Una nueva teoría de la conciencia nos explica qué puede ser eso que llamamos «vibraciones»

Todos sabemos lo que se siente que otra persona o ser resuene o vibre con uno

Todos sabemos lo que se siente que otra persona o ser resuene o vibre con uno. Ese sentido de vibración que nos cuesta tanto definir o explicar, puede ser más que una figura del lenguaje, de acuerdo a un nuevo trabajo investigación.

En una publicación del 5 de diciembre en Scientific American, titulada “The Hippies Were Right: It’s All About Vibrations, Man!” (Los hippies tenían razón: todo es vibraciones, hombre!), el investigador Tam Hunt explica una nueva teoría de la conciencia que desarrolló con su colega, Jonathan Schooler, en la Universidad de California en Santa Bárbara.

Hunt, filósofo de la mente, la biología y la física, y Schooler, profesor de ciencias del cerebro, han estado trabajando para responder a una de las preguntas más desconcertantes del mundo: «¿Qué procesos físicos sustentan la experiencia mental que vincula la mente y la materia, creando el sentido del yo?»

En otras palabras, ¿qué leyes naturales gobiernan nuestra percepción de la existencia? Esta búsqueda de las reglas que relacionan la mente y la materia (pdf) a menudo se conoce como el «difícil problema de la conciencia», que nadie ha resuelto realmente aunque existen varias teorías.

Hunt y Schooler sospechan que cada objeto físico vibra y oscila, incluidas las personas, y que cuanto más sincronizadas están estas vibraciones, más compleja será nuestra conexión con el mundo que nos rodea y más sofisticada será nuestra conciencia. Su «teoría de la resonancia de la consciencia» afirma que las vibraciones sincronizadas son cruciales, no solo para la consciencia humana sino para toda la realidad física.

Escribe Hunt:

«Todas las cosas en nuestro universo están constantemente en movimiento, vibrando. Incluso los objetos que parecen estar estacionarios están de hecho vibrando, oscilando, resonando a varias frecuencias. La resonancia es un tipo de movimiento, caracterizado por la oscilación entre dos estados y, en última instancia, toda la materia es solo vibraciones de varios campos subyacentes. Cuando las diferentes cosas oscilantes están juntas durante un tiempo, comienzan a vibrar en sincronía. Eso se aplica a las neuronas en el cerebro, a las luciérnagas, a la Luna y la Tierra y mucho más. Este fenómeno se denomina «autoorganización espontánea». La sincronización es un tipo de comunicación física entre entidades».

El autor argumenta que cuanto más compleja es la sincronización, más compleja es la conciencia. Así, por ejemplo, los miles de millones de neuronas que se disparan en el cerebro para tomar una decisión y formar nuestra experiencia del mundo son extremadamente sofisticados, produciendo un sentido rico y dinámico de sí mismo. Se refiere a este sentido del yo como percepción.

El grado de percepción posible para cualquier cosa o ser varía ampliamente. Aún así, incluso los objetos aparentemente inanimados, como rocas o montones de arena, tienen un nivel rudimentario de conciencia según la definición de percepción de Hunt, que es simplemente que un objeto «reciba información del mundo».

Pintura de Alex Grey.

Cada grano de arena es un objeto en relación con el mundo y, por lo tanto, también es un sujeto que «experimenta» la existencia, aunque en una medida mucho más limitada que los humanos, según Hunt. Él llama a esto una «micro-conciencia». En un artículo de 2011 en el Journal of Consciousness Studies (pdf), Hunt explica que absolutamente todas las formas de vida, animadas o inanimadas, reciben la influencia del mundo por las diversas fuerzas que recaen en ella.

«Un electrón está influenciado por partículas cargadas lo suficientemente cerca como para tener un impacto, y de los objetos que ejercen una fuerza gravitacional, y el electrón se comporta en consecuencia», explica.

Es decir, la sola existencia implica que cada partícula en el universo se atrae y expulsa con las diversas fuerzas que lo rodean, de lo contrario no existiría. Así Hunt explica que un electrón, como sujeto, «perciba» su entorno y los elementos que interactúan con él y le influyen.

Entonces, en comparación con un electrón o una roca, los humanos tenemos una «macro-conciencia» más compleja que nos da este rico sentido del yo y la experiencia de la existencia. Hunt sostiene que se basa en «una resonancia compartida entre muchos constituyentes micro-conscientes», es decir, que todas las vibraciones y oscilaciones relativamente simples que ocurren individualmente en varios aspectos físicos del cerebro, trabajando juntas, se vuelven extremadamente complejas y constituyen nuestra autoconciencia.

«La velocidad de las ondas resonantes que están presentes es el factor limitante que determina el tamaño de cada entidad consciente», escribe Hunt. «A medida que la resonancia compartida se expande a más y más constituyentes, la entidad consciente particular se hace más grande y más compleja».

Esta teoría de la resonancia de la conciencia trata de proporcionar un marco unificado para comprender la mente y la materia, que incluye la neurociencia, el estudio de la conciencia humana o la experiencia subjetiva, la neurobiología y la biofísica. Ofrece una explicación para los diferentes grados de conciencia en varios sistemas físicos. «Se trata de vibraciones, pero también se trata del tipo de vibraciones y, lo más importante, de vibraciones compartidas», argumenta Hunt.

La idea de Hunt y Schooler de que todas las cosas son conscientes, en mayor o menor medida, se llama panpsiquismo y está generalmente aceptada entre los investigadores de la conciencia. Su trabajo se basa en siglos de pensamiento filosófico sobre la percepción y en varias décadas de trabajo de los autores sobre los fundamentos físicos de este proceso.

Sin embargo, su teoría de que la percepción, en diversos grados de complejidad, se crea a través de las vibraciones, aún no se ha demostrado de manera definitiva. Es un posible marco que podría resolver el «difícil problema de la conciencia» y otorgaría credibilidad a ese sentido de las «vibraciones», usado desde hace tanto tiempo para explicar lo que no hemos podido explicar.

Columna original en la Quartz Magazine

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