Apología de la encapuchada

Señor Director:    No conocemos  el rostro de quienes controlan, manejan, gobiernan la sociedad y el destino de sus miembros;nosotros y nosotras, no nos encontramos con aquellas personas- si procede llamarles así, por la falta de evidencia de su corporalidad- en la esquina del barrio, en el almacén de la población, o en el paradero bajo […]

Por Director

23/06/2013

Publicado en

Ciudadanos al Poder

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Señor Director:

   No conocemos  el rostro de quienes controlan, manejan, gobiernan la sociedad y el destino de sus miembros;nosotros y nosotras, no nos encontramos con aquellas personas- si procede llamarles así, por la falta de evidencia de su corporalidad- en la esquina del barrio, en el almacén de la población, o en el paradero bajo la lluvia y el frío inclemente o  soportando el yugo del sol que es licuadora de cerebros. Tal vez de soslayo; un atisbo, un escorzo, sean la pálida  presunción de su  existencia; pero lo cierto es que nunca les hemos encarado, menos confrontado, ya que habitamos universos paralelos- la lucha de clases que algunos decretaron extinta-.Adquieren el rango de fantasmagorías siniestras y ominosas, que, sin embargo,tienen un dominio absoluto de la cuna hasta la tumba, de la  pobre vida de ya saben ustedes quienes.

    Tampoco hemos visto cara a cara a quienes elaboran leyes, arrogándose la voz de la comunidad; o, como se dice ahora, de la ciudadanía empoderada, que pueden ser tan dañinas  como el peor cáncer, pero sin consecuencias para sus gestores  y promotores, sino para el perraje que las sufre  hasta el hueso y el alma. Sin duda,  conocemos fisonomías que roban cámara, con una morbosa proclividad a ser enfocados,encuadrados y con acercamientos óptimos; mas es una apariencia, una cáscara, de una maquinaria que trabaja produciendo leyes, para la auto reproducción, y cuya razón  y fin último es mantener doblegada la colectividad, para que no cunda la metástasis de la conciencia, y ocurra el milagro de la transustanciación: el ejercicio real de la soberanía…

     ¡Que curioso resulta una metáfora  ambivalente per se, aunque igualmente válida y legítima!…

     Con respecto a nuestra querida Encapuchada,que puede ser Encapuchado, cabe desgranar reflexiones entre drogadictas y borrachas: El acto de cubrirse la faz, es un notable ejercicio de sobrevivencia  y de rebeldía.

     Ocurre frente a los poderes y agentes que oprimen y reprimen, y que despliegan toda la tecnología, para suprimir cualquier  intersticio o resquicio de identidad no pervertida, por la pornografía mediática, y el totalitarismo que es la segunda  piel de nuestra sui generis democracia; por fuerza  y violencia, hay que desnudarlo todo, incluso contra la voluntad de quien fuere;de suerte que si deseo resguardar mis facciones corro el riesgo de recibir el mote de delincuente,  terrorista,anarquista; sin embargo: ¿qué mayor crimen que robar con impunidad al amparo dela ley; qué mayor terror, que amenazar con pobreza y miseria; qué mayor anarquía, la que pretenden hacer aparecer como orden natural, perfecto e inmodificable?. Por los demás,si ellos mismos usan testigos protegidos cuando les conviene: ¡Que doble estándar más grosero!…

     Y de rebeldía, por cuanto el potencial destructivo se descarga contra los símbolos, signos, señales, demarcaciones,que configuran las coordenadas de la esclavitud y la explotación; verdaderos campos alambrados, donde centinelas implacables, disparan a matar cuando alguien osa alzar la voz y rebelarse…

      ¿Un Banco tiene piedad o lástima, al momento de actuar como vampiro sobre la carne y la sangre de las víctimas, con un sed que no reconoce límite alguno?;¿acaso las Farmacias   no actúan como mafiosos implacables, que eliminan la competencia, para luego lucrar con la salud y vida de los anónimos?; ¿Las AFP y las Isapres,   no semejan, tal vez, minas de oro, como el cuento de nunca acabar; extrayendo toda la riqueza para luego transmutarla en fuegos fatuos, que se extinguen en la nada?.  Y así hacia el infinito.

     Entonces, la acción encapuchada cobra una dimensión épica heroica, que canaliza el odio acumulado, por los siglos de los siglos; ¡Amén!…contra los detentores del poder. Ante la agresión alevosa y con saña, el derecho a la autodefensa, es algo  vital y lógico: vital para sobrevivir; lógico, de acuerdo con la resistencia a ultranza.

     Algunos sostiene que es una acción marginal;  que no ha ganado ninguna revolución;  que no ha conquistado la-independencia para una colonia; que no ha torcido el curso hacia el advenimiento de una fase superior, en términos de la realización  de la pariente loca, encerrada en alguna habitación, sótano o mazmorra de la historia: la utopía. Pero yo no estaría tan seguro de que la resistencia acérrima y furibunda sea estéril, y sólo sirva de coartada para incrementar las dosis de coacción.

Arturo Jaque Rojas.

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