En Chile están dos de los telescopios que detectaron al sistema solar TRAPPIST-1

Desde el observatorio La Silla, en el norte de Chile, se realizaron los primeros hallazgos que llevaron al importante descubrimiento astronómico anunciado el miércoles por científicos de diversos países. Junto al telescopio Spitzer, de la NASA, el otro instrumento que jugó rol importante fue el 'Very Large Telescope', del observatorio Paranal, también en el norte del país.

Por Sofia Olea

23/02/2017

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Very Large Telescope (VLT), en el observatorio Paranal, en Antofagasta, Chile. Imagen, ESO


Fue en el observatorio de La Silla, en el desierto de Atacama, Chile, que hace un par de años el astrónomo belga Michaël Gillon comenzó a estudiar las variaciones en el brillo de una estrella enana roja fría, llamada TRAPPIST-1. Más tarde, precisamente este miércoles, la NASA daría a conocer cómo este astro es el centro del nuevo sistema de 7 planetas parecidos a la Tierra, en un acontecimiento cuya noticia recorrió el mundo.

El descubrimiento reavivó el entusiasmo científico por encontrar posibles formas de vida en otros mundos, y una de las tecnologías que permitieron detectarlo, fue el proyecto ‘Telescopios Pequeños para Planetas en Tránsito y Planetesimales’ (o TRAPPIST), que tiene uno de sus telescopios robóticos de 60 cm. en La Silla; el TRAPPIST-Sur.

Los investigadores también utilizaron el Very Large Telescope (VLT), que también está en Chile, en el observatorio Paranal, en Antofagasta –perteneciente a ESO (European Southetn Observatory). Con ambos observatorios en tierra, junto al telescopio espacial Spitzer de la NASA, y con la colaboración de otros telescopios del mundo, un equipo internacional de astrónomos confirmó la existencia de estos siete pequeños planetas orbitando a TRAPPIST-1, los que fueron nombrados como TRAPPIST-1b, c, d, e, f, g y h, desde el más cercano a su estrella hasta el más lejano.

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Telescopio robótico del proyecto TRAPPIST en el observatorio de La Silla, Coquimbo, Chile. Imagen, The Telegraph


En 2015, Gillon y sus colegas trabajaron desde el TRAPPIST-Sur para buscar exoplanetas cercanos a TRAPPIST-1, luego de que se observaran variaciones irregulares en la luminosidad de la estrella. Fue así como los astrónomos detectaron la existencia de tres planetas con características similares a las de la Tierra. En mayo de 2016, el equipo publicó el hallazgo en Nature.

«Con la tecnología actual, los sistemas alrededor de estas pequeñas estrellas son los únicos lugares donde podemos detectar vida en un exoplaneta del tamaño de la Tierra. Si queremos encontrar vida en otros lugares del universo, ahí es donde debemos comenzar a buscar», explicaba Gillon en esa ocasión.

Los astrónomos que anunciaron el hallazgo el miércoles, explicaron que la confirmación de que los planetas del sistema no son solo tres, sino siete, ofrece mayores esperanzas de encontrar las condiciones aptas para la generación de vida en alguno de ellos.

Se cree que seis de los siete –los que se encuentran más al interior– son rocosos como la Tierra. Nunca antes se había encontrado un sistema solar con tantos planetas rocosos de tamaño similar al nuestro y con las condiciones necesarias para albergar alguna forma de vida alienígena. Los científicos dicen que la probabilidad de cualquier evidencia de vida es “fuerte, muy fuerte o concluyente”.

El hallazgo tiene un carácter único, y el hecho de que gran parte de los descubrimientos en torno a este se hallan realizado desde Chile, pone al país en el foco mundial de la ciencia y demanda que las gestiones se concentren en apoyar el desarrollo de la ciencia y la tecnología desde el territorio local.

El Ciudadano

 

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