Jóvenes triplicaron la cantidad de horas conectados a internet durante el confinamiento

Los nuevos usos de Internet se dan en sectores medios y privilegiados económicamente, donde el acceso está disponible las 24 horas, asegura una experta consultora de la Unesco

La intensidad de uso de Internet y la cantidad de horas por día que están conectados desde distintos dispositivos, es uno de los cambios más drásticos que están experimentando los jóvenes durante el confinamiento producto de la pandemia.

Así lo ha constatado Clarín Roxana Morduchowicz, doctora en Comunicación de la Universidad de París y consultora de la Unesco en temas de educación y tecnologías, que comenzó a estudiar esta hiperconectividad de los más jóvenes en cuarentena y asegura que los chicos y chicas exploran más Internet y les dan nuevos usos a las redes sociales, informó el diario Clarín.

“En primer término esto se da porque es la única manera que tienen para estar comunicados entre ellos, lo que es fundamental en esa edad. Después, porque las actividades de la escuela son 100% online“, explicó.

«Antes, los especialistas decíamos que los chicos debían hacer un uso diversificado de los bienes culturales. Es decir, había un tiempo para el uso de las pantallas, otro tiempo para que vayan a un club o se recreen con otro tipo de actividades, como ir al cine. Todo esto cambió porque la tecnología hoy es la única manera que tienen para estar comunicados con sus amigos», señaló la experta.

Hiperconectados por la cuarentena: los adolescentes triplican el ...
Los nuevos usos de Internet se dan en sectores medios y privilegiados económicamente, donde el acceso está disponible las 24 horas. Foto: Clarín.

Entonces, así como la tecnología se vuelve fundamental a la hora de sociabilizar en el aislamiento, la dimensión que adquiere el uso de internet también es diferente a la que existía en el mundo adolescente antes de la cuarentena.

“Lo primero que notan los adolescentes mismos cuando uno habla con ellos es que duplican o triplican o la cantidad de horas conectados -señaló-. Es la única posibilidad recreativa con sus amigos, la única educativa con los profesores y en solitario, cuando por ejemplo quieren ver una serie en su cuarto».

No hay lugar para los hobbies en ”el afuera”. Y ahí es cuando pueden aparecer nuevos intereses. Un ejemplo claro, dice Morduchowicz, es que los adolescentes mayores de 15 años se bajaron Tik Tok. Esa red social de videos cortos era únicamente, al menos en la Argentina, para chicos de entre ocho y trece años.

Otra novedad es que los adolescentes están explorando más las opciones dentro de las redes sociales, que siguen siendo el lugar de Internet donde más tiempo pasan. Es una suerte de nuevo buceo del espacio en el que ya estaban inmersos, dice la especialista.

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«Muchos descubren nuevas redes sociales o diferentes usos para las que ya utilizan», enfatizó. Un ejemplo es Netflix Party, que permite a varios usuarios compartir la serie que están viendo y comentarla. Antes, la serie se veía estando solo y se comentaba al otro día.

La búsqueda de información en línea también es una actividad que acrecentaron los adolescentes durante el aislamiento. Hay usuarios más jóvenes leyendo notas de salud. «Normalmente antes era para temas personales o tareas y ahora se sumó la lectura de noticias sobre el coronavirus «, planteó Morduchowicz. 

Estos nuevos usos de Internet, claro, se dan en sectores medios y privilegiados económicamente, donde el acceso a la red está disponible las 24 horas. La cuarentena pone en evidencia una vez más las enormes diferencias del uso de Internet que hay según los estratos sociales.

“Los sectores más vulnerables no tienen conectividad continua, entonces los adolescentes tienen menos posibilidades de diversificar el uso que hacen de Internet. Por ejemplo, no pueden explorar en nuevas funciones o aplicaciones sobre lo que usan sino que el uso es limitado.

En el momento en que tienen internet seguramente se contactarán a través de una red social, la misma que usaban antes de la cuarentena”, señaló Morduchowicz, autora de los libros Ruidos en la web (2018), Los adolescentes del siglo XXI (2013) y Los chicos y las pantallas (2014).

En cuanto a las tareas, ejemplifica, quienes no tienen el privilegio de tener Internet constante pueden realizar prácticas digitales más «convencionales», como bajar un PDF para una materia y comentarlo, más que participar de una clase virtual o explorar nuevos usos en las redes.

También, en comparación, entonces, se «empobrece» el uso de Internet en los chicos y chicas con menos recursos.

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