¡Renuncia Boric!

"No es justo pedirle a un gobierno que resuelva todos los problemas de un país, porque eso es imposible. Lo que sí es correcto esperar es que ese gobierno, más que administrar un modelo, más que administrar la injusticia, tenga una dirección, trace un camino hacia un objetivo..."

Por Absalón Opazo

15/03/2022

Publicado en

Chile / Columnas / Política

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Por Adrián Barahona

Algunos días antes de la segunda vuelta estaba trabajando en una actividad cultural en Santiago. A unos metros de distancia, un grupo de punkys discutía entre ellos sobre la próxima elección. Uno de ellos, cercano a los cuarenta años, le contaba a los otros que esta sería la primera vez que iría a votar, porque sabía que si salía ‘el nazi José’ había demasiada gente que lo iba a pasar mal. Había pasado cuando la abstención permitió que volviera a salir Piñera y eso terminó como sabemos, con violencia, mutilación y represión. Está vez, dijo, no lo iba a permitir. Los otros asintieron algo fríos hasta que uno dijo “ya… vamos a ir todos a votar por el Boris, pero al día siguiente que salga, le hacemos una marcha ¡renuncia Boric!”. Y explotamos de risa.

Esa anécdota, que puede parecer solo una más de entre miles, encierra un secreto fundamental que no puede pasarse por alto. Este nuevo gobierno no consiguió esa mayoría aplastante porque sus propuestas nos entusiasmaron lo suficiente como para elegirlo. De haber sido así, habría ganado en primera vuelta, o, al menos, habría obtenido una votación mayor. Boric ganó con una mayoría aplastante porque el pueblo de Chile no quería a Kast y a todo lo que representa, y necesitaba mostrárselo en la cara. Por eso, desde el momento en que asume, muchos y muchas que votamos por él y que incluso coincidimos en una buena parte de su programa, nos declaramos oposición.

No es justo pedirle a un gobierno que resuelva todos los problemas de un país, porque eso es imposible. Lo que sí es correcto esperar es que ese gobierno, más que administrar un modelo, más que administrar la injusticia, tenga una dirección, trace un camino hacia un objetivo, piense el país que queremos construir y avance hacia allá. Ser oposición no significa ponerle piedras a ese camino, como habitualmente se ha hecho, sino estar vigilantes, constatar esa dirección, incidir, y recordarle al César, permanentemente, que es mortal, que sus votos no salieron de quienes están de acuerdo con él, sino también de muchas y muchos que aspiramos a un país, a un mundo, más allá de los límites de lo posible.

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