Estudio demuestra que la grasa y el azúcar afectan negativamente la calidad del sueño

Más allá de la incomodidad de una digestión pesada, que puede dificultarnos conciliar el sueño, y al margen del efecto obvio de estimulantes como el café, una nueva investigación revela que los alimentos, en sí mismos, son capaces de ejercer una influencia notable en cómo dormimos

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Más allá de la incomodidad de una digestión pesada, que puede dificultarnos conciliar el sueño, y al margen del efecto obvio de estimulantes como el café, una nueva investigación revela que los alimentos, en sí mismos, son capaces de ejercer una influencia notable en cómo dormimos.

El equipo de Marie-Pierre St-Onge, del Departamento de Medicina de la Universidad de Columbia, Nueva York, ha comprobado que comer menos fibra, más grasas saturadas y más azúcar está asociado con un sueño más superficial, menos restaurador y más alterado.

Los resultados del estudio mostraron que un consumo superior de fibra se relaciona con más tiempo transcurrido en la etapa de sueño profundo -o de ondas lentas. En cambio, un porcentaje más alto de energía procedente de grasas saturadas se asocia a menos tiempo de sueño de ondas lentas. En los experimentos con voluntarios, un consumo mayor de azúcar también estuvo asociado con un mayor número de veces en que los sujetos se despertaban sin que hubiera concluido su periodo de sueño.

Lo más sorprendente es que observaron que un único día de mayor consumo de grasa y menor de fibra podía influir en los parámetros del sueño.

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En el estudio se encontró también que los participantes se dormían más rápido después de comer alimentos más proteicos y livianos en grasas, que habiendo consumido comida de características opuestas. A los participantes les llevó un promedio de 29 minutos dormirse después de consumir alimentos y bebidas con carbohidratos y grasas, pero sólo 17 minutos si tomaban comidas con menos grasas saturadas y más proteínas.

En el estudio participaron 26 adultos -13 hombres y 13 mujeres- de peso normal y edad promedio de 35 años.

Los resultados del estudio sugieren que, para las personas que experimentan una baja calidad de sueño, puede ser buena idea cambiar la dieta, si es necesario. Sin embargo, se necesita investigar más para validar con toda propiedad esta relación entre alimentos y calidad del sueño.

Fuente: NCYT.

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