Piden al Gobierno gestionar el retorno al norte del «Hombre de Cobre»

Se trata de una pieza de valor arqueológico incalculable, descubierta en 1899 por el ingeniero francés Maurice Pidot, en el yacimiento de Chuquicamata. Consiste en un cuerpo humano perteneciente al pueblo aymara que data aproximadamente del año 500.

Por Absalón Opazo

27/08/2021

Publicado en

Chile / Congreso / Minería / Patrimonio

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Por medio de la resolución 1666, la Cámara de Diputadas y Diputados solicitó al Presidente de la República que, a través del Ministerio de las Culturas y del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, instruya las medidas pertinentes para traer de vuelta a Chile, específicamente al norte andino chileno, al ancestro conocido como “el hombre de cobre”.

Para ello, la iniciativa, que sumó 119 votos afirmativos y 3 abstenciones, pide poner en marcha el “Plan patrimonio cultural” desarrollado por la Subsecretaría del Patrimonio Cultural. Asimismo, se pidió que el Ministerio de Hacienda otorgue los recursos económicos y humanos necesarios para la operación de repatriación, la institucionalidad y medios necesarios para conservarlo con los más altos estándares posibles.

Finalmente, los autores, diputada/os de la FRVS Esteban Velásquez, Jaime Mulet y Alejandra Sepúlveda; del PC Daniel Núñez, Marisela Santibáñez y Camila Vallejo; Carolina Marzán (PPD) y Camila Rojas (Comunes), instaron a la Cancillería a gestionar esta operación con el gobierno de los Estados Unidos con la debida diligencia.

¿Quién es el “Hombre de cobre”?

El “Hombre de cobre” es una pieza de valor arqueológico incalculable. Fue descubierto en 1899 por el ingeniero francés Maurice Pidot, en el yacimiento de Chuquicamata. Consiste en un cuerpo humano perteneciente al pueblo aymara que data aproximadamente del año 500. Con el paso del tiempo, se momificó. Está recubierto de un color verdoso, tras haber quedado tapado por una lámina de cobre.

Desde su hallazgo, pasó por diferentes dueños particulares, y finalmente, en 1905, el famoso banquero y magnate J.P. Morgan lo adquirió y donó al Museo de Historia Natural de Nueva York, lugar en que se encuentra hasta la actualidad.

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