El nuevo dispensador electrónico de cuentos viene a revolucionar la forma en que matamos el tiempo en la ciudad

Sus creadores esperaban que los viajeros y los transeúntes hicieran uso de estas historias para expandir y enriquecer sus mentes mientras esperaban, en lugar de hacer deslizar sus pantallas interminablemente por Facebook o Twitter. Francia tiene más de 150 de estas máquinas, que ya llegaron a Estados Unidos y podrían expandirse por más lugares del mundo.

El dispensador de literatura de Short Édition. Imagen vía Mental Floss

Muchos lamentamos la pérdida masiva del placer de la buena lectura en este mundo impulsado por la tecnología y las redes sociales, pero los intentos por hacer algo al respecto no han sido muy originales.

Short Édition es la excepción. En 2011, la empresa con sede en Grenoble, Francia, comenzó a instalar máquinas expendedoras de cuentos en algunos espacios públicos populares, comenzando por el aeropuerto Charles de Gaulle de París. Ahora estas máquinas han llegado a Estados Unidos.

Los aparatos, conocidos como Short Story Dispensers (dispensadores de historias cortas), no tienen pantalla. Fueron creados por Christophe Sibieude, cofundador y jefe de Short Édition, y el alcalde de Grenoble, Éric Piolle, un ambientalista que acordó financiar los primeros ocho prototipos de la compañía. Ambos esperaban que los viajeros y los transeúntes hicieran uso de estas historias para expandir y enriquecer sus mentes mientras esperaban, en lugar de hacer deslizar sus pantallas interminablemente por Facebook o Twitter.

«La idea nos vino frente a una máquina expendedora que contenía barras de chocolate y bebidas», dijo Sibieude a Agence-France Presse en 2015. «Nos dijimos que podíamos hacer lo mismo con la literatura popular de buena calidad para ocupar estos momentos improductivos», contó.

El Short Story Dispenser. Imagen vía Mental Floss

Las historias se distribuyen de acuerdo a la cantidad de tiempo que se debe dedicar a la lectura: hay historias de uno, tres y cinco minutos que se imprimen en un papel largo, parecido al de una boleta, que además es ecológico, amigable y libre de BPA (compuesto de muchos plásticos y aditivos). Según la compañía, «[esta] impresión no deja residuos, ni tinta ni cartucho».

Hay un gran interés en lo que está haciendo Short Édition. Según el medio The Verge, las máquinas ofrecen más de 13 millones de obras de 6.800 autores e incluyen clásicos de la talla de Shakespeare y Virginia Woolf.

Desde que la primera máquina hizo su debut en el aeropuerto, han aparecido más de 150 adicionales, principalmente en Francia. Pero a EEUU también han empezado a llegar. Francis Ford Coppola fue uno de los primeros fanáticos del concepto; además de convertirse en inversor, la primera máquina del país norteamericano se instaló en su «Café Zoetrope» en San Francisco.

Actualmente hay alrededor de 20 máquinas repartidas por EEUU y el medio Mental Floss cree que este número pronto aumentará. Este año Short Édition exhibe su Short Story Dispenser en el CES (Consumer Electronics Show o Feria de Electrónica de Consumo de Las Vegas), una de las vitrinas más grandes del mundo para tecnologías emergentes, donde sin duda atraerá a nuevos interesados.

E Ciudadano, vía Mental Floss

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