El Coihue Abuelo no es un árbol cualquiera. Con más de seis siglos de vida, este gigante del bosque nativo ha resistido incendios, temporales y cambios ambientales que transformaron el territorio. Sin embargo, lo que no había enfrentado era la acción directa de manos humanas que, en plena área protegida, arrancaron un trozo de su corteza, dejando una herida abierta que amenaza su salud y la de todo el ecosistema que lo rodea.
Una señal de alerta en plena reserva
Fue durante un recorrido rutinario, en la Reserva Nacional Mocho Choshuenco (Región de Los Ríos), que funcionarias y funcionarios de CONAF se dieron cuenta del daño: un corte vertical en el tronco, reciente y de una dimensión suficiente como para comprometer la protección natural del árbol. La extracción de corteza no solo vulnera la Ley 20.283 sobre bosque nativo; también debilita el sistema de defensa del árbol, permitiendo el ingreso de hongos, bacterias y otros patógenos.
“Calificamos este hecho como grave”, señaló el director regional de CONAF, Arnoldo Shibar, destacando la urgencia de reforzar el resguardo en la Reserva Nacional Mocho Choshuenco ante este tipo de agresiones.
Cuando se daña un árbol, se daña un ecosistema
En el bosque templado lluvioso, el coihue es fuente de vida: sombra, humedad, refugio para aves e insectos, y un pilar estructural para el equilibrio del ecosistema. Que un ejemplar de 600 años sufra un daño así no solo afecta al árbol, sino que impacta a todo el entramado de especies que dependen de él.
La imagen que más se ha repetido para entender lo ocurrido es clara: quitarle la corteza a un árbol es como arrancarle la piel a una persona, según expresó Chibar a Radio Bío Bío Valdivia. La corteza permite regular la humedad, proteger de infecciones y mantener las funciones vitales. Sin ella, el Coihue Abuelo queda expuesto.

CONAF activa medidas de protección
Tras constatar el daño, CONAF anunció un conjunto de acciones inmediatas:
- Cercar el sector donde se encuentra el árbol para evitar nuevos acercamientos indebidos.
- Intensificar los patrullajes en la reserva, especialmente en senderos de mayor tránsito.
- Realizar un análisis técnico y sanitario del ejemplar para determinar el nivel de afectación.
- Aumentar la presencia de guardaparques e instalar señalética de educación ambiental.
Además, se recordaron las sanciones por dañar flora nativa al interior de áreas silvestres, que pueden llegar hasta 50 UTM por árbol afectado e incluso derivar en acciones penales cuando existe intención de causar daño.
Un llamado urgente a la responsabilidad ambiental
Cristián Álvarez, administrador de la unidad, explicó que el daño fue detectado hace pocos días y que no existía en revisiones anteriores. Según sus equipos, la herida podría generar consecuencias “graves”, ya que la exposición del tejido interno facilita el ingreso de agentes que pueden comprometer la sobrevivencia del ejemplar.
La reacción de CONAF apunta a algo más profundo que una sanción: la protección del patrimonio natural. El Coihue Abuelo es parte de la identidad del territorio y un testimonio vivo del bosque que existía en el sur de Chile mucho antes de la presencia humana masiva.
Cuidar el bosque es tarea de todas y todos
La institución reiteró su llamado a quienes visitan la reserva: no tocar, no cortar, no intervenir la flora nativa bajo ninguna circunstancia. Cada visita debe ser un acto de respeto hacia un ecosistema que, en tiempos de crisis climática, necesita más cuidados que nunca.
El daño al Coihue Abuelo es un recordatorio de lo frágiles que pueden ser incluso los seres más antiguos del bosque. Y también una advertencia: la protección del medioambiente depende de decisiones colectivas, desde las normas que sancionan hasta la conciencia de quienes recorren las áreas protegidas.

