En un paso decisivo hacia el futuro de la movilidad y el almacenamiento energético, la empresa Honeycomb Energy anunció que en el cuarto trimestre de 2025 iniciará la prueba de producción de su batería semisólida de primera generación con una capacidad de 140 Ah. El proceso se llevará a cabo en su línea de producción de 2,3 GWh y será el preludio de una asociación con BMW, cuyo modelo MINI de próxima generación incorporará esta tecnología a partir de 2027.
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Este hito marca una nueva etapa en la carrera global por consolidar las baterías de estado sólido, vistas como el próximo estándar energético para vehículos eléctricos, aeronaves de baja altitud, dispositivos de IA y robótica avanzada.
Dos generaciones, un mismo propósito
Según explicó la compañía, el desarrollo se divide en dos etapas: semisólida y totalmente sólida. En 2025, Honeycomb producirá en masa su primera generación de baterías semisólidas de paquete blando con una densidad energética de 300 Wh/kg, enfocadas en lograr bajo coste con alta eficiencia. La segunda generación llegará con 360 Wh/kg y 78 Ah, ampliando el rango y la autonomía de los vehículos.
Por otro lado, sus baterías de estado sólido puras alcanzarán los 400 Wh/kg y 68 Ah, ideales para aplicaciones que requieren máxima seguridad y estabilidad térmica, como los vehículos de despegue vertical (eVTOL) o robots autónomos.
Aplicación automotriz y despegue comercial
Un informe reciente de Kaiyuan Securities señala que la industria avanza rápidamente desde la fase de laboratorio hacia la verificación para producción en masa. Se espera que los primeros tests en vehículos reales comiencen a fines de 2025, con despliegues más amplios entre 2026 y 2027. El informe destaca nuevos escenarios de aplicación como el vuelo a baja altitud, inteligencia artificial y robótica como vectores clave para acelerar la industrialización.
El anuncio de Honeycomb tuvo impacto inmediato en el mercado. El sector bursátil de baterías de estado sólido experimentó un repunte: Dexin Technology y Haopeng Technology alcanzaron su límite diario, Xianhui Technology subió un 18 %, y Xinyuren, Liyuanheng, Farasis Energy, Haimuxing y Xiamen Tungsten New Energy también mostraron fuertes alzas.
La noticia no llega sola. Desde julio, varias empresas que cotizan en acciones A han revelado avances significativos:
Farasis Energy planea una línea piloto de baterías de sulfuro (0,2 GWh) antes de fin de año y entregará baterías de 60 Ah a clientes estratégicos.
Changan Automobile ya trabaja en la integración de baterías sólidas, con vistas a producción masiva en 2027.
Del Shares anunció la certificación internacional UN38.3 para sus baterías, clave para su despliegue global.
En el sector de materiales, Qingtao Energy y Saike Power ya están operando fases de prueba de equipos y materiales especializados.
Según SDIC Securities, la industria china de baterías de estado sólido alcanzará 11,1 GWh en 2025 y podría escalar a 614,1 GWh en 2030, con una tasa de penetración proyectada del 10 % para ese año. Aunque la cuota actual sigue siendo marginal, el salto hacia la industrialización masiva ya es visible.
Zheshang Securities apunta que los electrolitos sólidos no solo aumentan la seguridad, sino que también obligarán a renovar equipos y materiales en toda la cadena industrial, lo que beneficiará a fabricantes especializados. Se espera un punto de inflexión entre 2025 y 2026, con una aceleración clara a partir de 2027.
Las baterías de estado sólido representan un cambio paradigmático frente a las baterías tradicionales de litio líquido. Son más seguras, más eficientes, permiten mayor densidad energética, y no dependen de líquidos inflamables. Esto abre posibilidades para vehículos eléctricos con mayor autonomía, drones más ligeros y robots con mayor movilidad.
Además, se alinean con los objetivos globales de electrificación limpia, reducción de emisiones y autonomía energética, especialmente en un mundo cada vez más digitalizado, automatizado y aéreo.
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