En los últimos años, ha tomado fuerza en el debate público la discusión sobre la negociación colectiva por rama de actividad, un modelo que fue parte de nuestro país en el pasado, pero que el Plan Laboral de 1979 reemplazó por la ‘negociación a nivel de empresa’.
Las razones para este interés son evidentes: no solo por el carácter antidemocrático del plan que impulsó el cambio, sino también por el evidente fracaso del ideal neoliberal, que prometía garantizar el derecho a negociar colectivamente para todos los trabajadores, pero nunca cumplió.
Tras antecedentes publicados en La Voz de Los Que Sobran, los datos son elocuentes. Según diversas estimaciones, la cobertura de la negociación colectiva en Chile alcanza a una minoría de los trabajadores: un 17,6% según la OIT, un 19% según la OCDE y apenas un 7,2% según la estimación corregida de Durán y Gamonal (2019) (Dirección del Trabajo, 2022).
Esto sitúa a Chile en el último lugar de la OCDE, con un vergonzoso 7% frente al promedio del 54% de los países miembros, en cuanto a la proporción de trabajadores amparados por acuerdos colectivos.
Esto evidencia que la mayoría de los sindicatos carece del poder necesario para negociar colectivamente de manera efectiva y defender sus demandas de mejores ingresos, condiciones laborales y participación frente a los empleadores.
María José Azócar, de Fundación Sol, explica por qué la negociación colectiva ramal beneficia a los trabajadores y constituye una alternativa clave para revertir esta situación. En primer lugar, establece acuerdos mínimos obligatorios que todas las empresas de un sector deben respetar, incluyendo aspectos como salarios básicos. Esto no solo eleva los estándares laborales, sino que también fortalece incluso a los sindicatos más pequeños, que muchas veces carecen de poder para negociar de manera efectiva dentro de una empresa específica.
Además, la negociación colectiva por rama no limita las mejoras adicionales. Permite que, sobre los mínimos ya establecidos, se pueda negociar a nivel de empresa por condiciones más favorables, como aumentos salariales por encima de lo acordado en el sector. En este sentido, combina la equidad con la flexibilidad, garantizando una protección básica para todos los trabajadores mientras fomenta el progreso en contextos más favorables.