El testimonio de Paula Acuña

«Somos todas sobrevivientes»: El sobrecogedor relato de activista feminista ante hechos de violencia contra la mujer

“Para nosotras cada día que estamos vivas es un acto de resistencia, a nosotras se nos va la vida en cualquier momento”, sostiene Acuña.

Por Daniel Labbé Yáñez

06/07/2017

Publicado en

Chile / Género / Portada / Sociedad

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Esta semana ha estado marcada nuevamente por la denuncia pública realizada por una mujer respecto de un caso de violencia de género. Esta vez fue Valentina Henríquez, quien acusa a su ex pareja, Camilo Castaldi -Tea Time, ahora ex vocalista de la banda Los Tetas- de haberla agredido brutalmente.

El hecho ha generado una serie de reacciones en repudio de estos actos violentos y ha abierto una llave para que comiencen a fluir relatos como los de ella, a veces callados por mucho tiempo. Acá compartimos uno de ellos, el de la reconocida activista feminista Paula Acuña, quien decidió a través de su cuenta de Facebook contar su propia experiencia respecto del abuso contra las mujeres.

Paula Acuña

“Ayer tuve un día muy malo. En verdad pienso que sólo tenía tanta pena y tan infinita, no exteriorizada y escondida en mi corazón, que dos cosas pequeñas sin sentido me hicieron sentir frágil y vulnerable, angustiada ante un escenario que sólo parece empeorar. Esos hechos pequeños simplemente fueron la excusa para poder llorar algo que no me había dado cuenta me tenía tan mal.

Ese llanto fue de pura evasión, evadir lo que en realidad me tiene mal. Esta semana ha sido una de esas semanas en que el feminismo duele profundamente y dan ganas de sólo echarse a llorar o formar el ejército liberador antipatriarcal.

Cuando se abren tantas historias de repente, y empezamos a leer tantos testimonios y se juntan, se mezclan, se entretejen y vemos que no es sólo una, que somos dos, tres, veinte, miles. Que somos todas sobrevivientes.

Cada cierto tiempo el patriarcado saca muchos tanques a la calle y multiplica nuestras torturas. Como hace un año cuando drogaron y mataron a Josefina y Marina en Montañita, Ecuador. Por viajar solas decía la gente, por salir de la cocina, es lo que está detrás.

O cuando violaron y empalaron a Lucía, que murió por la violencia de las torturas. Por puta decía la gente, por salir del buena esposa, es lo que está detrás.

O cuando mataron a Nicole Saavedra a golpes, por lesbiana, por atreverse a amar a alguien como ella, por atreverse a desobedecer la sagrada institución heteropatriarcal. Por mujeres, por no haber nacido hombres, por desobedecer nos matan.

Estas semanas han sido duras y dolorosas. Duele todo porque se nos corre el velo y cachamos que el mundo es peor de lo que pensábamos y la gente evidencia su misoginia y de pronto lees cosas horribles, te das cuenta que conoces gente espantosa que no ve la violencia como tú la ves. Y la duda, y las dudas, y la gente dudando como si fuese algo lindo, algo fácil decir «me violaron», como si fuese el sueño hecho realidad haber sido golpeada, como si fuese nuestra realización de vida el maltrato.

El patriarcado sabe jugar tan bien su juego que de pronto somos nosotras quienes nos convertimos en las locas, en las exageradas, en las «ay ahora a todas las abusaron», como si quisiéramos, como si hubiésemos pedido cargar con esas historias en la piel.

Foto: Daniel Labbé

A mí la primera vez, de un sinnúmero que puedo recordar, que me tocaron sin mi consentimiento tenía seis años; eso si es que tuve suerte y es efectivamente esa y no una que no recuerdo porque mi pequeño cerebro bloqueó antes. La primera vez que me agarraron el culo tenía once. A los dieciséis estando dormida también me abusaron. Y aún no me atrevo, pero quizás algún día tenga el valor para abrir esa historia y funar a esa persona. Que triste y horrible es el silencio, por eso hermana YO TE CREO.

De los veintiuno a los veintiséis años viví en una relación de violencia tremenda de la que nunca pude salir. De la que nunca pude hablar, en la que nunca pude pedir ayuda porque el patriarcado sabe jugar tan bien, que cuando estás adentro no lo ves.

Alguien puso que escuchó dos hombres hablando en el Metro y estaban chatos que se les llenara el inicio de relatos. Porque a ellos no los matan, porque ellos pueden usar la calle, porque ellos no viven presos, ellos no temen no llegar a su casa hoy. Para nosotras cada día que estamos vivas es un acto de resistencia, a nosotras se nos va la vida en cualquier momento.

Así que espero que vengan a mi memoria más historias, espero que cada vez seamos más y más visibilizando lo que vivimos a diario. Que llenemos todos los espacios con nuestras historias. Porque esto nos ha pasado a todas y nos fortalece espejarnos en las demás.

Porque visibilizamos algo que aún sigue siendo tabú y entre más nos lo callamos más lo prolongamos. El silencio siempre es cómplice.

Un, dos, tres, por mí y por todas mis compañeras. Ya no nos callamos más.

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