos, para ello, por la generación de los contenidos teóricos necesarios para concebir un proyecto político de transformación social, capaz de trascender el modelo adultocéntrico, siendo así un aporte para otras agrupaciones y colectivos que comparten esta preocupación por la situación de la infancia en nuestra sociedad capitalista y patriarcal. Contacto: [email protected].

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