Por un Chile libre de violencia hacia las mujeres: ¡Es hora de decir basta!

"Es prioritario, por un mínimo de dignidad humana, dejar de normalizar situaciones que nos vulneran y que causan sobrecarga mental, física y emocional..."

Por Absalón Opazo

25/11/2020

Publicado en

Chile / Columnas / Género / Portada

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Por Libertad Méndez

Día a día nos enfrentamos a tantas violencias por ser mujeres. No es sólo lo más duro y gráfico como los golpes y su peor forma: la muerte a manos de un feminicida, sino que, las que estamos vivas, compartimos en una gran mayoría al menos una experiencia de violencia machista.

Este sistema capitalista y patriarcal, además de producir la feminización de la pobreza (el 54,3% de los más pobres de Chile son mujeres y si se considera el total de la población, el 9% de ellas son pobres contra el 8,2% de los hombres), reproduce violencia en las demás experiencias de la vida cotidiana.

Desde despertar y tener que correr para cumplir con todas las tareas de cuidado, un enorme capítulo históricamente relegado a mujeres, la crianza, la organización del hogar, el teletrabajo si existe, o el trabajo presencial para las menos afortunadas, y la incomodidad que vivimos en medios de transporte colapsados aún en pandemia, todos apretados con mascarillas que se vuelven inútiles ante tanta pérdida de distancia física; a esto se suma el constante riesgo del acoso o agresiones sexuales en la calle o en el mismo transporte. Nada de lo que enumero es desconocido para las chilenas. El día sigue y la historia sigue, en la casa con las labores domésticas que aún no son remuneradas y en el trabajo las jefaturas y otros cargos que desde mínimos puestos de poder replican conductas abusivas.

Mientras las ideas son de unos, el café es de otras. Okey, no pasa en todos los lugares me podrán decir algunos, pero lamentablemente, en pleno siglo XXI y con un país supuestamente en vías al desarrollo, sigue pasando. Y las mayores violencias las vivimos dentro de nuestros espacios íntimos, en los que debemos sentirnos cómodas.

Cuántas médicas y matronas hemos visto cómo las mujeres que, estando en relaciones monógamas, son contagiadas de enfermedades de transmisión sexual por sus parejas. O las violaciones que se callan por ser dentro de relaciones “formales”: tener sexo sin tener deseo de hacerlo en una vulneración profunda y grave.

Es prioritario, por un mínimo de dignidad humana, dejar de normalizar situaciones que nos vulneran y que causan sobrecarga mental, física y emocional, incluyendo las maternidades obligadas por estados con legislaciones de la edad media.

Quisiera un día no tener violencias de las cuáles escribir, que la desigualdad y el machismo sean historia del pasado y la educación sexual integral sea parte del día a día de niñes y adolescentes. Porque la vulneración no es prerrogativa de las mujeres, su extensión abarca también a las disidencias sexuales, los hombres que se salen de la norma, y cualquiera que intente tener una vida con respeto y dignidad.

De todas formas, tengo esperanza en el futuro: si antes la violencia hacia las mujeres se normalizaba e incluso se hacían chistes en televisión abierta sobre ella, hoy es cada vez más cuestionada y menos tolerada. Hoy gritamos fuerte, por las hermanas Mirabal y por todas las muertas que les han seguido y por todas aquellas que viven un martirio a diario. Sólo queda decirles que no están solas, que hemos dado pequeños pasos de avance y seguiremos en la lucha, porque juntas somos poderosas y no podrán callarnos más.

Finalmente, el Chile del futuro debemos escribirlo nosotras y no los políticos de siempre, esos que han querido perpetuar este modelo. Luego del plebiscito, el camino se abrió para todas las mujeres que luchamos día a día por un país libre de violencia.

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