La lenta agonía de una estrella nos enseña cómo será la muerte de nuestro Sol

La gigante roja T Ursae Minoris está dando un valioso espectáculo para la astronomía

En la constelación de la Osa Menor hay una estrella se está muriendo y no es un espectáculo que pasa desapercibido. El proceso provoca estruendos que expulsan su material exterior al espacio y envían ondas de choque. Esto, que está ocurriendo ahora y que los científicos están observando, nos da una idea de lo que va a pasar con nuestro propio Sol en pocos miles de millones de años.

La estrella es la gigante roja T Ursae Minoris (T UMi) y los astrónomos han determinado que acaba de estallar en un pulso térmico que solo se produce cada 10.000 a 100.000 años.

«Esta ha sido una de las raras oportunidades en los signos de envejecimiento se pueden observar directamente en una estrella en escalas de tiempo humanas», dijo la astrónoma Meridith Joyce, de la Universidad Nacional de Australia.

T UMi está en una fase particular de la vida de una estrella, conocida como la rama gigante asintótica (AGB), una etapa evolutiva vista en estrellas que inicialmente tenían hasta ocho veces la masa del Sol.

En este momento la estrella ya es una gigante roja; su núcleo se ha quedado sin hidrógeno y solo le queda carbono y oxígeno. En la etapa anterior, la AGB, una capa que rodeaba al núcleo fusionó el helio en carbono.

Cuando el helio se acaba, una capa de hidrógeno de más afuera comienza a su vez a fundirse en helio, rellenando la primera capa de helio hasta que se vuelve a encender explosivamente y se funde nuevamente en carbono. Este evento es el pulso térmico, también conocido como flash del helio en capa, que puede durar hasta unos cientos de años.

Los astrónomos han mantenido una estrecha vigilancia sobre T UMi durante más de 100 años, observando cuidadosamente la longitud de las fluctuaciones en su brillo. Hasta 1979, estas fluctuaciones habían sido bastante constantes, manteniéndose entre 310 y 315 días.

Nuestro Sol también morirá, pero en unos 5 mil millones de años.

Pero 1979 marcó un punto de inflexión: su período se redujo dramáticamente a 274 días y ha ido disminuyendo constantemente desde entonces. En 1995, los astrónomos plantearon la hipótesis de que este cambio repentino era el resultado de un flash del helio en capa.

Ahora, Joyce y sus colegas, con un par de décadas más de observaciones a su haber, han confirmado esta hipótesis al ver que durante los últimos 30 años, la estrella ha disminuido en tamaño, brillo y temperatura. Esto también les ha permitido averiguar más sobre ella, como que tiene alrededor de 1.200 millones de años y al principio tenía el doble de la masa del Sol.

T UMi ha estado en los último estertores durante los últimos millones de años y el actual pulso está entre el 20 y el 24 de unos 25 a 30 que se deben completar hasta que las capas se agoten de material y el núcleo estelar se contraiga en una enana blanca. El tiempo estimado para esto es unos pocos cientos de miles de años.

Este es el mismo fin que esperamos para nuestro Sol en unos 5 mil millones de años.

El Sol se hinchará, disminuyendo dramáticamente su densidad y envolviendo a los planetas internos y lanzando su material exterior a una nebulosa planetaria. No es lo suficientemente grande como para producir una supernova. En silencio, se convertirá en una enana blanca que perderá lentamente su energía térmica hasta quedar como una roca fría, oscura y muerta que flota en el espacio.

Nosotros no estaremos para la muerte del Sol, pero podemos seguir atentos a los dramáticos cambios de T UMi. «Esperamos verla expandirse nuevamente en el tiempo que durarán nuestras vidas», dijo Meridith Joyce.

«Tanto los astrónomos aficionados como los profesionales continuarán observando la evolución de la estrella en las próximas décadas, lo que proporcionará una prueba directa de nuestras predicciones dentro de los próximos 30 a 50 años», explicó Joyce.

La investigación ha sido publicada en The Astrophysical Journal.

Fuente: Science Alert

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