El azúcar podría relacionarse con los trastornos del ánimo y la depresión

Una investigación publicada en 'Scientific Reports' (de Nature) encontró nexo entre una dieta alta en azúcar y ciertos trastornos comunes del ánimo. Este efecto fue independiente del estatus socioeconómico, la actividad física, la grasa corporal, la salud física, el consumo de alcohol o tabaco y otros hábitos alimentarios.

Para las personas con gusto por los dulces, solo pensar en un trozo de torta o una barra de chocolate provoca una sensación de entusiasmo e incluso felicidad, pero a largo plazo, este efecto se puede revertir en algo negativo.

Una investigación publicada en Scientific Reports (de Nature) encontró nexo entre una dieta alta en azúcar y ciertos trastornos mentales comunes.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda reducir la ingesta diaria de azúcares agregadas (es decir, toda el azúcar exceptuando a la que viene naturalmente en las frutas, la leche y los vegetales) a menos de un 5% del consumo total de calorías.

Pero hay países en los que se come el doble o el triple de esta cantidad recomendada. Tres cuartos de esas azúcares agregadas vienen de bebidas y alimentos dulces, como tortas, galletas y gaseosas, y el resto viene de otras comidas procesadas, como ketchup, mayonesa o pan envasado.

Al mismo tiempo, una de cada seis personas en el mundo sufre algún trastorno mental común, como ansiedad, por ejemplo. En esto se basaron los investigadores para hacerse la pregunta de si habría alguna relación entre el consumo de azúcar y estos desórdenes.

Un estudio anterior, publicado en 2002, examinaron el nexo entre la depresión y el consumo de azúcar en seis países. Los investigadores, del Baylor College, en EEUU, encontraron que altas dosis de azúcar refinada se asociaban con tasas más altas de depresión.

Desde entonces ha habido una serie de trabajos que han investigado estas relaciones por más de una década. En 2011, por ejemplo, científicos españoles encontraron que cuando agrupaban a los participantes basándose en su consumo de productos comerciales de repostería, quienes comían más de estos alimentos tenían un riesgo aumentado de 38% de desarrollar depresión, en comparación con quienes los consumían poco.

Para esta investigación, Anika Knüppel, candidata a PhD en epidemiología y salud pública en la Universidad College de Londres, trabajaron con un grupo de británicos para probar cómo a través del consumo de comidas y bebidas dulces se podría predecir nuevos y recurrentes trastornos del ánimo.

También investigaron si un desorden del ánimo podría hacer que las personas se inclinaran a elegir alimentos dulcificados.

Encontraron que los hombres sin trastornos del ánimo que consumían más de 67 gramos de azúcar, tenían un 23% de riesgo aumentado de sufrir algún trastorno cinco años después, comparados con quienes comían menos de 40 gramos.

Este efecto fue independiente del estatus socioeconómico, la actividad física, la grasa corporal, la salud física, el consumo de alcohol o tabaco y otros hábitos alimentarios.

También se observó que los hombres y las mujeres con desórdenes del ánimo y un alto consumo de azúcares añadidas estaban en mayor riesgo de estar deprimidos cinco años más tarde, comparados con quienes consumían menos alimentos dulcificados. Esta asociación se explicó en parte por su dieta total.

No se encontró evidencia de un efecto en reverso; es decir, los participantes no cambiaron su consumo de azúcar después de experimentar trastornos del ánimo.

«A pesar de nuestros hallazgos, quedan varias preguntas pendientes sobre si el azúcar nos hace más tristes, si es que esta afecta más a los hombres que a las mujeres o si es la dulzura, más que la propia azúcar, lo que explica las asociaciones observadas», escribe Anika Knüppel en Science Alert.

Lo seguro es que el azúcar se asocia con una gran cantidad de problemas de salud, que incluyen el deterioro dental, la diabetes tipo 2 y la obesidad. Es por esto que disminuir el consumo de azúcares añadidas es una de las mejores decisiones que se pueden tomar en la vida, independientemente de si se comprueba definitivamente su relación con los trastornos del ánimo.

Vía Science Alert

El Ciudadano

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones

Comparte ✌️

Comenta 💬