Por Pablo Varas

Existen periodos en que los devaneos en la política chilena se colocan pantalones largos.
La derecha en la foto de siempre. Su condición de gigante egoísta no cambia, esa mirada de que Chile está habitado por personas que ellos consideran poca cosa no es casual. La defensa a ultranza de un modelo excluyente, avariento y perverso no se altera. Esa elite que es la continuación de la herencia de los Larraín en Chile mira siempre despectivamente a los millones que se debaten en la pobreza y desigualdad. Lo extraño es que son esos votos los que en periodos electorales lo hacen sobrevivir. Un congreso de pinganillas.
No se atisba en el futuro un país construyendo aviones o trenes. No, el modelo será siempre vender tierra, manzanas, uvas y palos, entonces cualquier promesa de país desarrollado es falsa, no sucederá. Octubre no les gustó, les dejó la boca amarga no porque podían perder privilegios, lo detestan asustados al comprobar que sí es posible dar saltos en la historia desde la calle, allí donde verdaderamente se escribe la historia. La plaza pública es el lugar y centro de la más profunda dignidad.
Si los octubrista hubieran alcanzado a concretar sus derechos los tendrían respirando en el oído de la derecha y así llego el día 15 de noviembre, una mañana sin sol con ese tufillo a traición.
Y no es un asunto de ahora, sus orígenes están en los albores de la patria. El pesado ruido de las cadenas se hace ligero cuando la izquierda asume seria y comprometida la batalla por alterar el modelo. Los derechos básicos de hombres y mujeres han sido banderas de la izquierda, mucho antes que los Palestro en el congreso. La derecha firmaba decretos para masacrar a obreros y pobladores.
Por calle Ahumada ya no pasan las micros Matadero-Palma. El 1% más rico tiene el 30% de todo el dinero del país.
Los artilugios inventados por la derecha se sustentan sencillamente en normas de mercado. La vida puede continuar si colocas tus esperanzas en las Isapres. La derecha sabe que el sistema de salud pública, con todos sus problemas, es fundamental. Salvó a millones durante la peor crisis sanitaria como fue la pandemia. Aguantó y para millones la vida sigue.
Nuevamente las cadenas para los que entregaron su vida al trabajo. Los que levantaron a pala y carretilla escuelas, puentes y puertos. Esos días de tristeza cuando llega la pensión. No es la vieja libreta verde del seguro obrero, son las migajas que dejan caer los inventados administradores con sus ropajes de AFP nacidos en dictadura. Y no cambia. Es como una película donde la vieja casa se pinta para la foto de fiestas patrias, pero es la misma del año anterior y de todos los anteriores.
Si a los dueños de las AFP les fuera mal en sus negocios hace tiempo que habrían salido a la calle a protestar para prometer que la vida ya gastada sería mejor. Los controladores de las Isapres no han presentado ningún recurso de amparo por la fata de enfermos. No hay que preocuparse si las peinetas vienen listas y ordenadas desde China.
El mundo empresarial vive tranquilo con su máquina registradora. Los lanceros diputados/senadores de la derecha defienden sus ganancias y proponen leyes que sus cajas pagadoras le piden redactar. Así, con esos cuentos no se llega al desarrollo.
No es preocupación para la UDI/RN/EVOPOLI y otros un justo equilibrio entre el hombre y el medio ambiente. Lo sustentable es una moda dicen. Tampoco entenderán la razón de los peces para que habiten en los árboles. Incompresible entender a las odaliscas vociferando el derecho a educar a sus hijos. Chile tiene más de once mil escuelas donde aprender a leer y escribir, también otras pocas que cobran mensualmente en UF.
Mirar desde la izquierda al hombre con sus derechos será siempre la tarea fundamental, el sentido de la vida misma. Y no es fácil. Desde antes del cura de Catapilco ya estaban los encantadores de serpientes, los falsos promesantes, esos mentirosos empedernidos. Los destinos del país no están en manos de los que fueron para salvar a Pinochet preso en Londres. No está en manos de un ex ministro del PS que el día 11 llegó a La Moneda para pedir que el presidente Allende dijera lo que había que hacer. La desmemoria habita en calle Londres. Tampoco está confesar que la pancarta de socialdemócrata no le genera confusión o todo lo contrario.
Mirar a Chile desde la izquierda no es asunto menor, no es pequeño. Se trata de hacer avanzar las ruedas de la historia, vencer la miseria, una batalla contra la desigualdad. Un nuevo modelo de desarrollo que la derecha rechazará siempre. Sencillamente todo se resume a conflicto de clases como escribieran algunos clásicos. No está la memoria de la clase trabajadora en los maniquíes presidenciales, no está.
Insistir.
Dejar espacios para mentiras y papiros constituye entonces una irresponsabilidad. La voluntad es avanzar en pasos hacia la dignidad, al fundamental abrigo de los derechos, al largo país maltratado donde seguimos buscando a nuestros desaparecidos es lo que se debe desde la galería exigir. En piedra escrito está que llegarán otros octubres porque no hay perdón ni olvido.
Pensar a Chile desde la izquierda no es el pasado, es tarea urgente. Nos deben aún tres años de la historia.
Por Pablo Varas
11 de mayo de 2025.
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