Por Nicolás Folch Maass

Los habitantes de esta franja cordillerana irán a votar, otra vez. Muchos lo harán por obligación, es decir, por la peor de las razones. Ellos decidirán en gran medida el resultado y a quién representará los intereses del país. La cuestión es saber cuáles intereses, los que aprovechan a quién. Había, poco después de las dos guerras mundiales, una corriente de intelectuales que abogaban por un progreso civilizatorio y un gobierno al servicio de tal objetivo. Algunos destacados economistas, sin ser marxistas, despreciaban a la sociedad de consumo y al trabajo degradante. Entre ellos, John Maynard Keynes, por dar uno de los nombres más referenciados en el campo de la economía. Pero hoy, la realidad es naturalmente otra. Al modelo productivista de comienzo del siglo XX, lo han reemplazado otros, cuya evolución nos tiene dando botes entre socialdemócratas, neoliberales a ultranza y anarco liberales. En realidad, esto, para un estudioso de ciencias económicas, no es más que hablar de la evolución de los dinosaurios, aunque en Chile ciertos opinólogos y políticos crean que es lo último en moda para vestir.
El deslizamiento epistemológico ha logrado imponer una ideología subterránea. Esta propone que ya no es tanto el capital (económico y humano) lo que debe cuidarse, sino que hay que estar al servicio de los financistas-inversionistas. Es a ellos a quienes el gobernante debe prometer el paraíso de un mercado sin inflación, si desea que lo dejen «gobernar». El resto— como dijo uno de nuestros ex presidentes (Rycky Lake) adláteres de esta parroquia— es música.
Entonces, ya se entiende cuál es el juego, o qué es lo que está en juego, o de qué es el jugo. No se haga el jugoso querido lector. No se trata de usted, ni de usted, que opina totalmente lo contrario al primer usted, sino de la preponderancia de ciertos grupos económicos por sobre otros, con miras a atraer y dar seguridad a los inversionistas amigos de tal o cual. La seguridad, aquel sustantivo femenino que está de moda ¿Ya entendió? Su seguridad, no está en las prioridades. Si así fuera, salud, educación y fuerza laboral serían las palabras de moda. Pero a usted «ya le vendieron la pescá», como dice el refrán popular y le han tapado el Sol con un dedo. Porque, lo que cualquier persona con un mínimo de -no digamos educación o intelecto- sentido común, sabe, es que nadie nace asesino, sicario, ladrón, migrante o destinado a la cárcel. Y que, si hablamos de problemas de seguridad, hay que buscar las causas. Una de ellas, la más importante, es la disfunción del sistema educativo.
Sacada esta suma y resta ¿por qué no escuchamos otra canción que la del Estado versus los ciudadanos o la del inmigrante versus locales o la del delincuente versus ciudadanos? La educación ha quedado fuera de la ecuación porque de ella depende el progreso real y una inversión en capital humano que incomoda, que es percibida como veneno puro para inversionistas y grandes empresarios. Ya sea por trabajo o por placer, los empresarios y funcionarios con cargos de alta responsabilidad viajan y conocen el funcionamiento de los países europeos. Si acordamos, con cierta benevolencia, que empresarios y cuadros técnicos superiores han tenido una buena educación formal (o al menos, que trataron de enseñarles un poco más que al resto), este estrato social debiese saber que en nuestro país viven gracias al subdesarrollo. Porque tanto ellos como los Kaiser de la política chatarra, conocen las reglas que acá no respetamos o que no existen, que, en cambio, son fundamentales en Europa. Solo una pepita: en Alemania, por ley, la mitad de los consejos de administración de las empresas deben hacerse con representantes de los trabajadores. Pero supongamos que nuestra clase social más rica es muy tonta, tanto que hacen negocios con inversionistas extranjeros, van de viaje, visitan y promocionan el mercado chileno, todo sin enterarse de cómo funciona el mundo. Supongamos eso. Mucha de esta gente, con gran capital económico, se conocen porque forman círculos sociales cerrados gracias a la dinámica interna de nuestros empresarios. Sus hijos van a los mismos colegios, acuerdan aumentos de sueldos a sus cercanos para así subir el suyo propio, van a las mismas zonas de vacaciones, etc. Es posible, digamos remotamente, que uno de ellos venga incluso de una familia de migrantes europeos. Un par de estos ciudadanos VIP debiera, se espera, si tiene la materia gris suficiente, saber que en Chile es la ley de la jungla lo que sirve a sus intereses. Con un par de entre ellos que lo sepa, todos los otros empresarios lo sabrían (puede incluso que lo sepan en concomitancia con la clase política) dado que comparten cocktails y cumpleaños, amantes y amigos periodistas.
Lo peor que podría pasar para nuestra clase dirigente, para quienes pagaron por la mejor educación en Chile y formaron sus redes de apoyo en los patios de aquellos colegios, es invertir en educación para el roterío, y que lo que es fraude, falta a la ética, olvido, error de contable, etc., comencemos a llamarlo derechamente robo al país.
¿Entiende usted ahora lo que NO está en juego… y que no lo estará mientras lo que importe es solo el capital económico? A nivel mundial, en 1991 el empresario o sus gerentes ganaron 113 veces más que sus empleados. En 2001 la brecha aumentó a 449 veces más. Es decir que en diez años hubo un aumento de ganancias multiplicado en cuatro para los directores de empresas. Lo anterior se justifica con una fábula instalada por el mundo de las finanzas en casi todos los países, tal como lo señala Béatrice Cherrier, de la Escuela Politécnica de Francia. Se cree que, a mayor sueldo, mayor maximización del valor de la empresa. Ahora bien, en realidad muchas empresas que han perdido valor han aumentado el sueldo de sus dueños y gerentes, incluso con escándalos de cheques abultados a la hora de irse y dejar la empresa en crisis y con drásticos reajustes y despidos.
Pero ya sabemos, los candidatos irán a acariciar a la bestia a Casa Piedra, la tranquilizarán con periodistas serviles que servirán de cajas de resonancia. En síntesis, darán garantías para que usted y las generaciones venideras se embrutezcan trabajando, no tengan colegios dignos y vivan en la más benéfica de las ignorancias. El Estado a su mínima expresión, baja de impuestos para reducir todo nuevo beneficio y sin financiamiento para la salud y la educación ¿Quién dará menos? Bombas y drones en la frontera de un país que sigue siendo apenas un paisaje (dixit Nicanor Parra).
Por Nicolás Folch Maass
Francia, octubre 2025.
Fuente fotografía
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