Hay nueva evidencia de que los humanos -y los otros vertebrados- descendemos de los peces

Un nuevo informe científico de la revista Nature, revela algunos detalles sorprendentes para entender cómo pudo ser posible esa transición.

Por Sofia Olea

15/09/2016

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pececillo anaranjado

La ciencia ha sabido por mucho tiempo que los humanos, junto con muchos otros vertebrados, básicamente heredamos el diseño del cuerpo de los lejanos ancestros, los peces. De hecho, desde una perspectiva evolutiva, básicamente somos todos peces. En cierto momento de la historia, a un grupo de peces de cuatro patas, llamados tetrápodos, se les ocurrió salir del agua, dando origen, a muy largo plazo, a un sinfín de vertebrados.

Un nuevo informe científico de la revista Nature, revela algunos detalles sorprendentes para entender cómo pudo ser posible esa transición, publica The Independent.

Por mucho tiempo los naturalistas han sabido que los tetrápodos comparten similares patrones en la estructura ósea de sus extremidades, con otras especies. Y así también lo observó Charles Darwin.

Pero las analogías obvias en la organización de los huesos no se transfieren a otras especies por fuera del grupo de los tetrápodos. Las aletas de los peces están construidas de protuberancias de huesos, de las que se proyectan ‘rayos dérmicos’, una suerte de tejido duro; un entramado que va por la piel y que no es así en las manos humanas.

El informe sugiere que esos rayos de hecho se desarrollaron a través de un proceso similar al de los dedos humanos. Los investigadores encontraron que cuando desactivaron un grupo de ‘genes Hox’ en ratones y en embriones de pez cebra (con técnica CRISPR -de edición de genes), los ratones no desarrollaron dedos y los peces no desarrollaron rayos dérmicos.

En otros términos, esto es que los mismos genes están involucrados en la construcción de los dedos de las manos y también de los ligamentos rígidos de las aletas de los peces.

En resumen, aunque los resultados de este estudio son muy diferentes de lo que se sabía hasta ahora, demuestra que el mismo grupo de genes ordena a los tejidos, de la aleta y de los dedos, que se muevan al final de las extremidades, para lograr lo que cada especie debe hacer con ellas.

El Ciudadano

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