Entrevista a Lorena Meneses, Secretaria General de Convergencia Social

“Tenemos el desafío de salir del nicho y comenzar a hablarles a todos”

"No veo que no podamos reconquistar parte de la gente que votó Republicanos solo por rabia. Siento que muchos de ellos rechazan algo que fuimos, que está en nuestro origen pero que ya no somos: universitarios que protestaban. Hoy el Frente Amplio es un mundo político adulto y que tiene un proyecto país que da más libertad y autonomía que la sociedad de los abusos que persigue Republicanos", afirmó Lorena Meneses, Secretaria General de Convergencia Social.

Por El Ciudadano

18/05/2023

Publicado en

Actualidad / Chile / Política / Portada

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lorena

Conversamos con la Secretaria General de Convergencia Social sobre las consecuencias del llamado “tsunami republicano” en la elección del 7 de Mayo, sus repercusiones para el país, el gobierno del presidente Boric y el progresismo chileno. Ante esto, Lorena Meneses, se muestra optimista respecto al futuro del gobierno, su partido y el oficialismo, pero también proyecta los desafíos del progresismo para el siguiente período.

¿Le pegó muy fuerte los resultados de la elección de Consejeros del 7 de Mayo pasado?

Yo creo que para nadie era esperable que el Partido Republicano por sí solo obtuviera poder de veto en el Consejo Constitucional, ni siquiera para ellos. Aunque realmente, esta suerte de reflujo conservador estaba ya bastante instalado desde el triunfo del rechazo el año pasado. La agenda pública estaba tomada por los temas que históricamente le rentan a la derecha, pese a que la respuesta del gobierno ha sido oportuna y contundente.

¿Parece ser entonces que efectivamente la elección fue una derrota para el Gobierno?

El Gobierno no participó ni hizo campaña para esta elección pues es el Gobierno de todos los chilenos y no de un sector político. Ese enfoque está muy presente en el oficialismo y me parece que no se puede perder. Quienes participamos de la elección fuimos las fuerzas oficialistas y, si una mira los números, lo cierto es que los resultados son disímiles entre quienes apoyamos al Gobierno. Para no perdernos: a todos nos golpea el avance de la ultraderecha, pero eso no significa que todos hayamos perdido, o al menos no en igual medida.

¿Lo dice por el resultado de la lista Todos por Chile, que no logró instalar Consejeros?

No estoy apuntando a fuerzas en particular sino a una tesis que se instaló luego del plebiscito de Septiembre: supuestamente la gente quería moderación, había revalorizado la experiencia de “los treinta años” y a los rostros que la encarnaban. Esa idea estaba detrás de muchos análisis y sin embargo fue enterrada el domingo antepasado. La gente no votó por esas opciones y ningún consejero que tuvo algún cargo antes de 2010 fue electo, salvo Yerko Ljubetic que venía en nuestra lista enarbolando ideas de cambio.

¿Entonces usted ve a la izquierda como ganadora en las elecciones?

Nunca la izquierda puede ganar cuando la ultraderecha avanza. Pero también es evidente que las fuerzas de quienes optaron por la unidad se consolidan: el Partido Comunista sacó una tremenda votación, el PS fue premiado electoralmente por elegir la unidad, el Frente Amplio ya consolida un electorado estable por tercera elección consecutiva, y Convergencia Social se consolida como partido grande del oficialismo. También ganamos grandes líderes y lideresas para defender nuestras banderas como Nancy Márquez en Los Lagos o Jessica Bengoa en Magallanes.

¿Coincide entonces con el diagnóstico de desfonde del centro?

Creo que es el desfonde de la tesis de que había que recuperar los discursos de la transición. Yo no creo que fuerzas como el PPD o la DC no puedan hacer una contribución a un proyecto progresista. Me parece que la gente que vota a nuestro sector premió el afán de unidad y castigó la defensa de identidades particulares. No hay dos voces en el oficialismo sobre la importancia de sumar a la DC al gobierno, por ejemplo. El punto es que se haga para sumar mayorías a los cambios que el gobierno persigue y no para frenarlos.

Está bien, pero ¿por qué si la gente quiere cambios vota una opción como la ultraderecha?

Como han señalado varias voces, esta irrupción de la extrema derecha es también manifestación del descontento social. Republicanos fue exitoso en mostrarse como una opción de cambio por sus rostros nuevos o su retórica supuestamente contestataria cuando en realidad defienden solo son defensores radicales del modelo neoliberal. No hay que perderse: la votación de la derecha tradicional también sufre un fuerte retroceso.

¿O sea que “la gente se equivocó” o “triunfaron las fake news” como dijeron algunos luego del plebiscito?

No, en democracia no se puede culpar a la gente en el ejercicio del voto. Menos en una democracia aún limitada como la chilena, en que el voto es prácticamente el único mecanismo de participación política.

¿Entonces?

Me parece claro que la introducción del voto obligatorio es trascendente en este cambio en el mapa electoral que hemos visto. Al parecer el nuevo electorado que se incorporó tiende a ser más conservador, individualista y despolitizado que el electorado que concurría con voto voluntario. Incluso en la primera vuelta presidencial, con voto voluntario, pudimos ver un alza de ese tipo de elector en que tiende a optar por Republicanos.

