¡Bienvenidos a Chislandia!

Advertencia: Cualquier coincidencia con países vivos o muertos es simple semejanza

Por Wari

12/11/2011

Publicado en

Columnas

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Advertencia: Cualquier coincidencia con países vivos o muertos es simple semejanza.

Chislandia es un pequeño, desconocido y cuántico país que limita al Este con Argentina y al Oeste con Chile. Es un país tan angosto que sus habitantes andan de lado. No tienen Sur. Y menos Norte. Pero como es el país cuántico, entonces a los medios de prensa no les interesa hablar de él. Jamás se ve a los o a las periodistas de la televisión hablar de Chislandia. O a los Canales de Televisión mandar un corresponsal a Chislandia. Tampoco se ve a la prensa deportiva preocuparse del desempeño de Chislandia en la Copa América. Pero eso a los chislenos no les preocupa.

A mí sí que me preocupa…, y mucho.

Es que ocurre que en Chislandia hubo tal vez la primera revolución del siglo XXI, pero como “toos los culiaos nos aburguesamos en algún momento de la vida o de la duda” (como me dijo un chofer al pasar frente a La Moneda), entonces aparentemente a nadie le interesa saber de esos procesos llamados revoluciones y que son verdaderas “locomotoras de la historia” (Karl Marx).

Pero vaya si están equivocados. O mejor dicho: ¡Cuánto podríamos aprender de la experiencia de la Revolución Chisleña!

Chislandia, que en el siglo pasado se llamaba Surlandia, tuvo una dictadura horrible desde mediados de los setenta hasta fines de los ochenta. Su escudo nacional lleva un sol que no se sabe si es de la mañana o de la tarde, rodeado a la usanza del escudo chileno, por dos animales simbólicos de la ex Surlandia (hoy Chislandia), a saber: La diuca y el pudú. El escudo llevaba como leyenda, en época de la dictadura: “Con la metralleta en la raja, todo el mundo trabaja”.

Con la recuperación de la democracia en manos de la Derecha, disfrazada de Centro Derecha, a su vez metamorfoseada en Centrofoward, la leyenda del escudo cambió a comienzos de los noventa a “Es lo que Hay”. Y con eso los surlandeses aguantaron mucho tiempo a varios gobiernos con prontuarios similares todos ellos. Vale decir, se proponían como deber primero, proteger la seudo democracia, declarando intocable la Constitución Política dictada hasta la última coma por el tirano Daniel López. En segundo lugar se proponían vender al mejor postor el agua, los minerales, las carreteras, los caminos, el transporte público, la Salud, la Educación, las cárceles, las playas, los ríos, las islas con y sin avistamientos de ovnis, y un etcétera que apenas cabía en el país mismo.

Las y los estudiantes surlandeses (que eran los más perjudicados del sistema, primero porque eran jóvenes, segundo, porque aún estaban lúcidos en una tierra de surlandeses zombies), estaban a punto de entrar a la máquina de moler carne y comprendieron que si no pataleaban en ese momento en que eran jóvenes, fuertes, bellas/os y optimistas, tendrían que dejar entonces que los molieran vivos para luego ser triturados y devastados, tener que vivir ellos, sus hijos y nietos, en una mierda de país que no era culpa de ellos.

Entonces, se rebelaron.

Allí empezó todo. No querían pagar por algo que consideraban un derecho humano fundamental, que era el derecho a ser Bieneducados. Entonces, lo primero que les dijeron las autoridades de turno, era que tenían que respetar la Constitución Política de Don Dani López. Pero los y las estudiantes habían estudiado la historia de Surlandia con el objeto de saber “en qué momento exacto se había jodido Surlandia”. Y lo descubrieron. El momento exacto fue cuando los primeros Neo-Careraja se metieron la anterior Constitución por el culo e hicieron y deshicieron con Surlandia. Y cuando se les preguntaba a esos Neo-Carerajas si no pensaban que se estaban yendo al chancho con sus crímenes, sus robos, el apropiarse de las riquezas de todos los surlandeses, amén de la opresión de un país por años, ellos respondían con un sonoro “¡Chis!, ¡Y qué tanto!”.

Entonces los jóvenes y todos y todas los y las que habían estado siendo perjudicados por los políticos de Centro Derecha, disfrazados de etc., etc., pararon a Surlandia por meses hasta enmendar rumbos, llamar a una Asamblea Constituyente, reescribir la Constitución, meter presos a los que habían enajenado a todo el país. Y demostrarle también cierto agradecimiento a sus ex–opresores. Responderles que sí, que querían cambiar la Constitución, ¡AHORA!, que querían educación gratuita y de calidad ¡AHORA!, que querían recuperación del patrimonio del Estado ¡AHORA!, y que por fin querían ser felices y ver su país feliz ¡AHORA!

Cuando les respondieron el Subsecretario, el Vocero de Gobierno, el Bi-ministro, el Jefe de Gabinete, el Ministro y el mismísimo Presidente que lo que ellos pedían era imposible y (¡0j0! ) anti-constitucional…, las y los estudiantes respondieron al unísono: “¡Chis! ¡Y qué tanto! Los surlandeses hicieron su revolución. Por eso ahora el país se llama Chislandia. Y ahora el escudo de la nación chislandesa tiene una diuca feliz y un pudú felizcote. Y abajo reza la nueva voz de la Cosa Pública. “¡Chis!, ¡Y qué tanto!”. No está en T.V. abierta, Sí en TeleSur. ¡Y QUÉ TANTO!

Por Mauricio Redolés

El Ciudadano Nº106, segunda quincena julio 2011

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