¿Por qué celebramos el día del niño?

Por Hugo Martínez A., Profesor y Director Pedagógico en Colegium.

El término de la Primera Guerra Mundial permitió conocer los nefastos efectos que este conflicto bélico tuvo en millones de niños y niñas de los países involucrados. Con el impulso de la Cruz Roja, el 26 de septiembre de 1924 la Liga de las Naciones adoptó la “Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño” y un año después se declaró el primer día del niño. Tanto la declaración, como la creación del día, tienen como propósito reconocer los derechos específicos de la infancia y la responsabilidad de los adultos en resguardarlos.

Celebremos entonces, la importancia de proteger los primeros años de la existencia para asegurar un desarrollo adecuado y sano. Los niños y niñas tienen derecho a ser alimentados, a ser resguardados de toda explotación y a recibir una educación adecuada. Sin duda, estos principios, deben ser motivo de celebración universal. Casi 95 años después de su instauración, este día sigue teniendo sentido y valor.

La infancia del Siglo XXI tiene muchas más oportunidades que la del milenio anterior, no cabe duda de esto. Pero también está expuesta a nuevas amenazas, que debieran llamar nuestra atención como educadores y padres.

Al mismo tiempo que la infancia moderna dispone de nuevos y poderosos medios para la expresión y la comunicación, un alto porcentaje de los alumnos de educación primaria carece de una comprensión lectora aceptable. Si bien la cobertura de escolaridad ha aumentado considerablemente, la educación que niños y niñas reciben es en muchos casos inadecuada. Tempranamente los más pequeños tienen acceso a dispositivos que los estimulan y ofrecen intensas emociones, pero estas experiencias se viven sin la responsable compañía de un adulto.

Más que nunca, la celebración del día del niño debe recuperar su sentido original. No hay un mejor momento en el año, para dedicarle tiempo de calidad atendiendo las necesidades y aprovechando las oportunidades que disponemos hoy para proteger a la infancia y ayudarles a crecer y desarrollarse plenamente.