Santa Teresa, Santa Clara y Santa Catalina

Universidad chilena desarrolla tres variedades de frambuesa

Santa Teresa, Santa Clara y Santa Catalina son los nombres de las tres nuevas variedades de frambuesas desarrolladas en la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Universidad Católica

17 02 17 - frambuesas

Santa Teresa, Santa Clara y Santa Catalina son los nombres de las tres nuevas variedades de frambuesas desarrolladas en la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Universidad Católica. La académica Marina Gambardella ha trabajado durante siete años para llegar a este resultado. Hoy sus variedades acaban de ser licenciadas en España para ser utilizadas allá. Muy pronto serán enviadas también a Italia, México, Perú y Australia.

Chile es el tercer productor de frambuesas congeladas en el mundo, sin embargo su producción por hectárea es muy baja. Esto se debe en parte a que la variedad utilizada hasta la fecha es la Heritage, la cual se adapta bien al clima chileno, pero es de bajo rendimiento y no tiene las características de fruta que hoy exige el consumidor. “Para que Chile pudiera mantener el liderazgo en este mercado, el desafío fue crear variedades en las condiciones chilenas de cultivo, con buen rendimiento, fruta de mayor tamaño y muy buen sabor”, explica Marina Gambardella.

Con ese objetivo de mejorar genéticamente la frambuesa y fortalecer su producción en Chile, se inició en el año 2009 un trabajo conjunto entre la UC y el Consorcio Tecnológico de la Industria Hortofrutícola. En este programa participaron diversos especialistas del Departamento de Fruticultura y Enología de la Universidad, quienes permitieron desarrollar tecnologías especiales para acelerar el proceso de mejoramiento genético. “Normalmente la creación de una nueva variedad de frambuesa se logra en un período de 10 a 12 años, pero nosotros sabíamos que debíamos acortar este proceso, porque era urgente aumentar la rentabilidad de este cultivo del cual dependen muchas familias, con una planta más productiva y fruta de calidad”, aclara la académica.

Hoy ya se cuenta con tres variedades que cumplen con estas expectativas: destacan su precocidad y capacidad de florecer a lo largo de toda la caña. Además, son productivas entre febrero y fines de abril, es decir, casi un mes más que Heritage. Su producción por hectárea es mayor, lo que beneficia al pequeño productor y también, a largo plazo, al consumidor, porque reducirá su precio.

Respecto del mejoramiento genético de frutas en Chile, Marina Gambardella explica que hasta el momento existe un retraso si nos comparamos con otros países competidores. “Esto le está causando problemas al mercado chileno porque no puede acceder a ciertas variedades, por ejemplo, hay algunas que son de uso exclusivo de sus creadores y no se autoriza su uso fuera de una cierta área. Recientemente, instituciones de Gobierno han tomado conciencia de esta debilidad de la fruticultura chilena y se están impulsando políticas de desarrollo para la actividad de mejoramiento varietal en especies de alto impacto económico”.

“El trabajo del mejorador genético requiere conocer muy bien la especie en cuanto a su fisiología, fitotecnia, fitopatología, biotecnología etc., y acudir a expertos para evaluar ciertos aspectos de la variedad que se está desarrollando. Por ejemplo, para validar si determinada variedad es resistente a plagas, se necesita la ayuda del fitopatólogo; para evaluar si esta variedad es apta para la cosecha mecánica, acudo al fitotécnico. En este momento no usamos ingeniería genética, pero sí estamos aplicando otras biotecnologías como marcadores moleculares, cultivo de meristemos, entre otras. Estas herramientas son fundamentales para apoyar el trabajo de conseguir una nueva variedad”, explica la académica.

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