Una cuenta que no nos cuenta: Respuesta feminista a la Cuenta Pública de Piñera

Este 1° de junio, Sebastián Piñera comenzó su cuenta pública anunciando que estamos ante una “nueva transición” y se proclamó como continuador de la obra de los gobiernos anteriores, a quienes atribuye “las tres décadas más exitosas de la historia de Chile”

Por Absalón Opazo

04/06/2019

Publicado en

Chile / Columnas / Género

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Este 1° de junio, Sebastián Piñera comenzó su cuenta pública anunciando que estamos ante una “nueva transición” y se proclamó como continuador de la obra de los gobiernos anteriores, a quienes atribuye “las tres décadas más exitosas de la historia de Chile”. Así, vuelven las promesas transicionales y nosotras sabemos lo que eso significa. Significa impunidad, significa pactos políticos para evitar desestabilizar el modelo, significa herencias anti derechos para mujeres, disidencias sexuales, jóvenes, migrantes, pueblos indígenas y comunidades precarizadas. Volver al relato de la transición no es otra cosa que volver a instalar en el centro de la política los límites de una democracia fallida.  

En pleno horario prime, Piñera se dirigió al país para proclamar una agenda policial que se agudiza mientras se implementan políticas de precarización. La lectura de la cuenta fue simultánea a la represión de FF.EE. contra quienes nos manifestamos y decidimos salir a las calles a decir que estamos cansadas, a decir basta, a decir SOMOS+. El orden de su discurso marca claramente el orden de una política de criminalización dirigida a la juventud, la población migrante y el pueblo mapuche, construyendo un relato de “enemigo interno” que desvía la atención de las condiciones de precariedad mayoritarias de la población. Al ritmo de las lacrimógenas, Piñera anunció que va a reponer el diálogo como forma de gobernar, pero ese diálogo es entre y para poderosos, y sabemos muy bien que no es un “diálogo” que cambie la vida de todas.

En el quinto punto de la cuenta, Piñera anuncia el marco de una política contra la discriminación hacia las mujeres que se enfoca en la escalada de mujeres en los altos cargos de FF.AA., en directorios de empresas, en el Congreso. Nosotras no nos confundimos: algunas pocas arriba y sin transformación profunda no es feminismo. No es feminismo si mientras tanto la vida de la mayoría sigue siendo empobrecida, endeudada y violentada. No es feminismo si se criminaliza a quienes se organizan por transformarla. No nos quedaremos tranquilas con estos anuncios que no responden en nada nuestras demandas. Nada de esto nos parece suficiente, todo lo contrario. Por eso hacemos un llamado a mujeres y disidentes: a organizarnos en un movimiento feminista que se tome las calles y abra horizontes de transformación radical de las formas en que se organiza la vida, nuestras vidas.

Junto con la transición, otros de los mitos del relato presidencial de Piñera, es la clase media. Desde un discurso aspiracional señaló que la clase media chilena “se esfuerza para poder surgir”, y que “a través de su trabajo lo logra”. Nosotras que debemos asumir dobles y triples jornadas de trabajo remunerados y no remunerados nos preguntamos ¿Qué logra? Logra endeudarse. Por esto es que decimos que el presidente es hipócrita cuando no señala que esta “clase media”, empobrecida y con excesiva carga de trabajo, accede precariamente al consumo por medio del endeudamiento. Nosotras lo sabemos bien, el 70% de los sueldos de las personas se destinan a pagar deudas, las más endeudadas son por cierto las mujeres. Para sostener la vida hoy, nos endeudamos, nos endeudamos para comer, nos endeudamos para estudiar, nos endeudamos por salud, nos endeudamos para morir.

Piñera ofrece reformas laborales, a las pensiones, a la salud, a la educación y políticas de subsidio a la vivienda, que no hacen sino deteriorar aún más nuestras condiciones de vida. Le decimos que sus “reformas” no transforman. Nosotras luchamos por un futuro libre de violencia, luchamos por trabajos dignos, estables y seguros, no vacilamos en gritar No+ AFP, por la construcción de un sistema de reparto, solidario y tripartito, que incluya un sistema feminista y comunitario de cuidados. No queremos competencia entre la deteriorada salud pública y la salud privada: exigimos un sistema único, universal y público de salud.

Asimismo, respaldamos la lucha protagonizada por las pobladoras y la garantía de la vivienda digna como un derecho básico. Ante las políticas de criminalización a la juventud y deterioro de la educación pública, exigimos tal como lo hicieran en mayo las estudiantes en las calles: educación pública, desmercantilizada y no sexista, libre de discriminación y represión en las aulas.

Piñera paradójicamente aborda los DDHH anunciando que “pondrá fin” a la impunidad de narcotraficantes, a lo que decimos que los primeros violadores de DDHH, narcotraficantes y ladrones que deberían ser perseguidos, están en instituciones policiales y militares. Habla de “combatir la delincuencia” cuando muchos delincuentes de la élite se sientan en el poder político y empresarial. Habla de DDHH mientras omite que sus políticas de represión imposibilitan la libre manifestación, y que el Estado colonial y racista mantiene impune los crímenes hacia Camilo Catrillanca, Macarena Valdés, Lorenza Cayuhan, Joane Florvil, Monise Joseph, Alberto Picausi y Rebeka Pierre.

En materia internacional, siguiendo a los gobiernos anteriores, Piñera llama a aprobar el TPP-11, hipotecando nuestra precaria soberanía alimentaria, la salud de las personas y el resguardo de los ecosistemas. Celebra la creación del Foro Prosur junto a quienes gobiernan bajo sus mismos parámetros, sostiene su apoyo al golpismo en Venezuela y aplaude la realización de la APEC en Chile (uno de cuyos ejes no es otro que “Mujeres y trabajo”). Todo como un paquete de “integración” internacional subordinada a los mandatos del mercado transnacional y aliada a expresiones políticas derechistas y agresivas. Frente a un escenario global de agudización de la violencia, avance de la ultraderecha e impulso de políticas precarizantes frente a la crisis, nosotras apostamos por construir un nuevo internacionalismo.

Su cuenta no nos cuenta. No cuenta para nosotras ni para los pueblos que habitan este territorio, no cuenta tampoco nada sobre lo que en las calles, en las escuelas, en los trabajos y en las casas exclamamos. No habla de aborto libre, legal, seguro y gratuito. No habla de educación pública y no sexista. No dice nada sobre un sistema plurinacional de cuidados. No habla de los 26 femicidios consumados a la fecha y los 40 frustrados, no menciona la tragedia de aquellas muertes, ni la indolencia del Estado frente a la escalada de crímenes de odio hacia la comunidad trans, hacia lesbianas y a todes quienes son disidentes a la heterosexualidad como norma.

Las políticas de este gobierno son políticas negacionistas que intentan hacernos olvidar que con violencia instalaron las condiciones de vida que tenemos ahora, y que con violencia, represión y criminalización continuarán haciendo posible la instalación de esta “nueva transición”. Ante esto, como Coordinadora Feminista 8M nos llamamos una vez más a pasar al frente por otra vida, a no callar y a no olvidar.

Hoy como ayer somos +

Coordinadora Feminista 8M

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