La desconocida, bella y trágica historia de amor prohibido entre Marie Curie y el también físico Paul Langevin

Curie se vio inmersa en un gigante escándalo por el cual estuvo a punto de perder el premio Nobel por el descubrimiento del radio y el polonio, y las razones no tienen nada que ver con la ciencia.

Una mañana de 1911 dos hombres se encuentran en un parque parisino. Ambos van armados con pistolas. Espalda contra espalda, andan diez pasos y se apuntan. Uno es periodista; el otro, uno de los científicos más brillantes del país. Y el duelo es por el honor de Marie Curie.

Esta historia tiene sus comienzos en 1906, apenas tres años años desde que Marie y su esposo Pierre habían ganado juntos el Premio Nobel de Física por sus investigaciones sobre la radiación, cuando la muerte les separó en las calles de París, luego que un coche de caballos se llevara por delante al reconocido físico.

Para 1911, la viuda solo tenía 38 años y su carrera científica seguía dando frutos extraordinarios, tanto que estaba a punto de convertirse en la primera persona en recibir dos galardones de la Academia Sueca, esta vez, el de Química «por el descubrimiento del radio y el polonio, el aislamiento del radio y el estudio de la naturaleza y compuestos de este destacable elemento químico».

Sin embargo, madame Curie se vio inmersa en un gigante escándalo por el cual estuvo a punto de perder este reconocimiento y las razones no tienen nada que ver con la ciencia, ya que se descubrió que mantenía una relación con Paul Langevin, un físico que había sido alumno de su marido y que estaba casado.

Aunque intentaron mantener la relación en secreto y alquilaron un apartamento para sus encuentros, la mujer de Langevin conocía la infidelidad y decidió hacerla pública ofreciendo como prueba cartas que se habían intercambiado los amantes. La esposa ultrajada quería el divorcio, la custodia de los niños y dinero.

Marie Curie y Paul Langevin adelante de un grupo de mujeres. La foto fue tomada a principios de 1910.

Escándalo, ciencia y romance

La noticia fue una bomba en la prensa de la época. En su libro Radioactivo, la escritora Lauren Redniss cuenta que Madame Langevin sabía que su esposo ocasionalmente tenía affaires, pero que «la relación con Marie Curie le molestaba más, y pronto la animosidad entre las dos mujeres se tornó violenta».

Tres días antes de que Marie Curie ganara su segundo premio Nobel, Madame Langevin declaró públicamente que su esposo y la científica tenían una relación amorosa.

Asimismo, la escritora relata como la prestigiosa Curie se transformó enseguida en la mala de la película por haber seducido a un hombre casado.

«Los diarios de todo el mundo reportaron ‘lo más sensacional en París desde el robo de la Mona Lisa’. Los periódicos franceses en su mayoría simpatizaban con Jeanne Langevin, publicando artículos sobre su devoción y sufrimiento», cuenta Redniss.

Los medios comenzaron a atacarla por su origen polaco e incluso circuló el rumor de que era judía. Por si fuera poco, hasta tuvo que soportar una manifestación a las puertas de su casa, donde estaban sus hijas de 14 y 7 años.

«A Marie le asignaron el papel de vagabunda intrigante que había hechizado a un hombre casado. Aún peor, era una extranjera peligrosa… ¡una judía!, aseguraban aunque no lo fuera», añade la autora.

Entre los periodistas que habían puesto la reputación de la científica por el piso a Marie destacaba Gustave Téry, fundador del diarlo L’Œuvre, que trató a Marie de “rompehogares” y a Paul de “cobarde y patán”. Y ahí fue donde a un enfurecido Paul se le ocurrió la idea de retar al periodista a un duelo a pistola.

Así llegamos a aquella mañana otoñal de 1911, en la que Paul Langevin y Gustave Téry se encontraron pistolas en mano. Sin embargo, el hecho no terminó en tragedia, ya que al final ninguno de los dos duelistas quiso disparar.

Según los testigos. ando llegó el momento de la verdad Téry se negó a disparar porque, según él, “no quería privar a Francia de una de sus mentes más privilegiadas”. Langevin, por su parte, dijo que no era un asesino y también se negó a disparar.

Para sorpresa de muchos, si llegó a producirse un duelo, el cual tuvo por protagonistas a los periodistas Henri Chervet y Léon Daudet, que no se ponían de acuerdo en si las acusaciones contra Marie eran ciertas o no.

Este segundo duelo terminó con Daudet herido, aunque al final la cosa no llegó a mayores, tal y como se puede apreciar en un video de la época.

Ante la polémica, el comité de los Nobel le pidió a Marie que no fuera a recoger el premio, ya que “no estaba bien que una adúltera le diera la mano al rey de Suecia”.

En respuesta, la científica envió una carta a Suecia para dejar en claro su postura: «El premio me lo dieron por el descubrimiento del radio y el polonio. Creo que no hay ninguna conexión entre mi trabajo científico y los hechos de mi vida privada».

Así que finalmente acudió a la ceremonia, para recibir su premio. En su discurso alabó la figura del difunto esposo Pierre y la cena transcurrió con total normalidad.

Diez días después de esa velada, Paul y Jeanne Langevins resolvieron sus asuntos fuera de tribunales: ella quedó con la custodia de los 4 hijos y él con el derecho de visitarlos.

El daño ya estaba hecho y la relación amorosa con Marie no pudo continuar, aunque siempre mantuvieron el contacto y la amistad.

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