Un estudio pone en duda la existencia de la depresión estacional

"El sólo hecho de estar con depresión durante el invierno no es evidencia de que el invierno sea la causa de la depresión", afirman los conductores del estudio.

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Aunque ahora los psiquiatras reconocen el  Trastorno Afectivo Estacional (TAE) como un subgrupo de las depresiones, ésta es una condición reciente en la historia de la salud médica. Fue definido por primera vez en 1984 y aún no está aceptado por todos los científicos. Un nuevo estudio en la revista Clinical Psychological Science sugiere que mientras el invierno puede ser una estación literalmente oscura, no es oscura en términos emocionales.

Los investigadores, de la Universidad Auburn en Montgomery, EEUU, pidieron a 34.300 personas de diferentes edades que llenaran un cuestionario acerca de su depresión, del lugar en que vivían y otros factores. Aunque la falta de luz solar se menciona con frecuencia como una de las razones del TAE, el estudio encontró que los niveles de depresión general no variaban con los cambios de estaciones o de la luz solar, informa mental_floss. Las personas que vivían en latitudes más altas, que veían menos sol durante los inviernos, no estaban más deprimidas que las personas que vivían en latitudes más centrales.

«El sólo hecho de estar con depresión durante el invierno no es evidencia de que el invierno sea la causa de la depresión», señalan los conductores del estudio. «Los cambios estacionales pueden coincidir con eventos de vida estresantes y episodios de algunas personas con depresión clínica recurrente, pero no ser la causa», agregan, explicando que pueden existir casos de TAE, pero en niveles tan bajos que no fue posible observarlos.

«La idea de la depresión estacional puede que esté muy arraigada en la psicología popular, pero no está apoyada por datos conretos», concluyen los investigadores.

Una investigación en el pueblo ártico de Tromsø, Noruega, donde está oscuro por muchos meses la año, indica que la aflicciones propias del invierno se pueden deber a una cuestión de actitud. En Tromsø la mayoría de los habitantes no sólo no huyen del invierno, sino que lo disfrutan activamente, enfatizando la calidez de la vida hogareña, más que su oscuridad.

Sin embargo, los resultados no afirman que el cerebro no cambie de estación a estación. Otro nuevo estudio publicado en la revista PNAS, encontró que la función cognitiva variaba a lo largo del año en 28 voluntarios que se sometieron a exámenes de imagen por resonancia magnética funcional (IRMf). Pero los investigadores encontraron que este cambio en las respuestas cerebrales no tenía relación con el estado de ánimo que decían tener los participantes.

Traducción, CCV

El Ciudadano

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