¿Y dónde estaba esa gente en Octubre de 2019, o apareció de la nada?

Lo que dicen los estudios por ejemplo es que la mayoría de esos electores provienen de las clases más populares. Probablemente muchos de ellos sí estaban protestando en las calles para el estallido, aunque seguramente por causas muy diferentes a las nuestras. Ahí es donde las fuerzas progresistas, todas, fallamos en hacer una lectura acabada del estallido: de entre todas las demandas nos concentramos en las que queríamos escuchar, las que confirmaban nuestra identidad, y desoímos las demás.

¿Está de acuerdo con la idea de que esto es una reacción al “octubrismo”?

Es bien evidente que el 35% de Chile no tiene las ideas antidemocráticas que caracterizan a Republicanos. Hay mucho de ese voto que es un hastío con el clima social relativamente más politizado que hubo desde el estallido hasta la Convención. Lamentablemente muchos utilizan ese epíteto del “octubrismo” como una forma bastante barata de imputar a las fuerzas de cambio la responsabilidad del alza de la extrema derecha, cuando en realidad éramos quienes buscaban decididamente una salida. Recordemos que nunca tuvimos conducción efectiva en la Convención del año pasado. Si algo, fuimos otra respuesta al “octubrismo”, distinta a quienes anhelan la política de hace veinte años.

¿No hay responsabilidades del Gobierno o la izquierda por el alza de la ultraderecha?

Creo que ya señalé, como otros en mi sector, que no supimos hacer una buena lectura del estallido. No he leído a nadie de Amarillos o de la derecha tradicional diciendo algo semejante, ni siquiera se plantean la necesidad de entender. Pero la primera responsabilidad por el alza de la ultraderecha estriba en quienes insisten en sostener el modelo de abusos que caracteriza a nuestro país: los que financian a la ultraderecha, a Amarillos y otros inventos electorales. Muchos de ellos vienen de una parte muy reaccionaria del mundo empresarial (las AFP por ejemplo), que solo le interesa garantizar las máximas ganancias posibles a costa de la mayoría de los chilenos, sin pensar en la estabilidad del país.

Esa mala lectura, ¿es la única responsabilidad?

Es la principal porque seguramente nos hizo poner el foco solo en lo que queríamos cambiar y no tanto en tratar de entender bien lo que la gente estaba diciendo. Nos falta impregnarnos de esa parte de la sociedad que simpatiza con nuestras agendas anti-abusos, pero no se identifica con nuestra estética y lenguaje. Creo que es muy posible que desde esas capas se esté generando una suerte de “anti-progresismo” de gente cansada no solo de las protestas, sino de los cambios sociales que han provocado las luchas que respaldamos como FA. Es gente que hace años, cuando marchábamos, nos mandaba a estudiar. En esos tiempos eran mayoría, la DC era el partido más grande de Chile. Pasaron muchos años antes de que mucha gente comprendiera el sentido de nuestras luchas y hoy mucha de esa gente nos prefiere. Pero seguramente hay otros que no y hoy votan, no por la DC o el PPD, sino por lo que parezca más contrario a nosotros.

¿El Frente Amplio debe alejarse entonces de las llamadas “demandas posmateriales”?

Es que no se trata de renegar de lo que somos. El Frente Amplio es el resultado de un largo ciclo de luchas sociales y no puede ni debe abandonar esas banderas. Si mucha gente está cansada de eso o de nuestros liderazgos pues es una lástima, pero también hemos crecido electoralmente y los números lo confirman.

Lo que sí me parece importante es entender la necesidad de abrirnos a los mundos a los que no les hemos hablado. No hay ninguna razón por la cual no podríamos conectar con ellos. Históricamente muchos artistas que están en la base de la identidad nacional se han identificado con las banderas de la izquierda, muchos de ellos tocaban algo tan constitutivo de la cultura nacional como el cuecas y música andina. Pero para eso tenemos que tener una conexión real con la gente como la que tenían ellos.

¿Al Frente Amplio le falta calle, como dicen?

Creo que es evidente, conforme a los resultados, que a varios les falta más calle que a nosotros.  Pero no significa que no tengamos que hacer el esfuerzo por hablarle al país que tenemos, no solo al que queremos. No veo que no podamos reconquistar parte de la gente que votó Republicanos solo por rabia. Siento que muchos de ellos rechazan algo que fuimos, que está en nuestro origen pero que ya no somos: universitarios que protestaban. Hoy el Frente Amplio es un mundo político adulto y que tiene un proyecto país que da más libertad y autonomía que la sociedad de los abusos que persigue Republicanos.

Por último, ¿se viene el partido único del FA?

Yo soy Secretaria General de Convergencia Social. Es mi deber velar por llevar a efecto las resoluciones y políticas de mi partido. Por otra parte una es, junto con madre y trabajadora, también una dirigente. Y como tal no se puede negar la necesidad de discutir el tema. Para resistir a la ultraderecha no se ha inventado nada mejor que la unidad y conectar con la sociedad.

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