Opinión

Los periodistas, los carabineros y el Wallmapu: Las trampas de creer en las fuentes oficiales

“La Araucanía: hombre muere tras impedir ataque incendiario”

Por Absalón Opazo

23/11/2018

Publicado en

Chile / Columnas / Mapuche / Medios

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“La Araucanía: hombre muere tras impedir ataque incendiario”. Así titulaba el portal de Tele 13 -propiedad de Luksic-, de un modo similar que Cooperativa, con “Hombre murió durante ataque a iglesia evangélica en Carahue”. También La Cuarta (“Ataque incendiario terminó con un muerto” y Emol (“Nueva muerte en La Araucanía: Fallece comunero en presunto ataque incendiario a iglesia”).

Todas estas noticias, publicadas en horas de la mañana del martes 20 de noviembre, citaron como fuente principal (y como única fuente primaria) el parte de Carabineros. Y todos estos medios, sin conflicto alguno, decidieron publicar esta versión de la noticia sólo contando con la versión policial.

Pero resultó que esta versión era completamente distorsionada de la realidad, colocando una riña entre dos personas dentro del contexto de un supuesto ataque incendiario a una iglesia evangélica, y buscando con ello, una suerte de empate que calmara a una opinión pública enfurecida con el actuar policial en la Araucanía. Fue tal el desmentido, al conocerse las versiones de los familiares de los implicados en en los hechos, que el mismo subsecretario Ubilla tuvo que salir a explicar -y corregir a Carabineros una vez más- que el hecho se había tratado simplemente de una riña.

Lo que es más grave es que esto ocurre en una semana en donde la misma institución de Carabineros, ha debido corregir su versión de los hechos en repetidas oportunidades, respecto al asesinato de Camilo Catrillanca en la Comunidad de Autónoma Temucuicui, siendo originalmente la versión desde la institución que Catrillanca había fallecido producto de un enfrentamiento con la policía luego del robo de tres vehículos en el sector.

Esta versión primera fue también reproducida y no cuestionada por una cantidad no menor de periodistas y medios hegemónicos, los cuales durante días han dicho hasta el cansancio la palabra “muerto” en vez de “asesinado”, como si dos balas en la cabeza fuese algo espontáneo, carente de responsabilidades políticas y penales.

Los medios, y muchos periodistas, han creído, creen, y seguirán creyendo en la falacia de las “fuentes oficiales”, superiores al parecer a otro testimonio, de un comunero, o un testigo presencial. El periodismo, tristemente, en la mayoría de los casos termina sucumbiendo a la versión de las autoridades policiales, incluso a pesar de las tantas veces que han falseado los relatos en el Wallmapu.

La cuenta de dichos falseamientos sería casi interminable, y hay varios que se han dado ese esfuerzo, enumerando falsos enfrentamientos que resultaron ser asesinatos arteros y por la espalda a comuneros mapuches, o complejos montajes, como lo fue la Operación Huracán el 2017 con el supuesto software “Antorcha”.

Con todo esto sobre la mesa, me permito hacer una comparación: ¿Cuán confiable era la versión de las autoridades francesas en el Argelia de 1959? ¿Cuán confiable era la versión de las autoridades portuguesas en Angola en 1964? ¿Es la “versión oficial” una narrativa objetiva de los hechos, o la versión de la fuerza ocupante, colonialista, que es capaz de argumentar cualquier cosa con tal de mantener su posición y legitimar la ocupación?

Lo mismo pasa en el Wallmapu, puesto que si bien un periodista jamás debería contentarse con la versión oficial (institucional) de los hechos, menos debe hacerlo en una zona o contexto en que dicha “oficialidad” opera como fuerza ocupante. En ese caso, cualquier periodista, cualquier medio que se aprecie de serio, debería dudar, contrastar, comprobar y buscar desmentir la versión de las fuerzas policiales.

Uno espera, eso sí, que sólo se trate de falta de profesionalismo por parte de todos los periodistas que han incurrido en solo transcribir el parecer y la versión de Carabineros, y que no se trate de una actitud colaboracionista, cómplice, de un actuar represivo, opresivo e incluso criminal de una fuerza policial militarizada en un territorio de ocupación, en contra de un pueblo, el mapuche, que lucha por autonomía, autodeterminación, territorio y dignidad. Esperemos, sinceramente, que sea sólo falta de profesionalismo.

Por Joaquín Hernández / Vía Agencia Medio a Medio

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